El líder opositor ruso Alexei Navalny ha sido condenado este martes a sufrir los tres años y medio de cárcel que le quedaban pendientes de una condena de 2014 que había estado cumpliendo en régimen abierto. A esta sentencia se le descontarán los meses de arresto domiciliario, por lo que estará en la cárcel un total de dos años y ocho meses. El Tribunal accede así a la petición del Servicio Penitenciario Federal, que exigía que se sustituyera la libertad condicional en el caso de corrupción Yves Rocher por una condena real.
Tras ser víctima el pasado verano de una intoxicación con agente tóxico (de la cual los servicios secretos rusos son los principales sospechosos) el disidente fue hospitalizado en Alemania y no se pudo presentar a los controles periódicos de su ‘condena suspendida’. Poco antes de su regreso a Moscú el mes pasado, el régimen de Putin ha iniciado un proceso ‘kafkiano’ en el que los funcionarios de prisiones han alegado que no sabían el paradero de una persona a la que Putin se refirió en televisión durante su hospitalización en Alemania como «el paciente de Berlín».
Poco antes de escuchar el fallo, Navalny puso sus manos en forma de corazón desde la celda de cristal en la que afrontó el juicio. Ahora encara la condena de prisión más dura que ha tenido hasta la fecha. El régimen de Putin espera así acallar sus incómodas investigaciones sobre corrupción. Y también sus alardes de ‘ingeniería’ electoral, como cuando el año pasado orquestó, región a región, una campaña para pedir el voto para la fuerza política que más pudiera dañar la representación del partido gubernamental Rusia Unida en las elecciones locales.
Pero el envenenamiento de Navalny ha relanzado su presencia en los medios, que mayoritariamente habían logrado ignorarle. Ahora su detención del mes pasado –nada más pisar suelo ruso– y su procesamiento han resucitado las movilizaciones en todo el país.
Igual que pasó en 2012 con las grandes manifestaciones contra el regreso de Putin al Kremlin, las fuerzas de seguridad están a la defensiva ante los brotes de descontento ciudadano. El fin de semana pasado hubo más de 5.000 detenidos en las protestas en todo el país. Más de 350 personas fueron arrestadas este martes junto a los juzgados durante la vista judicial en la ciudad de Moscú.