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Venezuela: La oscuridad será derrotada

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Venezuela: la oscuridad será derrotada 

Grupo Maritain *

“El poder sin autoridad es tiranía”

Jacques Maritain

 Si algo puede afirmarse con certeza, luego de 16 años de una terrible oscuridad que se ha posado sobre la sociedad venezolana a causa de los atroces daños económicos, sociales y políticos, pero sobre todo éticos, causados por el proyecto iniciado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro, es que Venezuela vive una hora en la cual la claridad de la libertad parece estar de nuevo al alcance de un país crecientemente atribulado, pero sin embargo lleno de renovadas esperanzas de poder retornar a la democracia, esa “organización racional de las libertades fundada en la ley” (Jacques Maritain).

Podemos afirmar esto con contundencia porque se ha abierto una excelente posibilidad de derrotar electoralmente al oficialismo en las elecciones del 6 de diciembre. Probablemente es la mejor oportunidad para triunfar que ha tenido la oposición a lo largo de los tres últimos lustros. Las encuestas de opinión dan fe de esta situación.

Una situación que es reflejo contundente de la indignación generalizada que se vive, se percibe y se siente en cada esquina, en cada calle, en cada plaza de la geografía nacional. El régimen autoritario se aproxima a su fin, y debemos cohesionar una clara mayoría democrática para lograrlo.

Las fuerzas de oposición, vinculadas en torno a la Mesa de Unidad Democrática (MUD), han mantenido el objetivo de unir todas las fuerzas enfrentadas al autoritarismo. Unidad a pesar de las acciones de un gobierno crecientemente desesperado, y que intenta erosionar la base de apoyo de las fuerzas de la libertad. Ellos mienten, odian y dividen. Nosotros debemos mantenernos unidos. Ellos siembran el miedo al futuro. Nosotros debemos resaltar nuestra fe en el porvenir de una verdadera democracia, aquella que según la filósofa española María Zambrano permite que toda la sociedad sea pueblo.

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Son varias las acciones que el gobierno ha estado tomando y seguirá tomando para impedir el triunfo opositor. Ejemplos obvios son las persecuciones políticas; la destrucción de todo el tejido institucional, como bien ha sido señalado por las Academias Nacionales en su excelente documento “La pérdida de la institucionalidad en Venezuela”; el progresivo estrangulamiento de los medios de comunicación independientes; y el rostro sombrío, sin afeites ni maquillajes, de la mayoría de miembros del CNE, ejecutando una y otra vez nuevas medidas ventajistas y abusivas de cara a la fecha electoral.

Toda la acción gubernamental gira en torno a estos escenarios: a) impedir la realización de la elección, buscando provocar una acción interna o externa que le sirva de excusa para suspenderla; b) si no puede impedir la elección, que la misma se realice bajo condiciones anti-democráticas -como ha sido su estrategia permanente-, promoviendo asimismo una abstención masiva, a fin de lograr otra victoria espuria; c) desconocer el triunfo opositor, lo cual llevaría a una crisis institucional sin precedentes.

Al gobierno de Nicolás Maduro no le ha importado la pérdida de legitimidad, palabra ajena al actual autócrata. Por ello produce la monstruosa e inhumana acción en la frontera colombiana; por ello amenaza con abandonar la OEA, o cualquier otra organización internacional que se oponga a sus designios. Apela al único argumento que conoce y que le queda: el de la fuerza bruta; gracias a ella tiene poder pero no autoridad.

 Es la tiranía la que acaba de producir la inmoral sentencia contra Leopoldo López y los jóvenes Christian Holdack, Ángel de Jesús González y Demián Martín García; otro ejemplo atroz del desprecio a los derechos humanos por parte de un gobierno ilegítimo donde el vicio y la injusticia se dan la mano, un gobierno que lleva años desconociendo todas las decisiones emitidas por los órganos internacionales y regionales especialistas en derechos humanos.

Por parte del liderazgo opositor se impone la necesaria serenidad, el estudio serio de los escenarios alternativos que se van a presentar en las próximas semanas. Evitar el triunfalismo en los cuadros medios y en los candidatos; y estar preparado con toda la determinación y convicción posibles para la defensa del triunfo.

La elección del 6 de diciembre no es una elección más; de ello está persuadida la mayoría ciudadana, consciente de que el gobierno, si las elecciones fueran justas y democráticas, sufriría una derrota contundente. El voto del 6 de diciembre es fundamentalmente expresión de indignación, no mero cumplimiento de un acto cívico.

 Votar el 6 de diciembre es votar por un cambio. Cambio radical, civilizatorio y moral. Los líderes, los partidos, los comandos, a todos los niveles, deben adherirse incondicionalmente a la transmisión del mensaje de que el 6 de diciembre se da el paso inicial del cambio político más profundo, participativo y transformador de la historia contemporánea de Venezuela. Cambio hacia la esperanza, el progreso, el bienestar material, el desarrollo con equidad, la participación popular en el poder, la seguridad personal, el encuentro y la reconciliación de los ciudadanos, la derrota del odio, de la corrupción y de la incompetencia sembradas por el presente régimen. Aún más, será el cambio hacia la necesidad de ensanchar los espacios ciudadanos, los terrenos de la sociedad civil, frente a un Estado que lo acaparó todo, que intentó cubrirlo todo con una losa de cemento autoritaria.

