Islas Eólicas con viento en popa
Tres millones de hogares en toda Europa se moverán con el viento de la formidable planta eólica que Dinamarca se propone construir en el Mar del Norte, simultáneamente con un proyecto bastante similar anunciado por el presidente de Corea del Sur, que contribuirá a la recuperación económica de su país cuando la pandemia quede atrás.
Ambas se sitúan al horizonte del año 2030.
Situada a 80 kilómetros al oeste del país, cerca de la península de Jutlandia, la isla artificial del tamaño de 18 campos de fútbol es la respuesta del reino escandinavo a las directrices de la Unión Europea, para depender exclusivamente de las energías renovables en el próximo decenio, aumentando hasta 25 veces su capacidad de propulsión eólica marina a mediados del siglo.
En un comienzo, el centro tendrá una capacidad de tres gigavatios, a expandirse a diez, al costo de 34 millardos de dólares, y es la respuesta lógica a la decisión adoptada en diciembre de suspender la explotación de hidrocarburos en las áreas danesas del Mar del Norte y del espíritu pionero con que Dinamarca asumió el reto ambiental a fines del siglo pasado, a extenderse con una instalación más modesta sobre el Báltico.
Doscientas turbinas estarán conectadas para aprovechar la abundancia de vientos cuyo impacto sobre las mareas quedará contenido por tres muros colosales, mientras que un muelle culminará el cuadrado de la gigantesca plataforma.
Es un proyecto mixto donde el Estado controlará el 51%, dejando el resto a un conjunto de empresas que garantizan el ingrediente tecnológico y de capital necesario para su ulterior ampliación y rentabilidad, confirmando la primera posición que detenta en el aprovechamiento de la energía eólica.
Y es que, según datos oficiales, Dinamarca extrajo del viento en 2019 el 47% de la electricidad consumida, a cómoda distancia de Irlanda, con sólo 28%, en contraste con el 14% del promedio europeo y apenas el 0.3 % a escala global.
A su vez, el complejo coreano tendrá una capacidad máxima de 8.2 gigawats, apta para generar siete veces la electricidad que produce actualmente la instalación off-shore más importante del globo – en Hornsea, Inglaterra- y permitirá al país liberarse de los combustibles fósiles.
En contraste con el modelo danés, el gobierno de Seoul aportará apenas el 2% de la inversión que abrirá 5.600 puestos de trabajo, mientras compañías locales y foráneas asumirán el resto de los 43 millardos de dólares del costo final.
En resumen, son dos iniciativas que traducen, para quienes aún prefieren ignorarlo, la importancia creciente de los vientos oceánicos en la producción eléctrica, que, según una acreditada empresa noruega, se incrementó un 15% en 2020, a pesar del Covid-19 y prevé crecer este año un 37% adicional.
Varsovia febrero 2021.