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Una Bitácora cubana (LXVI)

 

 

1. Quisiera comenzar esta Bitácora de mayo haciendo mención a una reciente sentencia judicial que, sin duda alguna, concluyó uno de los casos más importantes y más seguidos en la historia de esta gran nación, los Estados Unidos: el jurado de Mineápolis que declaró culpable al expolicía Derek Chauvin por el asesinato de George Floyd.

Chauvin había sido acusado de asesinato en segundo grado, penado con hasta 40 años de cárcel; asesinato en tercer grado, con una condena máxima de 25 años, y homicidio en segundo grado, que acarrea hasta 10 años de privación de libertad.

El jurado le declaró culpable de los tres cargos de forma unánime, con el juez disponiendo de ocho semanas para determinar la condena. Pronto la conoceremos.

El veredicto se conoció después de menos de un día de deliberaciones.

En la ciudad de Mineápolis, donde murió Floyd en mayo de 2020, temían una oleada de protestas en caso de que el expolicía fuera absuelto.

«Se hizo justicia», manifestaba una de las personas concentradas a las puertas del tribunal, en medio de aplausos y vítores.

Lo cierto es que sí, se hizo justicia. Una justicia que por décadas, por siglos, no se hacía. Continúa la lucha por los derechos civiles, por lograr que la letra de la Constitución no admita excepciones basadas en la raza (o en la religión, para citar solo otro tema que ha sido controversial en la historia), sino que en verdad “We the people” seamos todos iguales ante la ley.

 

Heberto Padilla

 

2. En una nota muy recomendable por Rafael Almanza, publicada en el periódico digital Árbol Invertido, el autor recuerda los cincuenta años del caso de Heberto Padilla, que dio la vuelta al mundo, diciéndonos que “Heberto es nosotros”.

El “caso Padilla” impactó de múltiples maneras; como dice el autor, fue un momento culminante de la persecución a toda disidencia intelectual, a un pensar autónomo, característico de todo régimen comunista, pero que era extraño en una realidad histórica y cultura como la cubana, una sociedad que más allá de vaivenes políticos y sociales, había mostrado cierto liberalismo en la cultura. Ni siquiera se había dado durante la colonia, ya que Cuba fue uno de los países donde la Inquisición actuó con menos fuerza y presencia.  

La llegada del comunismo significó, en cambio, una abierta hostilidad  contra científicos, periodistas, educadores, religiosos, empresarios. Como dice el autor de la nota, de lo que se trataba es que todos, en especial los intelectuales, “acabaran hablando con la lengua de sus amos”. Ello significaba que quien no lo hiciera, así formara parte de la crema y nata del país, debía desaparecer, ser retirada, al menos irse del país.

 La mañana del 20 de marzo de 1971 funcionarios del G-2 detuvieron al poeta Heberto Padilla por «atentar contra los poderes del Estado».

Lo sucedido con Heberto Padilla abrió muchos ojos de quienes hasta ese momento admiraban la llamada Revolución cubana; uno de esos que dijeron basta es el escritor e intelectual peruano, Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Arnaldo Valero, en un ensayo titulado De la poesía considerada como un delito contrarrevolucionario: el caso Padilla” (Prodavinci),  recuerda que “el arresto de Heberto Padilla por parte del servicio de inteligencia del Estado cubano causó un profundo rechazo entre muchos intelectuales que hasta ese momento se habían solidarizado con la revolución cubana. Eso demuestra la carta suscrita por algunos integrantes del Pen Club de México, que apareciera en la revista Excélsior el 2 de abril de 1971. Una semana más tarde, en las páginas de Le Monde de París fue publicada una carta dirigida a Fidel Castro en la cual se afirmaba que «el uso de medidas represivas contra intelectuales y escritores quienes han ejercido el derecho de crítica dentro de la Revolución, puede únicamente tener repercusiones sumamente negativas entre las fuerzas anti-imperialistas del mundo entero».

