Ética y MoralPolítica

Doña Inés y la ganzúa de Sánchez

Inés Arrimadas conoce muy bien el truco del paso atrás. Lo ha practicado en innumerables ocasiones hasta convertirse en una experta en deserciones. Rehusó formar gobierno en Cataluña, dizque porque Ciudadanos no se sentaría a hablar ni con ERC ni con Junts. Que si los números no daban, que si mejor la prudencia… Lo cierto es que Arrimadas no se presentó a presidenta de la Generalitat en 2017 y le dejó el gobierno a los independentistas en bandeja de plata. Justo después, la jerezana se vino a Madrid a hacerle los coros a Albert Rivera en la carrera de San Jerónimo y cuando este hubo dilapidado lo que le quedaba de capital político, ella se encargó de arrancarle las mayúsculas a las siglas del partido y comenzar una política errática y menguante.

El episodio de esta semana en Murcia, y en el que los naranjas se aliaron con los socialistas para descabalgar al PP del Gobierno, tuvo su réplica en el kilómetro cero. Ignacio Aguado, vicepresidente de la Comunidad de Madrid por obra y gracia del pacto con Cs y Vox, pretendía repetir la jugada contra la presidenta Isabel Díaz Ayusoque atajó la maniobra y convocó elecciones antes de que sus propios socios decidieran quitarla del medio. Destituido del cargo, Aguado se llevó las manos a la cabeza y Ayuso a los bolsillos, mientras Arrimadas guardaba silencio sobre el cambio de rumbo que de unos meses a esta parte la ha llevado a ella y los suyos a facilitarle las cosas al gobierno.

Ciudadanos llegó a la política pidiendo regeneración y acabó por ser la pata de gallina de la que se vale el PSOE de Pedro Sánchez  para cruzar el muro cuando convenga. ¿Cómo? Pues fácil: apeando a otros de sus sillas de gobierno no mediante votos, sino provocando investiduras y pactos que les permitan desembarcar en todos aquellos gobiernos producto de una alianza entre PP, Ciudadanos y Vox. Los naranjas hacen el trabajo sucio y ellos se encargan del resto. Madrid bien vale una misa, y el PSOE no perderá la oportunidad de oficiar un tedeum para Ayuso, eso sí, lo harán con la ayuda de Ciudadanos, que han pasado de impolutos a colaboracionistas, trocitos de algo que se vino abajo y que tiene en Inés Arrimadas a la artista del arte de la espantá, ese pasodoble que va para adelante y para atrás según convenga.

 

Ciudadanos llegó a la política pidiendo regeneración y acabó por ser la pata de gallina de la que se vale el PSOE de Pedro Sánchez  para cruzar el muro

 

Se pueden perfeccionar tantas huidas y escapadas como frentes abiertos se tengan, y en esta ocasión al ‘Ciudadanos post Rivera’ sólo le queda poner en práctica su único atributo: aparentar determinada actitud durante el tiempo necesario para conseguir algo a cambio. A juzgar por la mengua de su saldo político –pierden escaños como puntos en las encuestas- la coreografía no sale del todo bien. A este paso quedarán más a la intemperie de lo que ya estaban cuando comenzaron, sí: aquellos años de biberón de los que ya no les queda siquiera un vaso medio lleno.

Si tiene Inés Arrimadas que sostener a Pedro Sánchez en el borde de la cornisa, lo hará, entre otras cosas, porque hasta ahora le ha funcionado: sobrevivir pegando patadas de ahogado. A su paso de partido liberal menguado, quedan hogueras humeantes y apagadas, restos que van dejando de autonomía en autonomía, convertidos ellos mismos en unos expertos de la deserción, cultores del arte de la huida  y, cómo no, la ganzúa favorita del sanchismo para abrir aquellas puertas que se resistan.

 

 

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