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Christopher Plummer (1929-2021)

Detestaba su rol más famoso, el que lo había hecho popular: el capitán Von Trapp de «The Sound of Music» (La Novicia Rebelde, Robert Wise, 1965). Sin duda alguna el más grande actor canadiense, Arthur Christopher Orme Plummer, o simplemente Christopher Plummer, nació en Toronto, Canadá, un 13 de diciembre de 1929, y falleció el pasado 5 de febrero, en Weston, Connecticut, EEUU.

Su carrera fue imparable e incansable, lo atestiguan sus 217 títulos en los que actuara en cine y televisión por siete décadas -sin olvidar que tuvo también una extraordinaria carrera teatral-, y el hecho de que sea el actor de mayor edad en obtener un premio Oscar (a los 82 años, por Beginners, Mike Mills, 2010), y en ser nominado (a los 88 años, por All the Money in the World, Ridley Scott, 2017).

Luego de varios años actuando en teatro y la Tv, en 1958 debutó en el cine, en «Stage Struck«, bajo la dirección de Sidney Lumet, como un escritor enamorado de una chica aspirante a triunfar en Broadway, interpretada por Susan Strasberg (de quien enamorarse por ese entonces era algo perfectamente comprensible), y junto a un grupo actoral muy meritorio: Henry Fonda, Joan Greenwood y Herbert Marshall. Qué casualidad que su primer filme tuviera como escenario principal a su amado teatro…

 

 

 

Sus orígenes familiares no fueron precisamente comunes. De padres divorciados, no conoció a su progenitor hasta los 17 años; era asimismo el bisnieto del tercer primer ministro canadiense, creciendo en Quebec, perfectamente bilingüe, inglés – francés. Sus impulsos artísticos iniciales se dirigieron hacia el piano (entre sus compañeros de estudio estaban los futuros pianistas de jazz Oscar Peterson y Maynard Ferguson). Pero luego eso cambió. Muy joven, interpretó a Darcy en una versión escolar de Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen; luego se unió al Montreal Repertory Theatre, y -leemos en The Guardian- luego de un breve paso por Broadway obtuvo su primer papel estelar como Hal en Enrique V de Shakespeare, en Ontario, durante el 1956 Stratford festival.

Su primera nominación al Tony fue en 1959, en la obra JB, de Archibald MacLeish, y bajo la dirección de Elia Kazan. Un par de años después ya actuaba en Inglaterra, nada menos que con la Royal Shakespeare Company, en Much Ado About Nothing (Mucho Ruido y pocas nueces) y Ricardo III, en el rol principal. Ya en ese entonces destacaba por un control prodigioso de su cuerpo y voz, un gran dominio del lenguaje y una dicción admirable.

Su mayor desventaja, en sus años jóvenes, era su carácter, explosivo e impaciente, a veces demasiado. Llegado a Londres a comienzos de los sesenta, rápidamente hizo amistad con los muy talentosos «chicos malos» del nuevo teatro británico: Richard Burton, Peter  O’Toole, Albert Finney, y las influencias se hicieron notar. En 1971, en Londres, fue súbitamente reemplazado por Anthony Hopkins en el papel principal de «Coriolano«, de Shakespeare, en el Teatro Nacional. Según el crítico Kenneth Tynan, quien en ese momento era el gerente literario de dicho teatro, Plummer fue despedido a seguidas de una votación de todo el elenco, por su conducta «vulgar e indignante». 

 

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THE SOUND OF MUSIC, Christopher Plummer, 1965. TM & Copyright ©20th Century Fox Film Corp. All rights reserved/courtesy Everett Collection

 

Recordábamos al inicio el papel que lo lanzó a la fama, basado en el musical de Rodgers y Hammerstein que fuera asimismo un gran éxito en los escenarios teatrales de todo el mundo. El filme es mucho más que un clásico, es un auténtico icono, con algunas de las melodías y canciones más conocidas y recordadas del teatro musical.

Y bueno, a Plummer (quien no tenía muy buena opinión de la película) no le hizo mucha gracia que en principio su voz iba a ser doblada; pero muchos, muchos años después tomó por fin el asunto con diplomacia -y quizá alguna resignación- , y mostró su profundo agradecimiento con el director Robert Wise, y su pareja en el filme, la magnífica -ella sí tenía una voz maravillosa- Julie Andrews. 

Después de La Novicia Rebelde, la carrera de Plummer despegó, mostrando una gran variedad de papeles como «actor de carácter», con filmes como La batalla de Inglaterra (1969), Waterloo (1970), El retorno de la Pantera Rosa (1975), El hombre que sería rey (1975), o Muerte por decreto (1979, en la cual interpretaba a Sherlock Holmes).

Mientras, su éxito teatral no cesaba, ganando el Tony en 1973 por el musical Cyrano.

