Viggo Mortensen: «En este oficio hay que tener mucha paciencia y mucho aguante»
Camino de los 60, el actor debuta como director con un drama familiar, 'Falling', y se dispone a recibir el prestigioso premio Donostia por su trayectoria
Ciudadano del mundo al que se ve a menudo por Madrid paseando a sus perros en compañía de su pareja, la actriz Ariadna Gil, más allá de su consideración como actor de prestigio y alcance internacional, suma un oficio más, el de la dirección, a su ya extensa lista de ocupaciones artísticas –interpretación, pintura, poesía, música, fotografía, producción y escritura cinematográfica-. Ahora que recibe el premio Donostia a su trayectoria, debuta detrás de la cámara desmenuzando las idas y venidas de un padre octogenario de vivo carácter y mermadas capacidades, y de un hijo que ha formado familia con otro hombre y que acoge a su progenitor en su casa buscando el reencuentro pese al dolor de su pasado en común.
Reconocimientos
Tres veces candidato al Oscar y una al Goya, por su composición del capitán Alatriste, cuando se le recuerda su estatus como estrella o como sex symbol se pone de perfil
Falling, lejanamente basada en la propia familia Mortensen, es la niña de los ojos de este hombre templado, de gesto amable y mesurado en el hablar, que desarrolla con calma sus opiniones sobre cuanto le rodea y sobre algunos de los filmes más destacados de una carrera notable, presidida por el legendario Aragorn de la célebre saga de los anillos basada en los libros de Tolkien. Tres veces candidato al Oscar y una al Goya, por su composición del capitán Alatriste, cuando se le recuerda su estatus como estrella o como sex symbol se pone de perfil. Ni lo uno ni lo otro tienen que ver con él. Y lo deja claro.
¿Por qué ha esperado tanto para dar el paso a la dirección?
No fue del todo elección mía. Intenté poner en marcha este proyecto basado en un guion original hace unos 23 años, en Dinamarca, pero no pude conseguir el dinero necesario. He intentado varias veces desde entonces con diferentes historias que he escrito, incluso un par de veces con el de Falling, pero ocurrió lo mismo hasta el año pasado. Las cosas son como son; uno no puede cambiar lo que ya fue. Dicho eso, creo que me llegó la oportunidad de dirigir cuando estaba preparado. La paciencia es importante, y tener que esperar tanto tiempo me ha permitido aprender de buenos directores y de producciones bien y mal organizadas. Creo que esto me ha ayudado a evitar muchos errores.
¿Ha visto cumplirse un sueño?
Supongo que era natural para mí enfrentarme al desafío de intentar dirigir una película y que lo haría tarde o temprano. Desde que empecé a ir al cine con mi madre cuando yo tenía tres o cuatro años, siempre me interesaron los dos cuentos que coexisten en cada película. Ella me hablaba de lo que se mostraba y sobre todo de lo que no se mostraba, de los momentos secretos y las escenas que uno podía imaginarse aunque no se vieran en la pantalla. Y así he seguido como actor, productor y ahora en mi trabajo como guionista y director. Siempre queriendo saber más, imaginar más, pero apreciando el misterio de lo invisible y de lo que queda sin decir. También como escritor, pintor, fotógrafo y editor me interesa el cuento que hay detrás de lo que se muestra. Como espectador deseo participar en el contar, tomar mis propias decisiones sobre lo que veo y escucho, y que las películas me dejen con preguntas como “¿Y ahora qué?”, “¿Qué quedó por decir?” o “¿Qué más pasó entre ellos?”. No me gusta que me lo den todo mascado, que me traten como espectador pasivo. Tampoco me interesa hacer cine simplista que no deja lugar al público para usar su imaginación y participar en lo que observa y escucha.
Por cierto, ¿ha tenido que dirigir alguna película en la sombra, como les ha ocurrido a tantos actores?
No. He sido productor cuatro veces, y he participado en unas cincuenta películas, más o menos, como actor. Nunca he querido tomar las riendas en la sombra. Apoyar a base de estar presente y, cuando sea oportuno y constructivo, sugerir ideas para sacar el mayor provecho posible de lo que se prepara para rodar siempre que el director o la directora lo pida o le dé la bienvenida, sí. Hacer cine bien es cuestión de un esfuerzo colectivo que fluye y crece al adaptarse a los obstáculos con los que las producciones siempre tienen que enfrentarse, pero al final, idealmente, la película debe de ser la suma de una serie de decisiones creativas tomadas por quien la dirige.
