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Pax Americana

Biden renueva enseñanza de Lincoln: el gobierno ha de ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo

Según Evan Osnos, biógrafo de Mr. Biden, sus enormes pérdidas personales hacen que llegue a la presidencia en el mejor momento de su carrera. Coinciden Osnos y Bowie cuando este dice que “en la profundidad de la edad adulta nos convertimos en las personas que siempre debimos ser”. Y añade que en esa capacidad de apreciar la fragilidad de la vida y la democracia está la esencia del nuevo rumbo que fijó para EE. UU.

En el inicio de su mandato no hay coincidencias, sino mensajes: a ser posesionado por Sonia Sotomayor, primera magistrada de la CSJ de origen latino, le siguió la primera vicepresidenta, Kamala Harris, también descendiente de inmigrantes, mientras en el trasfondo, Amanda Gorman, afroamericana de cerca de veinte años, daba la nota. Y una semana después se designó a Janeth Yellen como primera secretaria del Tesoro, actos subrayados con decenas de órdenes ejecutivas que marcan el fin de cuatro años misóginos, antiinmigratorios, aislacionistas. Un viraje de 180 grados.

Desde el Plan Marshall, dice Paul Krugman, la superpotencia que es Estados Unidos cambió la Pax Romana por una impronta global única, que bautizó Pax Americana. Obama, en su discurso de despedida a las FF. MM ., había dibujado ya el concepto al destacar a sus tropas que EE. UU. transformó el rol del triunfador que somete y arrasa por uno en que se tiende la mano al vencido, se lo financia y se hacen compromisos hacia el restablecimiento de su autonomía y democracia. El regreso a la Alianza Trasatlántica reversa del todo el discurso opuesto.

Sus críticos lo señalan de naive o inocentón, pero Ralph Waldo Emerson bulle en lo profundo del ser norteamericano, lo que tácitamente alude Mr. Biden en sus discursos: “Nada impacta más a los hombres como lo hace el sentido común y la claridad del juego”. Y es que en esa candidez defendida por Thoreau reside el sueño americano. Se equivoca quien piensa que esto es debilidad. Pocas naciones tan ágiles y determinadas para emprender o guerrear. Basta revisar la historia reciente.

No la tiene fácil Joe Biden. Una amplia población de los estados centrales resiente las nuevas dinámicas de la globalización, a la migración latina que se educa y trabaja duro por su propio sueño, que transformó la cómoda abundancia de otrora en tenaz competencia, contra la que se sublevaron tomándose el Capitolio. Volver a la América del pasado, promesa central de Mr. Trump, exigiría reversar la inmigración, a Google, a China, utopía que promete un espejismo y condena a quienes lo compran, que no son pocos, a vivir en la frustración perpetua del anhelo imposible, a una tensión permanente con la realidad y los condena a la violencia como único camino. Veremos nuevos brotes de inconformidad.

Para Colombia, el fuerte brazo del Tío Sam seguirá tendido. Los acercamientos diplomáticos ya se sienten, y Duque ha lanzado mensajes en el sentido correcto; el comercio fluye, las posibilidades del nearshoring están sobre la mesa, mientras Mr. Biden renueva con sus actos las enseñanzas de Lincoln: que el gobierno ha de ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Bienvenida de nuevo la Pax Americana.

 

 

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