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Biden le lee la cartilla a Putin en su primera conversación como presidente

El presidente de EE.UU. buscó cambiar el tono con Rusia el mismo día de su primer contacto con el secretario general de la OTAN

Joe Biden dejó claro desde la campaña electoral que cambiaría el rumbo de las relaciones con Rusia respecto a Donald Trump. El nuevo presidente de EE.UU. lo ha cumplido al menos con el tono, a la espera del impacto de fondo de su Administración en las relaciones entre ambas potencias.

Este martes, Biden celebró su primera llamada teléfonica como presidente con su homólogo ruso, Vladimir Putin, y no siguió el guion tradicional en el inicio de relaciones diplomáticas con el que fuera su principal rival global. Desde la Guerra Fría, las nuevas Administraciones han buscado empezar el trato con buenas intenciones y con el objetivo abierto de mejorar la cooperación y la colaboración entre ambos países.

Biden, sin embargo, ha optado por un arranque mixto. Por un lado, ha propuesto una ampliación de cinco años del tratado New START sobre limitación de arsenal nuclear, el único acuerdo de este tipo que sobrevive entre ambos países y que expira el 5 de febrero. Ayer, Biden insistió en esa intención. Pero, inmediatamente después, le leyó la cartilla a Putin en una batería de asuntos que son «preocupantes» para el presidente de EE.UU.

En primer lugar, según la información proporcionada por la Casa Blanca sobre la llamada, reafirmó el «apoyo firme de EE.UU. a la soberanía de Ucrania», en referencia a la invasión de Crimea y al apoyo a milicias pro-rusas en el este del país.

Reproches

Pero hubo más: Biden también sacó a colación el ciberataque masivo al Gobierno y empresas de EE.UU. iniciado el año pasado, las recompensas por ataques a soldados estadounidenses en Afganistán, la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, el envenenamiento del opositor Alexei Navalni o las detenciones de miles de ciudadanos en protestas en los últimos días.

Biden criticó a Trump en campaña que su política respecto a Rusia era «débil» y que el expresidente era el «perrito de Putin». Trump buscó cultivar una buena relación personal con Putin -ambos se elogiaron mutuamente-, despreció la constatación de la interferencia en las elecciones que le llevaron a la Casa Blanca y mantuvo cumbres -entre ellas, una reunión a solas que sus asesores desaconsejaron- con el presidente ruso.

En la víspera de la llamada, Biden aseguró que confiaba en que Rusia y EE.UU. pueden «operar en el interés propio mutuo de nuestro países» con acuerdos como New START y, al mismo tiempo, «dejar claro que estamos muy preocupados por su comportamiento». Del contenido conocido de la llamada, lo segundo prevaleció sobre lo primero.

«Su intención era dejar claro que EE.UU. actuará con firmeza en defensa de nuestros intereses nacionales en respuesta a las acciones maliciosas de Rusia», aseguró en rueda de prensa su portavoz, Jen Psaki.

Charla sobre «asuntos habituales»

Desde Moscú, la llamada se interpretó de una forma mucho más convencional. Según el contenido dado a conocer por el Kremlin, la conversación trató los «asuntos habituales» de la relación entre ambos países, incluida la cooperación en la pandemia y relaciones comerciales y económicas. Sí se mencionó que se habló de Ucrania, de la salida del acuerdo de Cielos Abiertos -un tratado de vigilancia aérea mutua- por parte de Trump y del acuerdo nuclear con Irán, en el que Rusia participó y que Biden se plantea recuperar. Pero no se hizo alusión al resto de materias expuestas por Biden.

Es significativo que la llamada con Putin se produjo después de otra que Biden celebró con Jen Stoltenberg, el secretario general de la OTAN. En la conversación, según la Casa Blanca, se habló de «preocupaciones de seguridad compartidas, incluidos Afganistán, Irak y Rusia» y se reafirmó el compromiso de EE.UU. en la «defensa colectiva» de los países que forman parte del tratado.

En sus conversaciones con los principales líderes europeos -Biden ha hablado con Boris Johnson, Emmanuel Macron y Angela Merkel en los últimos días- se ha insistido en la necesidad de cooperación en «prioridades comunes de política exterior», siempre con la mención a Rusia.

 

 

 

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