Democracia y Política

Machado Ventura: ni joven ni mujer

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Machado Ventura en 2012, en el VIII Pleno de la Dirección Nacional de los CDR. (JCG)

Si alguien encarna la ortodoxia más rancia del sistema político cubano, ese es sin dudas José Ramón Machado Ventura. De andar achacoso y poder infinito, el vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, representa el ala más reaccionaria e inmovilista del Gobierno en la Isla. De ahí que el excesivo protagonismo que ha ganado en los medios durante las últimas semanas preocupe a muchos.

Machadito, como le dicen sus mayores, ha protagonizado en este verano desde visitas a centrales azucareros y una reunión con ganaderos hasta el discurso de clausura del congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, una jornada del X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas y las palabras de conclusión este sábado del Consejo Nacional de la Federación Estudiantil Universitaria. Todo esto, aunque él no es ni campesino, ni mujer y mucho menos joven.

Tantas fotos y declaraciones que ha publicado la prensa oficial sobre el segundo secretario del Comité Central del Partido van dándole forma a una pregunta en la mente de muchos cubanos. ¿Será que la línea más dura ha terminado por imponerse sobre los reformistas que potencialmente formarían parte del poder en Cuba? Las frecuentes apariciones de Machado Ventura en la escena pública no dejan lugar a la esperanza.

¿Será que la línea más dura ha terminado por imponerse sobre los reformistas que potencialmente formarían parte del poder en Cuba?

El hombre de los arbolitos le llaman algunos a este funcionario, leal hasta los tuétanos y gris desde todas las mitocondrias de sus células. A él se le adjudica una circular que prohibió la exhibición de árboles de Navidad en hoteles y lugares públicos en 1995. Años después, la vida se impuso a sus designios y ahora los Santa Claus y las luces de colores se ven por todas partes desde los primeros días de diciembre, en un desafiante gesto que no debe gustarle nada a este médico de profesión, quien ya olvidó la última vez que trató a un paciente.

Este octogenario, que se muestra como si supiera de todo, representa lo que debe terminar de una vez y por todas en Cuba. Él encarna ese poder casposo que sólo se acerca a los de abajo para exigirles mayor eficiencia y más sacrificios. En su persona se resume el despotismo, la arrogancia, la superioridad de quien hace décadas no se sube a un ómnibus, ni cuenta los centavos para comprar un kilogramo de pollo y mucho menos siente el frío vacío de un refrigerador que se mantiene con un salario promedio mensual.

Para suerte del futuro, Machado Ventura será de esos rostros que se perderán en la historia. Como en unos de esos chistes que se hicieron tan populares en Europa del Este y después saltaron a esta Isla, cuando alguien busque su nombre en alguna enciclopedia encontrará apenas una ficha sucinta. Quizás dirá que fue un «cuadro del Partido Comunista de Cuba, quien vivió en la época en la que los cubanos retomaron la práctica de colocar árboles y guirnaldas durante las Navidades».

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