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El voto obrero gira a la derecha en medio centenar de democracias

Un estudio publicado en Francia dirigido por un economista de izquierdas analiza el cambio desde el 2020

Los obreros y las clases sociales más modestas hace años que dejaron de votar a los partidos de izquierdas, socialistas, comunistas, demócratas, populistas, para comenzar a votar de manera creciente a los partidos conservadores, muy conservadores, de extrema derecha y populistas. Esa es la conclusión de un estudio realizado en cincuenta democracias, analizando los datos electorales, entre 1948 y 2020, ‘Clivages politiques et inégalités sociales’, coordinado por un famoso economista de izquierdas, Thomas Piketty, coordinador de los trabajos de medio centenar de estudiosos norteamericanos, ingleses, alemanes, italianos y franceses.

El vespertino ‘Le Monde’ (independiente de izquierda moderada), presenta ese trabajo, monumental, con este título: ‘¿Porqué votan los pobres a la derecha?’. Y escribe: «¿Por qué los partidos de izquierdas, que predican la redistribución no se benefician del incremento de las desigualdades? Del Reino Unido a la India, pasando por los EE. UU., Turquía, Francia y Brasil, son, por el contrario, los partidos nacionalistas, los líderes populares de derecha y extrema derecha los que progresan de elección en elección».

El semanario ‘Nouvel Obs’ (referencia canónica de la izquierda socialdemócrata desde hace más de cincuenta años), presenta el estudio con este titular a toda página: ‘¿Por qué la izquierda ha dejado de seducir a las clases populares?’.

Refiriéndose a la evolución electoral de los EE. UU., Thomas Piketty escribe en su introducción general al volumen: «Entre el 2000 y el 2020 se constanta que las clases populares pertenecientes a las ‘minorías’, negros y latinos, continúan votando mayoritariamente al Partido Demócrata, pero los obreros y las clases populares blancas se han inclinado hacia el Partido Republicano».

Haciendo un resumen de la evolución electoral en el Reino Unido, Alemania, Suecia y Suiza, D’Oesch escribe: «Las nuevas izquierdas se han atraído el voto creciente de los ‘profesionales socioculturales’, asalariados calificados o muy calificados, en puestos jerárquicos. Por el contrario, los obreros han dejado de votar a los socialdemócratas y asimilados y forman ahora el corazón de la base electoral de las derechas y extremas derechas». Fabian Kosse destaca esta evolución electoral de Alemania: «La transformación en curso coincide con la emergencia de un sistema de elites múltiples, que coincide con la ascensión de la extrema derecha, encarnada, en Alemania, por la aparición de la ‘Alternative für Deutschland’ (AfD), votada por electores bajo nivel de educación e ingresos, que se sienten abandonados por los partidos tradicionales».

Analizando el caso de Italia, Luis Bauluz escribe: «Las elecciones de 2018 fueron el apogeo de la transformación del sistema político italiano: el M5S ganó las elecciones con un 33 % de los votos, mientras que la Liga del Norte (LN, partido de extrema derecha regionalista, se convirtió en el primer partido de la extrema derecha, delante de ‘Forza Italia’ con el 17 % de los votos. El M5S y la LN llegaron a un acuerdo, formando un gobierno en el que fueron excluidos, por vez primera los partidos tradicionales».

Bauluz establece un paralelismo entre la evolución electoral de Italia y España, que comenta de este modo: «La LN en Italia, como Vox en España, parecen haber sido más populares entre los electores menos diplomados y los electores con ingresos más altos. Esa situación los distingue de la mayoría los partidos antiinmigración europeos, apoyados al mismo tiempo por los electores menos diplomados y menos favorecidos».

Haciendo un resumen global de esas tendencias de fondo, en medio centenar de democracias, en varios continentes, Thomass Piketty avanza este análisis forzosamente provisional: «Durante el periodo de 1950 a 1980, el voto popular beneficiaba esencialmente a los partidos socialdemócratas y el voto burgués a los partidos conservadores. Nuestro estudio demuestra que esa estructura del voto social, en función de las clases sociales, ha desaparecido. Las izquierdas se han convertido en partidos votados por diplomados relativamente acomodados. Si las izquierdas quieren afrontar ese cambio histórico tendrán que cambiar muy profundamente».

 

 

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