Según sus fans y aliados políticos, el presidente islamista de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, conquistó Estambul por segunda vez al firmar el decreto para convertir en mezquita la imponente catedral de Santa Sofía, erigida en el año 537. En esa lógica, se ha convertido en el primer estadista que conquista una ciudad de su propio país.
“Primero deberíais llenar Sultanahmet [la Mezquita Azul de Estambul] (…) Esto es una conjura, una auténtica provocación”, clamó Erdogan ante una multitud en marzo de 2019, cuando seguidores de su propio partido andaban demandando la conversión de Santa Sofía en una mezquita. Erdogan tenía razón. La mayoría de las casi 3.000 mezquitas de Estambul (una por cada 5.000 habitantes) no desbordan de fieles, precisamente.
Pero, seis meses después, Erdogan cambió de idea.
En su farsa, el islamista dijo que sería la corte suprema la que decidiera el destino de Santa Sofía. Gracias a una enmienda constitucional de 2010, Erdogan consiguió dotarse de los atributos para nombrar a todos los miembros del alto tribunal, el Consejo de Estado. Erdogan llega a afirmar: respetaré el veredicto “vaya en la dirección que vaya”.
Y, qué sorpresa, el veredicto fue en la dirección que quería Erdogan. El pasado día 9, el Consejo de Estado decidió anular una decisión gubernamental firmada en 1934 por Mustafá Kemal Atatürk, fundador de la Turquía moderna, por la que hacía de Santa Sofía un museo, en señal de respeto a la Cristiandad. Sólo una hora después del veredicto del Consejo, Erdogan firmó un decreto para la conversión en mezquita de un monumento que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
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Cronología de Santa Sofía
– 537: el emperador bizantino Justiniano construye la catedral en la entonces llamada Constantinopla.
– 1453: el sultán otomano Mehmet II (Mehmet el Conquistador) la convierte en una mezquita tras arrebatar Constantinopla a los bizantinos.
– 1453-1934: sigue siendo una mezquita.
– 7 de junio de 1931: el Gabinete de la recientemente constituida República Turca firma un decreto para la restauración de los impagables frescos mosaicos del templo, trabajo que se encarga al bizantinista norteamericano Thomas Whittemore.
– 25 de agosto de 1934: el ministro turco de Educación, Abidin Özmen, escribe una carta al primer ministro, İsmet İnönü, para informarle de que ha recibido una orden verbal de Atatürk para convertirla en un museo.
– 24 de noviembre de 1934: el Gabinete turco firma un decreto para desmezquitizarla.
– 1980: El primer ministro, Süleyman Demirel, permite a los musulmanes orar en un anexo.
– 1981: la junta militar prohíbe a los musulmanes orar en el recinto.
– 1991: El primer ministro Demirel vuelve a abrir el anexo a los fieles musulmanes.
– 2005-2020: el Consejo de Estado rechaza tres peticiones para la conversión del lugar en una mezquita.
– 9 de julio 2020: el Consejo de Estado falla a favor de la cuarta petición para la conversión del recinto en una mezquita.
– 24 de julio de 2020: Abrirá sus puertas como mezquita, con el nombre en griego y frescos ortodoxos en las paredes.
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Erdogan salió de las filas del islam político, que hizo su debut en Turquía a finales de los años 60 del siglo pasado. En los años 70, islamistas de todas las tendencias, incluido el mentor de Erdogan, el primer premier islamista de Turquía, Necmettin Erbakan, hicieron de la “Mezquita de Santa Sofía” un símbolo de la conquista completa de Estambul. La icónica iglesia también se convirtió en un símbolo de la lucha islamista contra el laicismo de Atatürk.
¿Por qué ahora? Puede que Erdogan piense que así podrá revertir la erosión de su popularidad como consecuencia, entre otros factores, de la crisis económica que se cierne sobre el país. Al mismo tiempo, parece que la decisión ha sido erróneamente pautada, dado que quedan tres años para las elecciones presidenciales y legislativas y los turcos son célebres por no tener una buena memoria. Rezar en la Mezquita de Santa Sofía no hará feliz a un hambriento.
La conversión de Santa Sofía en una mezquita ha vuelto a poner de manifiesto el insano racismo de la mayoría de los turcos, frente a la sensatez de una menguante minoría.
El teólogo musulmán Cemil Kiliç ha criticado la decisión: “Esto va contra los mandamientos coránicos”, dice. “El profeta Mahoma nunca convirtió una casa de oración judía o musulmana en una mezquita”.
Su voz resuena frente una miríada de comentarios racistas en las redes sociales:
– “Ahora sabrán los bastardos judíos y cristianos quiénes somos”.
– “Erdogan está revirtiendo lo que los judíos, los shabetaístas [judíos conversos al islam] y los ateos han hecho en el último siglo”.
– “Eh, judíos, ¿os hace gracia?”.
– “Día de duelo para los cruzados y los conversos judíos”.
– “¡Llorad, griegos! ¡Y vosotros, judíos, esperad vuestro turno!”.
– “Mal día para los sionistas”.
– “Un judío shabetaísta de Tesalónica [localidad natal de Atatürk] la cerró [al rezo islámico] y un hombre del Mar Negro [Erdogan] la abrió”.
– “Perros judíos, también llegará el día de la Mezquita de Al Aqsa [en Jerusalén]”.
Todo esto es reflejo de una tremenda ignorancia, de odio al devoto de otra fe, un pensamiento aislacionista y un deseo centenario de provocar a los no turcos, sobre todo al «judío». Un líder islamista decide convertir en mezquita una catedral monumental y sus fans se dedican a esparcir el odio a los judíos. He aquí la nueva normalidad turca.