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Un golpe de Estado el 23-F, 40 años después

Sobra decir que a Iglesias le importa tanto la libertad de expresión como a los independentistas la “democracia”. En lo que anda empeñado el líder morado es en lanzar un pulso a Pedro Sánchez

En el país de los espejos curvos, cada vez resulta más sencillo tratar de imponer las realidades distorsionadas. Se cumplía este martes el 40 aniversario de la patética intentona del 23-F -que debió pasar a la posteridad con el tono satírico de Muñoz Seca- cuando siete partidos independentistas difundían un comunicado que llevaba por título “Por la ruptura democrática. El asunto podría pasarse por alto si no fuera porque, entre todas, suman una treintena de diputados que aspira a la voladura institucional del Estado y que tiene la capacidad de condicionar, con su voto, el rumbo que adopta esta España.

El texto que este grupeto de formaciones políticas define el golpe de Tejero como “una operación de Estado” que blindó “los pilares y valores antidemocráticos” del régimen. De ahí que “la represión, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, la conculcación de derechos y el recorte de libertades” se hayan mantenido hasta nuestros días.

En otras palabras, consideran que el golpe de Estado fue una estratagema para mantener al país bajo el control de “la monarquía y el ejército”; y para evitar que esto se convirtiera en un Estado libre.

Llama la atención que entre los firmantes de este manifiesto es encuentre el brazo político de la izquierda abertzale, blanqueadora de malvados y culpable de que corriera la sangre en los años del plomo; y hoy organizadora de ceremonias de bienvenida para los autores de las matanzas. Curiosa forma de democracia la que defienden aquellos que permiten homenajes a etarras, pero tratan de frenar los actos políticos de los partidos constitucionalistas en País Vasco sin escatimar en violencia.

Independentismo antidemocrático

También rubrican el comunicado ERC, Junts o las CUP, es decir, los sostenedores del independentismo catalán, que ha sido el mayor y más dañino desestabilizador de la democracia española durante los últimos años y que aplaude a organizaciones como la ANC, desde donde se elaboran listas con empresas que deberían apoyar, o todo lo contrario, quienes verdaderamente respalden la independencia. Lo que se denominó consumo estratégico”. Es la ideología sectaria de la que bebe la Generalitat, capaz de restar el 80% de la publicidad institucional a un diario (El Periódico) por oponerse a las tesis de ERC antes de unas elecciones (2017). Y es la que se alimentó del pujolismo más corrupto. ¿No criticaban la corrupción en el comunicado?

Estos mismos son los que realizan requiebros argumentales, como ERC, para justificar disturbios como los que se produjeron en las calles de Cataluña tras conocerse la sentencia del juicio del procès. Así generan sus realidades deformadas: inventan una supuesta falta de democracia, crean víctimas de una dictadura inexistente y justifican algaradas para reclamar unas libertades que ya tienen.

Así generan sus realidades deformadas: inventan una supuesta falta de democracia, crean víctimas de una dictadura inexistente y justifican algaradas para reclamar unas libertades que ya tienen.

Sus aspiraciones están respaldadas por otros 35 diputados, que son los de Podemos, el partido que aprovechaba la efeméride de este martes para volver a hablar de las carencias de la democracia española y PARA emprenderla contra Juan Carlos I, a quien, por cierto, desde La Última Hora –brazo armado mediático de Podemos involucraban en el golpe de Tejero.

A las puertas del Congreso, Iglesias volvía a calificar de anomalía el hecho de que el rey emérito se encuentre en Abu Dhabi y Pablo Hasél en prisión; y volvía indirectamente a respaldar las manifestaciones callejeras de la pasada semana, que en algunos casos terminaron entre fuego, saqueos y barricadas.

Sobra decir que a Iglesias le importa tanto la libertad de expresión como a los independentistas la “democracia”. En lo que anda empeñado el líder morado es en lanzar un pulso a Pedro Sánchez. O crezco en el Gobierno o habrá más fuego. O coalición equitativa o prepárate para que esta situación se prolongue.

Ruptura de la coalición

Decía Meritxell Batet en su discurso en el hemiciclo que es necesaria la unidad de las instituciones contra quienes quieren romper la democracia española y lamentaba el populismo y la polarización que han germinado en la sociedad española. Nada que objetar a sus palabras, pero, claro, habría que ver hasta qué punto está legitimada para pronunciarlas una política cuyo cargo debe a su filiación socialista. Es decir, del partido que mantiene a Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros.

Quizás poco a poco todo se encamine a una especie de Gobierno de concentración que sirva para asegurar, al fin, las reformas necesarias para apuntalar la monarquía parlamentaria y evitar que España se sumerja en una situación pre-revolucionaria, si es que no lo está ya, como demuestran los acontecimientos de octubre de 2017 en Cataluña.

Ahora bien, de momento, el devenir del país está condicionado por las ansias antidemocráticas de un ramillete de partidos -incluido Podemos- cuyo modelo de sociedad pasa por una ruptura previa con lo establecido. Y eso podría hacer que nos adentremos, en cualquier momento, en un oscuro túnel que desemboque en un territorio absolutamente hostil.

 

 

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