En los años siguientes no paró de actuar, y de aceptar roles en películas de todo tipo, aunque no de mucha calidad. Un caso curioso: podía pasar de interpretar en el teatro uno de los grandes roles escritos por William Shakespeare, a papeles vacíos en el cine, de guionistas hollywoodenses absolutamente mediocres.

Pero el teatro era su salvación emocional, seguía dándole grandes satisfacciones, ganando de  nuevo el Tony en 1997, por el papel protagónico de Barrymore (sencillamente ex-tra-or-di-na-rio), acerca del legendario actor shakesperiano John Barrymore. En 2004 obtuvo una nueva nominación,  por El rey Lear en 2002. 

Él se consideraba, por sobre todo lo demás, un intérprete de Shakespeare; sus dos roles más aclamados fueron como el Rey Lear en 2004 («la actuación de su vida», para el crítico de The Times), y previamente, el de Yago en una producción en Connecticut de 1981, frente a un Otelo interpretado por James Earl Jones. Ya en ese entonces varios críticos señalaban que Plummer merecía ser incluido en el sagrado panteón del teatro británico, junto a monstruos como Sir Laurence Olivier, Sir Michael Redgrave y Sir John Gielgud.  

El crítico de entonces del New York Times afirmó con admiración suprema que la actuación de Plummer como Yago seguramente era «la más extraordinaria actuación de un personaje de Shakespeare que se haya originado en este continente». 

 

Christopher Plummer como Yago, y James Earl Jones como Otelo

 

En 2008 escribió en sus memorias (In Spite of Myself, A pesar de mí mismo): «T. S. Eliot medía su vida con cucharas de café; yo mido la mía por las obras teatrales en que he actuado». 

Su última actuación en Broadway le valió otra nominación al Tony, en 2007, en la clásica Inherit the Wind. Veamos el trailer de Barrymore:

 

 

Lo curioso es que al acercarse a los ochenta años de edad, su carrera cinematográfica   tuvo un súbito renacer; llegaron sus tres nominaciones al Oscar, triunfando con Beginners. El Oscar por Beginners estaba más que cantado; era imposible que no lo ganara. Ya en esos tiempos la ira e impaciencia juveniles habían dado paso a un gran sentido del humor. En su discurso al recibir el Oscar, le dijo a la estatua: «Solo eres dos años mayor que yo, querida; ¿dónde has estado toda mi vida?»

Y sobre su esposa Elaine (la tercera, y final): «mi muy sufrida esposa Elaine, que merece el Premio Nobel de la Paz, por venir a mi rescate cada día de mi vida». 

Veamos el trailer de Beginners:

 

 

En 2017 hizo el papel de J. Paul Getty, el billonario que se negó a pagar el rescate por su nieto secuestrado, en la película  de Ridley Scott All the Money in the World, papel al que fue llamado en el último minuto para reemplazar a Kevin Spacey, acusado de conducta sexual impropia. La actuación de Plummer fue elogiada por todos; para la crítica Manohla Dargis, del New York Times, el actor estuvo «dominante, magnético, monstruoso». Le significó otra nominación al Oscar, como decíamos al comienzo, a los 88 años.

En total obtuvo en el cine 48 premios y 66 nominaciones. Sería mucho más fácil mencionar los premios que no recibió; digamos solo que ganó el celebrado quinteto formado por el Oscar, el Globo de Oro, el británico BAFTA, el Screen Actors Guild y el Emmy.

 

 

 

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Para su también muy laureada compañera de actuación, Dame Helen Mirren, quien protagonizara con él The Last Station (Michael Hoffman, 2009; Plummer interpretó a Leon Tolstoy, siendo nominado al Oscar) Plummer era «una fuerza poderosa, como actor y como hombre. Era un actor con un compromiso laboral típico del siglo XIX; su arte fue total, el teatro fue su constante, y la parte más importante de su vocación. Audaz, enérgico, valiente, conocedor, profesional y un monumento a lo que un artista puede ser. Un gran actor en el sentido más auténtico».

 

 

 

Para Shirley McLaine, con quien protagonizara la deliciosa comedia Elsa & Fred, «Chris fue mi favorito. Cómo no disfrutar su ingenio cínico. Que descanse en risa». 

 

 

Despidámoslo con las palabras de su amigo y manager por 46 años, Lou Pitt:

«Chris era un hombre extraordinario que amó profundamente y respetó su profesión con grandes modales antiguos, humor autocrítico, y la música de las palabras. Un auténtico tesoro nacional que disfrutó intensamente sus raíces canadienses. A través de su arte y humanidad él llegó a tocar nuestros corazones, y su legendaria vida perdurará durante las generaciones futuras. Estará siempre con nosotros». 

 

 

 

 

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