Democracia y Política

Con la ‘silla vacía’, López opaca su gesto de reconciliación

El evento que organizó la alcaldesa Claudia López el domingo para pedir perdón por los 10 muertos y 78 heridos con armas de fuego en las jornadas de protestas marcó una ruptura en el discurso y el manejo que ha habido tradicionalmente frente a los abusos de la Fuerza Pública. Pero la silla vacía que le dejó al presidente Iván Duque terminó opacando el impacto del gesto.

 

 

 

La idea de la Administración en este acto, según le dijo a La Silla Vacía el secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, era reconocer que hubo abuso de la fuerza por parte de algunos miembros de la Policía y que como Administración no pudieron evitar esas muertes; y, al mismo tiempo, buscar un espacio para impulsar una de sus propuestas y una de las peticiones de parte de la ciudadanía: la reforma a la Policía.

El viernes pasado, en la reunión que tuvo con el presidente Iván Duque, en la que le entregó a él y a la Procuraduría lo que López llamó “la evidencia del abuso policial contra ciudadanos inermes», la alcaldesa anunció que haría ese acto de perdón el domingo.

Después de esa reunión, ella dejó claro que Duque no estaba de acuerdo con la propuesta de reformar la Policía y publicó una carta al Jefe de Estado invitándolo al evento.

El sábado en la noche, el Alto Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, llamó al secretario de Gobierno para informarle que el Presidente no iba a asistir pues tenía otros compromisos (de su agenda privada y que hasta ahora se desconocen). Pero que él (Ceballos) y la consejera para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez, estarían presentes en representación del Gobierno Nacional.

Pese a que la Alcaldesa ya tenía claro que el presidente Duque no iba a asistir y que en su representación estaban presentes en el acto sus dos altos consejeros, de todas formas decidió dejar una silla vacía para el mandatario con su nombre y hacer aún más evidente su ausencia. De hecho, fue Canal Capital, el canal de la Alcaldía, el que enfocó la imagen que empezó a circular por muchos medios de comunicación.

“Cuando nos informaron que el Presidente no iba, de todas formas dijimos que lo estaríamos esperando y por eso dejamos una silla para él”, dijo el secretario Gómez a este medio.

Sin embargo, uno de los asesores políticos de la alcaldesa, nos reconoció off the record, que la silla se había dejado a propósito con la idea de reforzar la ausencia de Duque.

Blu Radio reveló que el asesor de marketing político Augusto Reyes había sido el artífice de la estrategia. Pero la movida no salió bien y le llovieron críticas a Claudia López desde sectores tan distintos como la Colombia Humana y el Centro Democrático.

El analista político Camilo Granada aseguró “ese gesto empañó un acto que había sido asertivo. No era necesario. Hoy mucha gente no está hablando del acto de reconciliación, sino de cómo López usó ese momento para enviar un mensaje político”.

Y es que para el domingo la falta de empatía de Duque con las víctimas había quedado en evidencia: Solo 36 horas después de que murió a golpes propinados por los policías del CAI de Villa Luz, mencionó a Javier Ordóñez por su nombre; fue enfático en resaltar la “gallardía” de la Policía “para que se hagan las investigaciones”, y en pedir que no se estigmatizara a la Policía por los abusos que catalogó como “casos aislados”.

La reacción del Presidente fue la de rutina y por eso el gesto del evento de la Alcaldesa, en el que mencionó uno a uno los nombres de las víctimas y pidió perdón personalmente a cada familiar y en el que identificó que existe un problema de abuso policial que va más allá de unas manzanas podridas, marcó una ruptura frente a ese discurso de ‘defensa institucional’ de Duque, que fue el mismo que tuvo su antecesor Enrique Peñalosa cuando mataron a Dilan Cruz

Claudia López, además, ya había logrado imponerle la agenda una vez más al Presidente pues muchos líderes de opinión estaban hablando de la necesidad de reformar a la Policía y había logrado posicionarse como la líder que asume la vocería de una ciudadanía indignada, en este caso con la Policía.

¿Qué función tenía, entonces, la silla vacía?

Calos Suárez, analista de la red de la Silla Vacía, piensa que esa movida de la Alcaldesa tiene una explicación política y es “consolidar el centro como una opción presidencial para 2022”.

Con la silla vacía pone en evidencia la desconexión de Duque con la ciudadanía, y al hacerlo, impide que su rival Gustavo Petro sea el único representante del descontento en las calles y contra el gobierno.

Desde que López fue elegida alcaldesa de Bogotá, derrotando al candidato de Petro, el líder de la Colombia Humana ha intentado ‘empujarla’ hacia la derecha, criticando que muchas de sus banderas y programas son las mismas de Peñalosa. Enfilando baterías contra el Presidente, ella se reposiciona en el centro.

Aunque López no puede ser candidata presidencial para el 2022 salvo que dejara botada la Alcaldía a medio camino -algo que ha dicho que no haría y que sería muy costoso políticamente en todo caso- López sí es un factor de poder clave para articular la opción de centro en la próxima carrera por la Casa de Nariño y para demostrar que la elección no tiene que ser entre el petrismo y el uribismo.

De paso, como dice el politólogo y Magister en seguridad y defensa, Miguel Silva, confrontando directamente al Presidente, López se mantiene en el escenario nacional.

“Eso la perfila para las elecciones del 2026”, dice.

No es la primera vez que López usa un tono confrontacional con el Presidente cuando está bajo presión en una situación crítica.

Ya lo había utilizado en mayo cuando le reclamaban por no tener listos los dos mil ventiladores que ella misma había dicho que necesitaba la ciudad para enfrentar el pico del covid. Para ese momento, le echó la responsabilidad a Duque de que la ciudad no estuviera lista, pese a que los equipos que ella pidió tampoco habían llegado.

También lo hizo frente a la disparada del desempleo en Bogotá tras largos meses de cuarentena.

Ahora, cuando a López le reclaman “¿dónde está la jefa de la policía?” por el caos de los últimos días, haciendo referencia a las palabras que ella usó contra el exalcalde Peñalosa cuando un miembro del Esmad asesinó a Dilan Cruz, ella reparte esa responsabilidad una vez más con el presidente Duque.

Un diseño raro

Dado el diseño institucional tan particular que tiene la Policía, gestos como el de la silla vacía pueden terminar volviéndose contra los bogotanos.

López, como alcaldesa y jefe de Policía, determina en sentido amplio las funciones administrativas de la policía metropolitana: por ejemplo, los días de pico y placa que los agentes deben hacer respetar, o las calles que deben bloquear para una manifestación. Pero no puede decirles cómo hacer su labor. No es su jefe operacional.

Como le explicó un veterano de la Policía a La Silla, este diseño institucional es producto del ‘síndrome del 9 de abril’. Para evitar la politización de la policía, se decidió que estuviera adscrita al Ministerio de Defensa y que el Presidente fuera su comandante en jefe.

El aumento de pie de fuerza en la ciudad, el número de policías por CAI y las posibles reformas que se den a esta institución no dependen del alcalde, sino del Presidente vía su ministro de Defensa que (por lo menos en teoría) es el jefe del comandante de la Policía.

Como la alcaldesa no puede trasladar policías ni nombrarlos ni echarlos, en términos prácticos, la fluidez de su relación con la Policía depende principalmente de su relación personal.

Es por eso que, aunque políticamente a López le puede servir enfilar baterías contra el Presidente para amortiguar la indignación y posicionar su discurso de centro con miras al 2022, la confrontación con Duque puede golpear de frente la promesa que le hizo a los bogotanos de reducir los homicidios y bajar los hurtos a personas.

 

 

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