¿Cómo se definiría como actor? ¿Meticuloso, disciplinado, rebelde?
Yo diría que preparado para jugar bien con los demás.
Le saca a Lance Henriksen, que interpreta a su padre, unos registros increíbles. ¿Cómo dirige a los actores? ¿Cómo se dirige a usted mismo?
Dejo las puertas abiertas a lo imprevisto y me adapto a lo que trae cada día, pero valoro mucho la preparación previa al rodaje. No es posible pecar de esforzarse demasiado en la preparación de una filmación. Si todos los actores y todo el equipo se saben los textos y entienden su papel en el trabajo colectivo, llegan listos para escuchar y observar tranquilamente todo lo que pasa y se dice en el rodaje; lo pasan mejor que los que no se responsabilizan de prepararse.
El impulso inicial al querer contar Falling era el deseo de explorar lo que siento por mis padres y lo que me han enseñado» Viggo Mortensen –
¿Realmente se ha inspirado en algunos aspectos de su propia familia?
El impulso inicial al querer contar Falling era el deseo de explorar lo que siento por mis padres y lo que me han enseñado. Esa fue la base, aunque la historia de esta película es sobre una familia ficticia.
¿Por qué cree que hay tantos hombres que, como se muestra en el filme, creen que no han estado a la altura de lo que sus padres esperaban de ellos?
No lo sé, y no presumo de saber lo que ocurre con otras personas. Lo que sí pienso y creo natural es que a cada nueva generación se le presenta el desafío de salir de la sombra de la generación anterior, sin importar el amor o cuidado recibido o negado de parte de los padres, para encontrar su propia identidad y valores. Una persona es la suma de muchas influencias, pero al final es un ser único, con sus pensamientos y necesidades, con el derecho a sentir lo que siente.
En la película se muestra el machismo, el poder patriarcal, se entrevé la violencia…
Creo que ofrece una observación limitada de diferentes modelos de la masculinidad y de modelos de familia, y, por otro lado, trata de la búsqueda del perdón a base de la aceptación de los demás, tal y cómo son, y de uno mismo, tal y como se es. Lo importante en nuestra historia era mostrar una familia muy diferente a la antigua presidida por un padre autosuficiente, anti social, misógino y cada vez menos compasivo.
Debut en 1985
Del contrato de un día a una carrera de casi medio siglo
Empezó contratado para solo un día de rodaje, recuerda Viggo Mortensen, de su primera aparición en el cine, en 1985. “Tenía dos escenas y una sola frase en ese “alemán” singular de los amish”, explica de su experiencia en Único testigo. Y se explaya: “Hacía calor, y la granja donde filmábamos estaba en el fondo de un valle hermoso. El director, Peter Weir, y su fotógrafo, John Seale, tenían muy buena relación y el rodaje fue tranquilo y profesional. Me impresionó para bien todo lo que hacía el equipo. Muy eficaces todos, muy felices en su trabajo. Ese día, al terminar mi breve actuación, el director me preguntó si quería quedarme unas semanas adicionales para hacer de hermano menor del personaje amish que interpretaba Alexander Godunov. Acepté alegremente, y pasé un lindo verano en la zona de Lancaster, Pennsylvania, aprendiendo muchas cosas sobre como se rueda una película. Tuve una primera impresión algo incorrecta de lo tranquilo que era hacer cine. Luego me di cuenta de que no todas las producciones se preparan y se ruedan tan bien”.
Al observar la familia moderna que muestra parece que, en estos asuntos, se ha avanzado bastante y para bien…
Está formada por dos padres del mismo sexo, pero no era necesario ni deseable que ellos se destacaran por ser extravagantes en su gestualidad o maneras de ser y, por tanto, que compusieran una familia que pudiera considerarse extraordinaria. La idea era que fueran de lo más común y corriente. La homosexualidad de mi personaje no es lo más importante de la historia, y tampoco depende de ello la dinámica conflictiva entre él y su padre. Lo que destaca positivamente en la familia que ha construido con su marido es que se basa en escucharse, entre ellos y a su hija, en el respeto y en que intentan solucionar sus diferencias de opinión a base de buena comunicación y empatía.
En usted se da cita lo danés, lo español, lo norteamericano, canadiense, argentino… ¿En qué cree que le ha influido ser el resultado de una mezcla de culturas tan interesante?
