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Ana Cristina Vélez: Peligros al coquetear

Coquetear es divertido, y que le coqueteen a uno es halagador, pero también es verdad que puede ser una forma manipuladora de prometer algo que no se ha pensado dar en ningún momento. Todas las herramientas sociales sirven para hacer el bien y para hacer el mal. Si en el blog pasado traduje el video sobre por qué es bueno coquetear, en este voy a repensar lo dicho allí y a buscar sus problemas.

Coquetear puede ser tomado como un regalo (decía en el blog anterior), pero incluso los regalos pueden estar “envenenados”. “No hay tal cosa como un almuerzo gratis”, dicen los gringos. Lo que significa que en las relaciones siempre existe un tipo de trueque. Así que cuidado con lo que recibimos, pues podría ocurrir que quien da está esperando algo a cambio. Todos sabemos que los regalos que no tienen justificación, tienen justificación; sabemos que no se puede dar cualquier cosa a cualquier persona por cualquier motivo.

La bondad más grande del coqueteo no es solo descubrir en qué aspectos el otro es atractivo (aun cuando sepamos que no es posible conseguírselo como pareja), sino confirmar que gustamos. Nos encanta y nos da seguridad el sentirnos atractivos, y más que esto, aceptados. Sin embargo, no a todo el mundo le parece bien saberse atractivo para ciertas y determinadas personas. Por ejemplo, a muchas personas jóvenes que conozco les molesta que el otro, si es mucho mayor, les coquetee. También hay que reconocer que en algunos seres humanos los fastidiosos sesgos de ser jerárquicos, xenofóbicos y hasta homofóbicos están exacerbados; para ellos, el coqueteo proveniente de un grupo “no aceptable” puede ser tomado como una provocación o un descaro, del tipo ¡qué atrevimiento!

En el coqueteo, desde un punto de vista biológico, el primer examen que hacemos es comprobar si somos aceptados por el otro. En otras palabras, coqueteamos para evaluar el interés potencial de la otra persona en nosotros, antes de emitir, saber o definir el tipo de interacción que nos gustaría tener con esta. El coqueteo permite el despliegue de inteligencia y de otras habilidades, y muestra la amplitud o estrechez mental que se posee. Las mujeres coqueteamos para evaluar al hombre por las respuestas que nos da. Hay una cierta elegancia e imaginación (o lo opuesto) en el coqueteo, que nos es útil para obtener información sobre el actor del coqueteo. También se coquetea por mera diversión, como el que ejercita sus dones; incluso, para practicar las habilidades que se necesitan en la conquista.

Los límites del coqueteo son difusos, porque detrás hay muchas y distintas motivaciones. Para el mal funcionamiento del coqueteo basta una palabra de más, un acto de menos o una mala lectura por parte de ambos. ¿Dónde empieza a ser una ofensa, cuándo se vuelve un descaro, cuándo hay algún tipo de manipulación o un ejercicio de poder? El coqueteo debe ser extremadamente cuidadoso si quien coquetea está en una situación de superioridad frente al receptor, o si hay diferencias culturales que hagan difícil la lectura del mensaje, o si el receptor se muestre renuente a recibirlo, o si hay algún tipo de limitación o debilidad en alguna de las partes que se pueda prestar a cualquier tipo de dominación o de equivocación.

El movimiento Me Too da un buen ejemplo de que algo que es bueno socialmente puede servir para algo malo. Sin duda, ha sido muy positivo para denunciar abusos sexuales innegables, para defender a las mujeres y como herramienta de control sobre los malos comportamientos masculinos e incluso sobre algunos que habían sido tradicionalmente aceptados. Pero también ha servido para cometer injusticias, para herir, atacar, difamar y restringir. Y esto es así porque los límites de lo aceptable no están muy claramente definidos y dependen hasta cierto punto de la educación de los participantes. Sin embargo, contamos con una naturaleza biológica común (con un instinto moral también, aunque algunos insistan en desconocer la biología humana por completo) y, dado que somos muy parecidos como seres humanos, entendemos a las personas de otras culturas, aunque no perfectamente.

El coqueteo puede ser utilizado mal, pues el juego se puede llevar muy lejos con consecuencias sicológicas negativas para uno de los participantes; sin embargo, es verdad, como se decía en el artículo anterior, que es triste que se anule el juego, por el temor de que se crea que implica pasar al contacto sexual directo. Dejémoslo en el punto justo, y veámoslo como la oportunidad de ponerle a la vida, sin ningún compromiso, algo de imaginación y erotismo.

 

NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EL 23 DE AGOSTO DE 2020

 

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