El rey Abdalá asegura haber desbaratado un intento de desestabilización tras la detención de decenas de personas y las denuncias de corrupción del antiguo príncipe heredero Hamzah Bin Husein que asegura permanecer aislado. La comunidad internacional respalda al actual jefe del Estado hachemita
El ex príncipe heredero Hamzah bin Al Hussein con su hermanastro el actual rey Abdalá de Jordania durante el funeral de ex presidente palestino Yasir Arafat.
La crisis institucional que vive Jordania en las últimas jornadas ha quebrado la estabilidad del país, marca distintiva de la monarquía hachemita en el conjunto del siempre convulso Oriente Medio, y ha puesto en evidencia profundas divisiones y un creciente descontento social.
La tranquilidad jordana se vio sacudida el pasado sábado con las detenciones de entre 14 y 16 personas, entre ellas el exministro y jefe de la Corte Bassem Awadallah y de Sharif Hasan Bin Zaid, miembro de la Corte Real jordana, acusadas de socavar la inestabilidad del Estado. Ese mismo día, el ex príncipe heredero y hermanastro del rey Abdalá II, Hamzah bin Husein, acusaba de “corrupción, incompetencia y acoso a la disidencia” al régimen jordano en un vídeo remitido a la BBC y denunciaba encontrarse bajo arresto domiciliario. Desde las Fuerzas Armadas se dejaba claro que no ha sido detenido. Arrancaba una inédita trama de conspiraciones cortesanas en Jordania.
En las últimas horas, la comunidad internacional, grandes potencias como Estados Unidos, la Unión Europea o Rusia, y los principales países árabes han cerrado filas con el actual jefe del Estado hachemita. A nadie interesa la inestabilidad en Amán.
Este domingo, Hamzah Bin Husein –apartado de la sucesión en 2004, cuando el actual monarca designó a su hijo, Husein bin Abdalá, príncipe heredero-, aseguraba en un segundo vídeo no formar parte de conspiración alguna. El hermanastro del rey Abdalá II –hijo mayor de la última esposa de su padre, la reina Noor-, de 41 años, asevera que los altos mandos militares de su país le impiden salir o comunicarse con otras personas.
¿Última comunicación?
“Estoy haciendo esta grabación para dejar claro que no soy parte de ninguna conspiración o de una organización infame o grupo apoyado desde el exterior, como siempre se afirma para cualquiera que exprese una opinión (…) Esta es mi última forma de comunicación. He sido informado por la compañía de Internet que tengo de que han recibido instrucciones para cortarlo, así que esta puede ser la última vez que pueda comunicarme”, advertía en la mencionada cinta también remitida a la BBC.
En rueda de prensa este domingo, el vice primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores Ayman Safadi reportaba, en declaraciones recogidas por la agencia estatal Petra, “haber detectado interferencias y comunicaciones, incluidas algunos con entidades extranjeras, en el momento oportuno para adoptar pasos conducentes a la desestabilización de la seguridad de Jordania”.
Por su parte, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la monarquía hachemita, Yusef al Huneiti, advirtió de que están listas para hacer frente a “cualquier intento de socavar la seguridad del Estado y desestabilizar el reino”.
Las comunidades beduinas
Lo cierto es que el ex príncipe heredero cuenta con un importante ascendente entre las comunidades beduinas, y ha sido testigo reciente de la oposición de una parte de estas al régimen que encabeza su hermanastro. Jordania es un Estado de apenas 6,3 millones de habitantes en el que la mitad de la población tiene raíces palestinas, llegada en sucesivas olas a raíz de la creación del Estado de Israel, y la otra mitad la constituyen las tribus beduinas. Además, en Jordania la Hermandad Musulmana tiene un feudo importante.
El éxito del régimen actual ha estribado justamente en mantener el equilibrio entre las distintas comunidades. La monarquía hachemita sorteó exitosamente las Primaveras Árabes, en claro contraste con la realidad que han vivido varios de sus vecinos.
El Estado árabe está sufriendo de manera acusada las consecuencias de la pandemia vírica, con una tendencia al alza en los contagios en las últimas semanas. El ministro de Sanidad Bisher al-Khasawneh dimitía hace tres semanas al asumir la responsabilidad del fallecimiento de varias personas enfermas de covid-19 como consecuencia de la falta de oxígeno en un hospital, en un episodio que precisó de la intervención personal del rey para calmar los ánimos de los ciudadanos.
La comunidad internacional, con el rey Abdalá
El rey Abdalá II ha recibido en las últimas horas el apoyo de las grandes potencias mundiales, empezando por su principal socio, Estados Unidos, y pasando por Rusia y la UE. También el monarca hachemita ha obtenido el respaldo de la mayoría de países árabes, entre ellos Egipto, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí. La comunidad internacional es consciente del papel clave para la estabilidad de Oriente Medio que la monarquía jordana juega, situada en la encrucijada entre el mundo árabe de predominantemente sunita y los países con mayoría chiita como Irán e Irak, vecina de una Siria desgarrada por la guerra, el siempre frágil Líbano y el Estado de Israel y Cisjordania.
Precisamente desde el vecino Estado de Israel, con el que Jordania mantiene un acuerdo de paz desde 1994, el ministro de Defensa en funciones Benny Gantz expresó su disposición a ayudar a las autoridades del país vecino. “Una Jordania fuerte y floreciente va en nuestro interés económico y securitario, y tenemos que hacer lo que podamos para ayudarles”, anunciaba el retirado general israelí.
Por su parte, Marruecos no ha dudado en manifestar su apoyo al rey Abdalá II. Aludiendo a los “lazos especiales” que unen a ambas casas reales, desde el Ministerio de Exteriores se reiteraba “la total solidaridad con el Reino Hachemita de Jordania”.