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Informe ONU Venezuela: La perversión de un régimen en 400 páginas

Descarnado y sólidamente sustentado, coloca al régimen de Nicolás Maduro en su peor disparadero. A continuación los puntos clave de un informe que ya tiene impacto internacional

Mucha desconfianza, ante los ingentes y complejos problemas del mundo, existe sobre los documentos y exhortos que emanan de los organismos internacionales.

Paquidérmicos, usualmente lentos y sin productos vinculantes para las realidades que abordan, los ciudadanos tienden a pensar que son simples saludos a la bandera, que no surtirán el efecto esperado de incidir en los procesos y menos detener los abusos y agresiones contra los derechos humanos.

No obstante, el más reciente informe procedente de Naciones Unidas sobre Venezuela aporta unos ingredientes que hacen pensar en un abordaje de gran calado acerca de la situación venezolana.

Se trata de un trabajo que todo venezolano debe leer y asimilar. Y no sólo los venezolanos, pues el riesgo de padecer una situación semejante gravita sobre el continente y, de hecho, sobre varios países del mundo. Es preciso tener en cuenta que no siempre se retiene en la conciencia las evidencias de la perversidad de un régimen mientras se le tiene encima.

Todo es convulso, todo pesado, todo oculto. Y la certeza de estos horrores debe servir, no sólo para mover al mundo sino para remover, sobre todo, los resortes libertarios de los pueblos. Ellos están intactos – a eso no se renuncia- pero adormecidos por las inmensas carencias que impone un populismo de cuño socialista y, en el caso de Venezuela, también por los errores de una dirigencia política de oposición que ha perdido el norte.

Los mecanismos represivos al descubierto

Lo primero que destaca, además de su sólida y detallada recopilación de casos que conduce a una imbatible argumentación contra el Estado venezolano y sus mecanismos represivos, es la singularización de responsables concreto, los tres jerarcas del régimen, comenzando por Nicolás Maduro, flanqueado por su máximo jefe militar y el ministro del Interior.

Ello son responsables concretos y presentes por delitos de lesa humanidad y deberán responder, no sólo ante el Estado venezolano sino ante tribunales internacionales.

El trabajo determina los crímenes políticos cometidos en contra de los venezolanos desde 2014 hasta el 2019. Crímenes de lesa humanidad. Los indicios son contundentes. La Misión investigó 223 casos, de los cuales 48 se incluyen como estudios de casos exhaustivos en el informe de 443 páginas.

Adicionalmente, la Misión examinó otros 2.891 casos para corroborar los patrones de violaciones y crímenes. Igualmente fueron investigados 16 casos de operaciones policiales, militares o conjuntas que dieron lugar a 53 ejecuciones extrajudiciales. También examinó 2.552 incidentes adicionales en los que se produjeron 5.094 muertes por las fuerzas de seguridad, aunque no todos fueron necesariamente arbitrarios.

Patrones y políticas

Identificaron patrones de violaciones y crímenes altamente coordinados de conformidad con las políticas del Estado y parte de un “curso de conducta tanto generalizado como sistemático”, constituyendo así crímenes de lesa humanidad. Torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, incluidos actos de violencia sexual y demás técnicas salvajes de reducción y desmoralización.

Se refleja, por ejemplo, el dramático caso de un militar duramente torturado y asesinado, el ex capitán de la Marina Rafael Acosta Arévalo; el de un civil, concejal de Caracas, Fernando Albán, asfixiado y lanzado por una ventana del décimo piso de la sede de inteligencia militar en pleno centro de la ciudad; y el caso, por supuesto, de tantos jóvenes asesinados en las calles de nuestras principales ciudades cuando protestaban pacíficamente.

Todo ello, aparte de una serie de procedimientos truculentos de una dureza pocas veces vista en nuestro continente.

Los expertos, a los que el gobierno venezolano no permitió el acceso al país documentaron, empero, casos de ejecuciones extrajudiciales, secuestros, torturas y violencia sexual perpetrados por las fuerzas de seguridad venezolanas desde 2014.