Hay que lograr cambios sustantivos que afecten decisiva y positivamente el respeto a los derechos humanos. El camino a seguir se basará en la construcción de un renovado estado de derecho que reafirme la razón moral. Se busca para ello el rescate de la dignidad nacional por vía pacífica, mediante la promoción y el ejemplo de militancia cívica, gestora de un diálogo responsable asumido como necesario reforzamiento de la libertad.

En suma, es recordar una oración que Arístides Calvani repetía con frecuencia: la política no es el arte de lo posible, sino de hacer posible lo deseable.”

Por lo anterior, el mensaje opositor tiene que ir más allá de sus ambientes naturales. Debe asimismo tender la mano a todos los venezolanos frustrados, engañados, envilecidos, ya que ha sido envilecido todo el pueblo, sin colores ni diferencias. El mensaje debe buscar asegurar la captación de la mayoría del voto que hoy se considera independiente, y que comparte el espíritu de rebeldía ante una situación insostenible.

Toda Venezuela observa que la actual inestabilidad político-institucional del país se acerca paulatinamente a un inexorable punto de inflexión situado a unos meses de distancia. Este punto se dará cuando el gobierno, ya cercana la fecha de las elecciones, evalúe una vez más la realidad de la opinión pública nacional, constate otra vez el desencuentro entre la cúpula del poder, sus carencias, sus corruptelas y sus mentiras, y un pueblo que no aguanta más humillaciones. En ese momento el gobierno podría tomar medidas políticas sectarias y radicales que erosionarán aún más la estabilidad política del país; la oposición debe estar bien preparada para afrontar con éxito este singular reto.

Por ello, al mismo tiempo que la oposición desarrolla esta ofensiva por captar la mente y el corazón de los electores, debe proceder con suma urgencia a organizar una contra ofensiva que detenga, reduzca o minimice la decisión del oficialismo de impedir la realización de unas elecciones democráticas y plenamente pulcras.

Algunas medidas que pueden servir para contrarrestar estas acciones oficialistas son:

  1. Insistir en la importancia y la urgencia que resulta de hacer presente en Venezuela una observación internacional experta que extienda garantías mínimas de transparencia sobre el proceso electoral que culmina el 6D.
  2. Elaborar un mensaje institucional y equilibrado dirigido a las Fuerzas Armadas en el cual se insista en el papel crucial que esta institución debe jugar en todo proceso electoral pero, en particular, en el que se avecina, para mantener la unidad del país, la legitimidad del cuerpo a elegirse y la paz de la nación.
  3. Solidarizarse contundentemente con el rechazo que el pueblo venezolano manifiesta en relación con el Estado de Excepción en los Municipios fronterizos de los estados Táchira y Zulia. Se debe rechazar el irrespeto a los derechos humanos de los miles de colombianos que están siendo rudamente deportados e insistir en la intervención de organizaciones internacionales al respecto.
  4. Designar equipos especiales de reflexión que se encarguen de elaborar escenarios para discutir la acción política que el mundo opositor habrá de seguir una vez que se haya obtenido la victoria electoral del 6 de diciembre en las áreas más fundamentales, por ejemplo, en la recuperación de las facultades de la AN de manera plena: nueva directiva, comisiones, programa legislativo de trabajo, designación de funcionarios de los distintos poderes del estado. Diseño que contenga los distintos escenarios que se puedan prever, buscando superar la actual crisis de representación y legitimidad políticas en el menor tiempo posible.

En todo caso, hay que considerar que toda agenda futura para los sectores democráticos debe comenzar por tomar en cuenta el daño antropológico causado por tantos años de desidia, de abandono de ideas, de destrucción institucional, de degradación de la moral y de las éticas tanto públicas como privadas. 

Precisamente por ello, los opositores partidistas, las organizaciones de la sociedad civil, los ciudadanos de cada rincón del país, debemos tener claro que lo que está en juego el 6 de diciembre es la democracia no sólo como concepto, sino también como expresión de los valores esenciales de la persona humana. Todo el pueblo opositor, partidista o no, debe estar consciente de la necesidad de ir más allá de la crítica a la situación actual, para entrar al terreno de la oferta de un modelo alternativo, no un simple programa de gobierno futuro. Un modelo que se base en la “comprensión de la política como desafío a la capacidad creativa de la libertad humana y su proyección en un diseño de futuro” (José Rodríguez Iturbe).

Un modelo que conduzca a una verdadera sociedad de hombres libres que supere y derrote los actuales tiempos de oscuridad, una democracia luminosamente auténtica, plena de solidaridad, inteligencia y vitalidad, pluralista en su esencia y en sus propósitos, que, como afirma Jacques Maritain, “implica un acuerdo profundo de las mentes y de las voluntades sobre las bases de la vida común; es consciente de sí misma y de sus principios y debe ser capaz de defender y promover su propia concepción de la vida social y política; debe portar en sí misma un común credo humano: el credo de la libertad.”

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*El Grupo Maritain está formado por un grupo de ciudadanos venezolanos, comprometidos con el pensamiento demócrata-cristiano y con las causas de la libertad y la democracia plenas. Sus miembros son: Oswaldo Álvarez Paz, Sadio Garavini di Turno, Julio César Moreno León, Haroldo Romero, Marcos Villasmil y Abdón Vivas Terán.

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