Parodiando una frase utilizada por Fidel Castro contra los cubanos que abandonaban la Isla por el puerto del Mariel en 1980 —»no los queremos, no los necesitamos»—, vecinos del barrio habanero Pueblo Nuevo repudiaron la apertura de las nuevas tiendas donde se comercializan alimentos y productos de aseo en Moneda Libremente Convertible.
«No queremos tiendas en dólares, no las necesitamos», dijeron residentes en el barrio, agobiados por demasiados meses de escasez, y que ahora ven las estanterías de las tiendas de los militares repletas de productos.
«Los dólares sí van a dividir al país. Los trabajadores estatales, junto a la gente que no recibe remesas del extranjero, estaremos en el peor de los extremos», afirmó Vicente Argudín, empleados de una fábrica de tabacos y único sostén económico de una familia compuesta por seis miembros.
«No puedo creer en las justificaciones de Díaz-Canel porque es imposible entender que los mismos productos que durante los últimos meses escasearon y provocaron kilométricas colas, ahora estén disponibles exclusivamente en dólares», señaló Argudín.
Un delegado del Poder Popular de esta misma barriada expresó que «no hay una sola cuadra en este consejo popular donde los cederistas no estén indignados» y expresen su desagrado.
«Y tienen toda la razón en lo que dicen. Abrir estas tiendas exclusivamente para comprar en dólares es un tremendo error del Partido, y no solo es mi opinión, sino la de otros compañeros cuadros del territorio», dijo este delegado.
En un recorrido realizado el domingo por las tiendas de Centro Habana, Habana Vieja y Cerro que comercializan productos en CUC, fue posible comprobar que se encontraban desabastecidas de alimentos y de productos de aseo y de higiene.
«Lo que define a esta medida es apartheid económico», dijo Tamara López, trabajadora de Comercio, vecina del Cerro, y «muy atenta a cuanto acontece en las redes sociales» cubanas.
«Abrir estas tiendas para la captación de dólares americanos no sería del todo malo si las mercancías vendidas allí fuesen de otra naturaleza. Pero vender en dólares alimentos, productos de aseo y artículos de primera necesidad que le han negado al pueblo aun en medio de la pandemia, es criminal. Esto agranda las desigualdades sociales, que ya estaban antes de la llegada del coronavirus», opinó López, quien además llamó la atención sobre un aspecto que consideró poco abordado.
«Esto ocurre en el doble aislamiento provocado por la pandemia, donde los cubanos no tenemos para dónde correr, y es bien sabido que el Gobierno siempre aplica la teoría de la plaza sitiada».
La pandemia de Covid-19 dejó de ser tema de conversación en las barriadas habaneras tras el anuncio y posterior apertura, este lunes, de más de 70 tiendas en toda la Isla para comercializar «productos de alta gama».
«De alta gama nada, de alta falta de respeto al pueblo trabajador, a los jubilados, a todos los que no tenemos familia afuera que nos ayude a aliviar el infierno en que se convirtió este país», criticó Yadira Lezcano casi al borde del llanto por la impotencia.
«Este pueblo lleva meses humillado haciendo colas, siendo atropellado en ellas por la Policía y por la corrupción. ¿Y cuál es la solución del Gobierno?: la mentira, la división y el abandono», añadió.
«Venden en dólares lo que tenían almacenado mientras nos matábamos unos a otros en las colas, porque esas mercancías no aparecieron por arte de magia», fustigó Lezcano, vecina de Habana Vieja, madre de tres hijos y multada por hacer colas por la madrugada.
Las tiendas, en las que solo es posible comprar con una tarjeta magnética asociada a una cuenta en divisas, han causado un profundo rechazo entre los sectores más pobres, que son mayoría en el país.
El Gobierno apuesta precisamente a aquellos a los que Fidel Castro rechazaba en su frase de 1980, a los emigrados que envían remesas a sus familiares en la Isla.
No pocos han dejado a un lado las «diferencias ideológicas» para sumarse a la oleada de críticas.
«Creo que el Partido debería dar marcha atrás porque esto no se trata de ninguna campaña del enemigo», puntualizó Felipe, delegado del Poder Popular en el Cerro, quien aseguró haber solicitado una reunión entre los factores de su territorio ante una situación «que se nos puede ir de las manos».
«Tenemos que ser francos, el pueblo entero se está haciendo preguntas que son difíciles de responder y llevan respuestas directas», consideró. «Vender efectos electrodomésticos y equipos automotores en dólares está bien, pero alimentos, artículos de aseo y de primera necesidad es otra cosa mucho más compleja y el desacuerdo del pueblo es absoluto. Las calles están revueltas».
Felipe dijo tener esperanzas de que en próximos días «abastezcan las tiendas en CUC o se retroceda en la comercialización en dólares de determinados productos».
Por su parte Amelia Báez, jubilada después de más de 30 años de servicio en Educación y de membresía en el Partido Comunista, dijo no tener ninguna esperanza en que vaya a «revertirse esta situación, que podrá ser totalmente errónea pero que estuvo bien planificada».
«No estamos ante algo pensado a lo loco. Lo pensaron bien, y precisamente por ello considero que es una traición al pueblo cubano, por mucho que se empeñen en convencernos de que es un beneficio para el país», razonó Báez. «Ya el Partido demostró que no salvará al país ni con los dólares que recaude en estas tiendas».