Democracia y Política

Horizontes: La dignidad humana es la clave

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  Una evaluación correcta de todo sistema político o económico pasa por analizar si respeta o no la dignidad de la persona por ser esta un ser racional e hijo de Dios. La consagración constitucional de los derechos humanos en todas las constituciones democráticas nace de esta realidad. Si respeta la dignidad del hombre al ejecutarse el modelo el sistema se puede perfeccionar pero sino la respeta no es mejorable y hay que sustituirlo por otro que sí la respete. Con este principio filosófico como base fundamental analicemos ahora los dos sistemas que se disputan el control de la Sociedad Civil: el capitalismo y el comunismo.

Para el sistema capitalista el desarrollo integral de la persona-ciudadano no es la meta sino el mayor beneficio económico de un sector de la sociedad generalmente el más capacitado. Este beneficio económico sustituye al Bien Común como la meta de toda actividad, sea esta económica o política, y la consecuencia es una sociedad donde una minoría vive muy bien y la mayoría muy mal porque ni para comer le alcanza. Diversos organismos internacionales tienen cifras bien elocuentes al respecto. El beneficio económico como meta ignora por completo la dignidad humana.

Para el sistema comunista, que también ignora la dignidad del hombre, la meta es tener todo el poder político concentrado en el autócrata quien llega al Poder con la bandera de la justicia social, no contemplada como política por el capitalismo, y después acontece que la concentración del Poder en una sola persona, el Dictador, lejos de trabajar por la justicia social pasa de ser una autocracia a convertirse en un sistema totalitario donde política y economía los maneja un solo ciudadano. El Bien Común también desaparece de la escena y los capitalistas de Estado se instalan entonces como los “nuevos ricos” y los pobres quedan entonces sometidos a un régimen que los deja sin libertades y también sin pan. El caso de Cuba, modelo que estúpidamente sigue esta revuelta, es más que elocuente.

Estos dos sistemas, el económico y el político, adolecen del mismo error desconocen la dignidad superior del ser humano como persona y el Bien Común de la sociedad como meta a alcanzar. Mientras no cambien ambos sistemas su forma de producir y de ejercer el poder público no vamos a salir de esta trampa de conflictividad social, miseria económica y abuso de poder que padecemos hoy los habitantes de este planeta. Sobre este aspecto filosófico –humanista de la crisis que afecta hoy a todos los países vale la pena escuchar la predica de la doctrina social de la Iglesia formulada hace más de cien años por diferentes Papas en sus encíclicas. Si se hubiera practicado otro sería hoy el mundo. Escuchémosla:

“El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser autentico, debe ser integral. Es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre también. Nosotros no aceptamos la separación de la economía de lo humano, el desarrollo de la civilización en que está ausente. Lo que cuenta para nosotros es cada hombre, y cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera”. Pablo VI: El desarrollo de los pueblos, (1967)

 

Dr. Valentín Arenas Amigó

Profesor de Instituciones Políticas de la U.C.A.B.

Correo: alenri@gmail.com

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