Y lo más revelador, la impunidad. La gran mayoría de las muertes ilegales cometidas por las fuerzas de seguridad no han dado lugar a enjuiciamientos y en ningún momento se ha llevado ante la justicia a los funcionarios con responsabilidad de mando.

Culpables flagrantes

Queda claro que Maduro y sus ministros del Interior y Defensa no solo estaban al tanto de los crímenes, sino que dieron órdenes, coordinaron operaciones y suministraron recursos. Por ello, según la Misión para la Determinación de los Hechos en Venezuela, «hay bases razonables» para creer que tanto el presidente como los ministros del Interior y de Defensa contribuyeron a la comisión de crímenes que entran dentro de la categoría de lesa humanidad.

«Las autoridades dieron ayuda esencial, incluida material, logística y en recursos humanos, que era necesaria para las operaciones de seguridad e inteligencia que resultaron en la comisión de los crímenes», se lee en otra parte del documento.

El detalle final, el poder judicial de Venezuela no sirvió para controlar a otros agentes del Estado. Es necesario seguir investigando hasta qué punto la influencia política indebida ha obstaculizado la independencia judicial.

La señora Bachelet

Michelle Bachelet, fuertemente cuestionada por su ideología de izquierda, ha probado ser sincera en su preocupación por los derechos humanos. Militó en la izquierda chilena, su padre fue un militar allendista y su trayectoria la ubica en una parte de la historia de esta continente, hoy desacreditada al extremo por los desaguisados del socialismo del siglo XXI. Toda esta rocambolesca saga de ruina y muerte la precedía en su ejecutoria política en el sur de América.

Pero ahora, los recelos sobre ella y su ejecutoria al frente de Alta Comisionaduría en ONU están esfumándose para dar paso a un genuino reconocimiento. Ha encendido las luces en la oscuridad.

El admirable trabajo de Bachelet, que incluyó una emotiva y cargada visita a Venezuela, ha removido las fibras más sensibles del alma internacional y ha fijado los ojos sobre un país sufrido y sufriente que ya no necesita más probar que languidece bajo un régimen cruel e inhumano, que ha instalado la cultura de la muerte y del que ningún país sale sin el respaldo de una alianza internacional que meta presión y monitoree las sístoles y diástoles de un régimen corrupto hasta la última fibra.

«Piel de gallina»

Lo que antes fue un malévolo recurso, la represión sin medida, para escarmentar a la población en sus pretensiones de deshacerse de un régimen dictatorial, detenciones arbitrarias, desapariciones a corto plazo y torturas que se dirigieron contra la población civil como parte de una política para silenciar la oposición al Gobierno de Maduro, hoy se revierte y representa el mayor de los riesgos que enfrenta el madurismo y sus lugartenientes de cara a su incierto y peligroso futuro.

Este 15 de septiembre, una vez conocido el informe, se podía cortar con cuchillo la rigidez entre el Palacio de Miraflores y Fuerte Tiuna. Como si una gigantesca liga se tensara entre ellos y amenazara con reventar. En verdad, espeluzna.

El informe ha generado tantas reacciones de repudio y alarma que ello tenía a las cabezas del régimen sin palabras. Algún ministro ha balbuceado nimiedades y Maduro aún calla. El mundo entero tiene la mirada sobre lo que ocurre en Venezuela,  se estrechan los márgenes de maniobra de la camarilla para desvirtuar los graves señalamientos en su contra así como también sus posibilidades de sortear con éxito las consecuencias.

Ya no todos dormirán tan tranquilos cohabitando con este Estado fallido. Entre los mismos colaboradores de Maduro ya estarán rechinando los dientes. Cuántos lo acompañarán hasta el final es la gran interrogante. Lanzarse con él al precipicio no parece ser la opción.  Será cuesta arriba justificar a un régimen como el que se describe con lujo de detalles y menos legitimarlo con elecciones fraudulentas convocadas y controladas por él.

Sobre Venezuela ha caído un rayo de esperanza.

Leer informe completo aquí 

 

 

 

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