Periscopio Universitario – La academia en manos de la sombra: Realidad de la educación venezolana
Actualmente Venezuela es un país sumergido en la controversia, siendo de conocimiento internacional su situación de crisis y el accionar despiadado de un régimen que desde hace muchos años ha cercenado la libertad de todos los venezolanos. Una de las esferas más afectadas por el chavismo ha sido la educación; para nadie es un secreto que en Venezuela existen altos niveles de deserción estudiantil y profesoral, todo esto debido a un común denominador, una crisis que ha transformado algo tan preciado como lo es la educación, la formación de profesionales en simples trabajadores de una economía informal que crece cada día mas.
La precariedad en la que viven muchas familias venezolanas, toda la sociedad, obliga a muchos padres a retirar a sus hijos de las aulas por no contar con recursos para que puedan seguir su formación; podemos observar cómo la descomposición de una sociedad llega hasta el punto más extremo cuando niños menores de 13 años salen a trabajar no solo para ayudar en el hogar, sino que a veces es su único medio de subsistencia. Jóvenes que por obligación -más que por una elección- dejan pupitres y aulas vacías, buscando una forma de generar ingresos de manera informal. De la misma manera, los estudiantes universitarios ante el panorama de un futuro incierto abandonan su carrera, su casa de estudios, sus aspiraciones y sueños de crecer y convertirse en profesionales, por un salario insuficiente para cubrir las necesidades más básicas. Dónde emigrar se ha vuelto la opción más efectiva para la juventud. En cuanto a los educadores, algunos siguen impartiendo conocimiento por el deseo de no dejar morir los espacios de formación que son tan importantes en una nación, pero lo que no vemos es que ser profesor en Venezuela es una labor prácticamente gratuita igual que lamentable. ¿Por qué? El salario de un profesor venezolano solo puede cubrir el gasto de un pasaje en transporte público, debido a un régimen que ha hecho que las profesiones sean ejercidas a cambio de pagos efímeros o inexistentes lo cual genera esta carencia de incentivos que ha llevado a muchos a desertar de sus funciones.
El medio físico de los espacios donde se lleva a cabo la educación es el reflejo de los desmanes a los que el gobierno de Nicolás Maduro ha sometido la educación venezolana; se pueden observar escuelas y universidades inmersas en un profundo deterioro y no aptas para continuar las actividades formativas, sin recibir ningún tipo de soluciones a sus problemáticas, en un abismo de orfandad. Un claro ejemplo es la Universidad Central de Venezuela, conocida como la casa que vence la sombra y una de las universidades que más reconocimiento tiene en el país, no sólo por lo imponente de su infraestructura sino también por la calidad de sus estudiantes y profesionales. Hoy en día es una de las principales víctimas del régimen, que se ha encargado de violar su autonomía, reprimir a sus estudiantes y tratar por todos los medios posibles de tomar el control para imponer medidas de adoctrinamiento en el pensum académico.
Uno de los elementos que ha vulnerado más la educación del país ha sido la pandemia por COVID-19 que paralizó al mundo y con ello detuvo las actividades académicas. En Venezuela se cuenta con un ineficiente servicio eléctrico y con una de las peores conectividades a internet en el mundo, lo que representa una dificultad para desarrollar una modalidad de clases en línea; esta situación produce un retraso para algunos estudiantes y significa abandonar la formación para quienes con imposibilidad de conexión a internet no tienen otra opción.
La situación de Venezuela es cada vez más compleja, la carencia de oportunidades y de reconocimiento al mérito da como resultado una juventud con poca motivación a la formación y que ve en la emigración la vía más adecuada para la realización personal. Una mirada a la realidad de los estudiantes y profesores venezolanos nos demuestra que la academia está en manos de la sombra, de un régimen cuyo objetivo es la destrucción total de la educación por ser la herramienta que les permite a los individuos oponerse a la opresión de sus libertades y los previene de toda obediencia ciega. La educación venezolana está en manos de un gobierno que requiere de masas ignorantes para asentar y acrecentar más su poder sin presiones, por lo que le es conveniente agotar al sistema educativo.
La incertidumbre crece cada vez más, no se ve una salida clara a esta grave situación, y con ello surge una gran preocupación sobre el rumbo que tomará Venezuela, llevada por la ignorancia y sin profesionales que puedan garantizar su libertad en el futuro. Mientras tanto un régimen que genera muchedumbre y masas ignorantes, donde la prioridad y los recursos del Estado son distribuidos entre ellos, donde la planificación de una cuarentena significa que no hay clases presenciales ni buscar mecanismos para generar clases a distancia, pero una planificación más que absurda donde las tiendas, centros comerciales y bodegones son más beneficiados que la educación y la formación. Ha sido una larga lucha, no solo en esta pandemia sino en todos los años donde por cada estudiante o profesor que deja un aula vacía, se pierde una oportunidad de construir un gran país.
Vanne Tovar y Cesar Morán: Estudiantes de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la Universidad Central de Venezuela (UCV).