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Oswaldo Páez-Pumar: Mejor si no fuera venezolano

 

 

No piense lector que estoy renegando de mi ciudadanía. Lo que ocurre es que siendo como lo soy y dada la circunstancia de que con mi escrito voy a tratar de reforzar lo dicho por otro venezolano hoy residenciado en Bogotá, aunque desde luego él no lo necesita pues se vale por sí solo, ya oigo repicar en mis oídos, se diga o no se diga, se escriba o no se escriba, que cuanto dijo mi paisano y ahora digo yo, tiene por única explicación nuestra condición de venezolanos, que acuden a respaldar a sus compatriotas en Bogotá que son los causantes, más bien autores, de los homicidios, más propiamente del incremento de los mismos en la ciudad de Bogotá, como lo ha expresado la Alcadesa de la ciudad, Claudia López; por lo que el remedio a ese mal inesperado que arroja sombras sobre su magnífica gestión es expulsarlos, repatriarlos a Venezuela de donde nunca debieron salir y a quienes nunca se debió admitir.

No sé, ni me interesa saber, si está próximo a expirar el mandato para el cual fue electa la alcaldesa y por lo tanto próxima una elección para nombrar alcalde o alcaldesa para un nuevo período. Lo que sí me parece que puedo respirar de la sumaria información que le doy a mis lectores, es que lo dicho por ella reviste la forma de una explicación para la población de la ciudad según la cual, ese incremento de los homicidios es enteramente ajeno a su gestión como alcaldesa. Se trata de un hecho que escapa a su control, pues no le corresponde a la Alcaldía el control migratorio y el descontento que seguramente debe causarles a los pobladores de la ciudad de Bogotá ese detestable hecho, debe canalizarse hacia los responsables, no hacia ella.

Es como si la Alcaldesa les dijera “yo no fui, orienten su explicable y natural descontento a quienes son los responsables de que se produjera ese infortunado y desgraciado avatar”.

Desde luego no pretendo contradecir lo expuesto por la alcaldesa pues ocupando el cargo que ocupa y siendo una residente de Bogotá que puede pulsar día tras día lo que ocurre en su ciudad, tendría yo que ser francamente un entrometido para desde una lejana y cómoda posición que no se ve afectada por ese incremento de los homicidios, tratar de pontificar y juzgar a la Alcaldesa que lleva el día a día de los acontecimientos, por dos simples afirmaciones: la primera, que el incremento de los homicidios tiene por causa la presencia de los migrantes venezolanos y la segunda que la solución es “devolverlos” a Venezuela.

Lo que me impulsa a escribir es una deformación profesional. Soy abogado, titulado en agosto de 1964, hace 56 años y 3 meses y aprendí y no he olvidado que el homicidio es un delito, que debe ser sancionado de acuerdo con las leyes del lugar donde ocurre y por los jueces naturales, que son los del lugar. De manera que la alcaldesa propone una solución que repugna a mi razón y desde luego a mi “deformación profesional” porque los autores de los homicidios, aún solo en grado de complicidad o de cooperación es allá donde deben ser juzgados, no en Venezuela donde no han cometido esos delitos. Enviarlos a Venezuela es “cooperar” con los autores para que escapen a la sanción que justicia debe imponerles, pero para ella parece privar el interés de su imagen ¿para una reelección? No puedo afirmarlo, pero me es imposible no sospecharlo.

 

 

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