Otra víctima del COVID-19: La minería
Puede parecer chocante quebrar lanzas a favor de la explotación minera cuando los medios insisten en denunciar las prácticas depredadoras de los grandes consorcios que, por ejemplo, en la Guayana venezolana, con el beneplácito y la complicidad de las autoridades, van transformando en ríspido panorama lunar lo que fue siempre uno de los rincones más hermosos del planeta.
Y, sin embargo, cómo olvidar que uno de los aspectos menos conocidos de la pandemia que nos conduce por la calle de la amargura es su efecto negativo sobre la minería mundial, al trastornar el flujo regular de productos fundamentales para la economía milenial, altamente tecnológica.
Y no solo para el momento actual, porque, como indica un reportaje en la revista NATURE, los paneles solares, las turbinas eólicas y las baterías requieren de silicón, cobalto, litio y otros materiales que en una cifra tan astronómica e inimaginable como 3 billones de toneladas serán cruciales en el empeño de descarbonizar el globo al horizonte del año 2050; un estimado del Banco Mundial cuyo alcance era ya difícil de alcanzar antes de que el Covid-19 convirtiera la actividad minera en una auténtica pesadilla, obligando al cierre de cientos de minas, fundiciones y refinerías.
Los suministros están controlados por un pequeño número de compañías, como la suiza Glencore, la BHP australiana, Rio Tinto en Londres y Vale en Rio de Janeiro; y países como China, proveedora del grafito y el 90% de todas las tierras raras, que domina con grupos europeos el cobalto, el cobre, el aluminio, el tántalo, el tungsteno y el oro de la República Democrática del Congo, mientras Chile y Australia monopolizan el litio y el Sudeste Asiático la mayoría del nikel.
Sudamérica y Africa han recibido el mayor impacto de la reducción a un tercio del volumen total, con pérdidas superiores a los 9 millardos de dólares, porque, por ejemplo, según la publicación, Perú dejó absolutamente de producir hierro y estaño en abril, siguiendo el ejemplo de las minas de platino en Sudáfrica, que sólo volvieron a funcionar a media máquina, haciendo financieramente imposible su mantenimiento en el largo plazo.
El maligno coctel de recesión y virus quedó en evidencia de modo patente cuando China debió interrumpir las exportaciones de materia prima para casi la mitad de las baterías que en el mundo funcionan, porque fue precisamente en Wuhan, el principal centro manufacturero nacional, donde el Covid-19 fue descubierto a principios de este año.
Y esto se traduce en la volatilidad de los mercados, porque mientras se calcula que los precios caerán este año un promedio del 13%, otros minerales, como las tierras raras –el cerio, el itrio, el lantano y el neodimio- vitales para los chips de computación, teléfonos móviles, baterías y magnetos- son objeto de una feroz competencia.
A su vez, las economías más importantes del planeta están perfectamente al tanto de los riesgos implícitos en la coyuntura; como los Estados Unidos, que importa galio del Reino Unido, Alemania y Ucrania; tierras raras de Estonia, Malasia y Japón; litio de Argentina, Chile y Rusia y cobalto de Noruega, Japón, Finlandia y el Congo, y de China cada uno de esos materiales de importancia estratégica.
Los mercados continuarán turbulentos por lo menos durante el presente año, mientras la ralentización de la economía global deprime el consumo, forzando a constructores aeronáuticos como Boeing y Airbus y automovilísticos como Tesla, Volkswagen, Jaguar-Land Rover y Toyota a reducir su producción, en tanto que los trabajadores mineros en Zambia, Sudáfrica y en general el resto del mundo sufren las restricciones vinculadas del Covid-19.
La solución que NATURE propone incluiría el trabajo conjunto de gobiernos y especialistas bajo el paraguas del PNUD, para apoyar el sector mientras dura la pandemia, ajustar las reglamentaciones para la importación y exportación de los metales y prácticas sostenibles de extracción y el incremento del reciclaje a partir de los desechos electrónicos.
Y, como modelo, la revista propone la red de investigación EIT RawMaterials, dirigida por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología, que en 2019 creó la Asociación de la Industria de Tierras Raras para reunir académicos e industriales y fortalecer la búsqueda y la adopción de políticas, con el concurso de la Asociación China de la Industria de Tierras Raras, la Sociedad Japonesa de Nuevos Metales y la Alianza Europea de Materias Primas Críticas; para que la savia que mueve el sector tecnológico siga fluyendo a pesar del terremoto económico, ambiental y social que la pandemia ha significado para nuestro planeta.
Varsovia enero 2021