Supongo que el haber crecido con diferentes idiomas y haber sido expuesto a diferentes culturas y paisajes me ha inculcado cierta curiosidad por lo distinto y lo desconocido. Quizás también me ha llevado a aceptar que no se puede saber todo sobre los demás y de dónde vienen; que cada persona y lugar tiene su misterio.
¿Qué es para usted ser una estrella?
No entra en mi vocabulario cotidiano la palabra, ni influye en mi forma de ver o hacer cine.
Con tantos estupendos personajes a sus espaldas ¿Disfruta de saber que pasará a la historia del gran cine gracias a Aragorn, que ya no podrá tener otro rostro que no sea el suyo?
El haber participado en la trilogía de Peter Jackson me ha dado acceso a muchas oportunidades en mi oficio. La labor de construir el personaje de Aragorn fue un regalo que siempre agradeceré. Fue una etapa especial para mí, y un personaje singular, pero seguro que otros lo harán de otra manera.
Con el racismo otra vez ocupando las portadas informativas, la verdad es que volver a ver Green Book es como un soplo de aire fresco…
Green Book ya es, para mí, un clásico del cine hecho en Estados Unidos, lo que es un dato elocuente por sí mismo en ese sentido. Una excelente muestra de una historia bien contada, a la altura de lo mejor de Preston Sturges, por ejemplo.
Todo esto comenzó para usted en 1985, en el plató de Único testigo, película a mayor gloria de Harrison Ford. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué ha encontrado por el camino?
He seguido buscando formar parte de producciones que trabajan como esa de Peter Weir hace 36 años y, a veces, las he encontrado con gente como David Cronenberg, Jane Campion, Matt Ross, Agustín Díaz Yanes, Peter Farrelly, David Oelhoffen, Peter Jackson, Ana Piterbarg y muchos otros buenos directores al mando. He tenido mucha suerte con esto, y esas experiencias me han enseñado a trabajar de una manera más o menos eficaz como actor, y ahora como director y productor.
Pintor, poeta, fotógrafo, actor, director, músico… ¿Es consciente del privilegio que supone ser capaz de hacer todo eso? ¿De ser un creador?
Pienso que cada persona puede encontrar lo suyo y darse cuenta de que es, en el fondo, creativo o con deseo y posibilidad de comunicar. Todos, en nuestra manera de observar y escuchar, de estar en el mundo, interpretamos y podemos expresar lo que pasa a nuestro alrededor. No hace falta ser un artista, de la manera en la que entendemos el término convencional, para considerar lo que nos pasa en la vida, para grabar en nuestras mentes lo que eso significa para nosotros, para opinar sobre lo que nos atrae y nos repele, para expresar lo que encontramos bello o atractivo. Los niños pequeños no se ven como artistas o no-artistas. Los adultos tampoco deberíamos hacerlo.
Ya ha cumplido los 60. ¿Cómo lleva el paso del tiempo? ¿Hay algo bueno en hacerse mayor?
Lo mejor de cumplir años es que uno ha tenido más tiempo para aprender cosas nuevas y, sobre todo aprender de sus errores. Tanto en relación a las personas con las que interactúa como en su trabajo. O no. Depende de la actitud que uno tenga hacia los demás y hacia el inexorable reloj.
Usted siempre ha apoyado la lucha contra el desgaste y deterioro sistemático del planeta. ¿Cómo valora la situación en la que nos encontramos?
Terrible, pero la esperanza nunca se pierde del todo. Siempre tenemos la oportunidad para hacer algo positivo, la posibilidad de colaborar para encontrar soluciones, de ser menos egoístas y destructivos. Cada vez es más obvia la interconexión de las especies y los espacios naturales del planeta. Si uno no es consciente de ello en esta época de la pandemia global de la Covid-19 y ante las consecuencias del nocivo comportamiento de los seres humanos hacia el medio ambiente, es que no está prestando atención o que su egoísmo le impide reconocerlo.
¿Le apetece hablar de Trump?
Lo encuentro necesario, como lo es hablar de cualquier político o partido político que miente descaradamente, daña al planeta y los seres que lo habitan con sus palabras y acciones, que busca el poder a base de promover la intolerancia, la confusión, y el odio. Eso existe en todos los países y hay gente en todos lados que se traga ese cuento divisivo y destructivo.
Y ¿si vuelve a ganar las elecciones, logrará hacerle perder los nervios a usted que es uno de los hombres más sosegados de los que se tiene noticia?
No ganará. Puede que arme un lío extraordinario y no quiera marcharse de la Casa Blanca, pero no ganará las elecciones.