Sembrar la duda
Las elecciones presidenciales del martes 3 de noviembre en Estados Unidos, lejos de poner fin a un proceso donde las noticias falsas y la desinformación impusieron la agenda, solamente marcaron el inicio de una nueva etapa donde la mentira ya no solo afectaba al otro candidato sino al mismo sistema electoral.
La noche del 5 de noviembre Donald Trump daba un discurso desde la Casa Blanca con gran expectativa. Solo minutos antes, medios y agencias de noticias habían dado a Joe Biden como ganador de la contienda presidencial. En un momento, el Presidente Trump dijo: “esto es un fraude al pueblo estadounidense, es una vergüenza para nuestro país”.
Varias de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos cortaron la transmisión en directo. Y más allá del debate acerca de la pertinencia de la decisión de los medios de haber sacado del aire las declaraciones del presidente, estaba claro que las palabras de Trump suponían un torpedo a la línea de flotación de la credibilidad del sistema. Lo peor de esta trama estaba por venir.
Perder hoy, ganar mañana
Ya desde antes de las declaraciones del mandatario se asomaban indicios de cómo se podrían mover las cosas si el proceso resultaba reñido. El mismo día de la elección, los reclamos y afirmaciones sobre las denuncias de presunto fraude en el escrutinio de votos en las elecciones en Estados Unidos se volvieron moneda corriente en las redes sociales. Según estas denuncias, al presidente Donald Trump le habían robado la victoria.
Algunas cuentas de Twitter con muchos seguidores promovieron teorías conspirativas, incluyendo una según la cual los trabajadores electorales en el condado de Maricopa, Arizona, les habían dado a los simpatizantes de Trump bolígrafos que no podían ser detectados por los escáneres de boletas.
Entre otras denuncias que se hicieron virales y que fueron verificadas y desmentidas por la DW, destacó un video en el que se describió cómo ocurrió la quema de papeletas de votos enviados por correo; un supuesto conteo unilateral de votos dio una ventaja sorpresiva a Biden en Wisconsin; la aparición sufragios nuevos e ilegales después del cierre de las mesas, así como unas papeletas encontradas a última hora en Detroit.
Quizás la denuncia más temeraria fue la que involucró al régimen de Maduro en el fraude que impidió la reelección de Trump. Rudy Giuliani, abogado de Donald Trump, asegura que el software que empleó la empresa Dominion Systems en las máquinas electorales usadas en algunos condados de Carolina del Norte, Nevada, Georgia, Michigan, Arizona y Pensilvania fue diseñado por Smartmatic, que hasta 2018 fue responsable de las elecciones automatizadas en Venezuela.
“Tales falsedades descontroladas incluso han ganado una mayor audiencia, al incluir a inmigrantes menos familiarizados con las instituciones de la democracia estadounidense. En esencia, estas afirmaciones falsas señalan que las elecciones están “amañadas” en perjuicio de Trump”, señalan las periodistas Patricia Mazzzei y Nicole Perlroth.
Todo eso ocurrió durante la semana de las elecciones, mientras “muchas personas seguían enfocadas en las redes sociales con la esperanza de obtener información nueva, lo que hace que sean propensos a encontrar información errónea”, dijo a New York Times Joan Donovan, directora de investigación del Centro Shorenstein de la Universidad de Harvard.
Rodilla en tierra
¿Pero qué buscan Trump y sus partidarios manteniendo con fuerza esta campaña de desconocimiento del proceso electoral en la opinión pública, toda vez que la estrategia legal para desafiar el resultado de las elecciones en los tribunales parece no estar dando resultados?
David Parker, profesor de ciencia política en la Universidad Estatal de Montana, cree que una razón por la que se niega a conceder las elecciones tiene que ver con tratar de ser relevante entre los más de 70 millones de votantes que lo respaldaron. Parker advierte que la actitud de Trump puede “socavar la capacidad de Biden para gobernar y presionar a los legisladores republicanos en el Congreso que, de otra manera, podrían trabajar con Biden, para luego poder postularse en 2024 apuntando a un fracaso del gobierno”.
Y es que pese a la falta de evidencia de fraude, la mitad (52 %) de los republicanos cree que Trump “ganó legítimamente” la elección, según una encuesta de Reuters/Ipsos difundida el 18 de noviembre, con lo cual, más allá de quién sea el huésped de la Casa Blanca a partir de enero de 2021, las noticias falsas lograron que la confianza en el sistema electoral de EE.UU en la actualidad no goce de buena salud.