Destaquemos ahora este párrafo de la nota de Rafael Almanza:

 

Todo lo que vaya contra la libertad individual responsable tiene que ser enérgicamente rechazada por cualquier individuo, inteligente o no, instruido o no, y mucho más por los creadores para la cual esa libertad es el primer requisito. Y por cualquier político que se proclame patriota, porque los Padres Fundadores, y especialmente Varela, Agramonte y Martí, fueron inflexibles en la defensa de esa libertad. Agramonte pidió un disparo de cañón para el que atentase a las libertades individuales. Ninguna maniobra contra la libertad individual responsable es admisible. No existen justificaciones de ningún tipo para eliminarla, ni siquiera la constatación de que hemos fallado en el ejercicio de esa libertad o que el país es pobre y esa libertad merecería ser limitada para conseguir que deje de serlo. No hay pobreza comparable a la miseria de carecer de libertad. Y en cuanto a los errores o debilidades de este o aquel individuo sometido a la presión de la barbarie, ni considerar esos bizantinismos.

  

Lo cierto es que, como dice el autor, la única respuesta que les queda hoy a los tiranos es el enfrentamiento incivil y la violencia de cualquier tipo. La política cultural se revela, filológicamente, como oxímoron.

 

 

3. En un articulo publicado en 14ymedio (“Cinco fracasos de una revolución”) , Reinaldo Escobar nos señala qué fue de los propósitos primigenios proclamados la revolución en 1959: la libertad, la soberanía y la justicia social.

Lo cierto, nos dice Escobar, es

Que 1959 fuera bautizado con el nombre de «Año de la Liberación» presuponía que se daba por terminada la ausencia de libertades cívicas y políticas que predominó a lo largo de la sanguinaria (aunque breve) dictadura de Fulgencio Batista. Pero ya en julio de ese propio año se comenzaron a confiscar los más importantes periódicos de circulación nacional, y en septiembre de 1960 pasaron a manos del Estado los circuitos de radio y televisión. A partir de ahí toda la prensa sería oficial.

La promesa de realizar elecciones libres en menos de 18 meses se vio definitivamente truncada el 1 de mayo de 1960, cuando en un discurso Fidel Castro hizo su peculiar definición revolucionaria de lo que era la democracia y una pregunta retórica se convirtió en consigna y en ley: «¿Elecciones para qué?«.

¿Y la soberanía? En realidad, luego de prometer que “nunca más las decisiones se tomarían en Washington”, comenzaron a tomarse en Moscú, o con la anuencia necesaria del totalitarismo soviético.

 

“Se elaboró una Carta Magna en 1976 que copiaba artículos de la Constitución de la URSS. Cuba ingresó en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en su condición de azucarera y en los más importantes ministerios las decisiones estratégicas dependían del visto bueno de un emisario del Gosplán soviético”.

 

¿ Qué pasó con la “justicia social”? “Entre los muchos modelos conocidos para alcanzar la justicia social, en Cuba se optó por el clásico procedimiento de expropiar a los ricos en beneficio de los pobres”. Sigue la nota:

 

 

“Cuando ya no quedaba nada yanqui que nacionalizar, se confiscaron las empresas y negocios de los cubanos, y en 1968 la propiedad privada quedó totalmente exterminada”. 

Otros temas de la justicia social que escapan del enfoque clasista, como el racismo, la desigualdad entre hombres y mujeres y la homofobia, se han quedado rezagados en el programa oficial. Como consecuencia de la propaganda triunfalista, se dan por resueltos muchos problemas que aún subsisten en esos y otros ámbitos. 

En su rol de consumidores, los ciudadanos se han quedado esperando que se cumpla la llamada «ley fundamental del socialismo», que consiste en «satisfacer de manera cada vez más plena las crecientes necesidades materiales y culturales del pueblo».

4. En su excelente recopilación de sucesos semanales,  “Periscopio Cuba”, Macky Arenas nos destaca que existe una

“Semana de alarmas en Cuba: la aparatosa caída del turismo, los niños contagiados con Covid y el grave decrecimiento poblacional.

Con respecto al crítico tema de los niños y al avance del Covid en la isla, el lamento de los cubanos es comprensible: «Ni la vacuna está terminada, ni esto está bien organizado». Cuba  ha marcado los récords del virus con 1.383 casos y La Habana, con 784, concentra más de la mitad de los enfermos”.

Como siempre, está el tema de los derechos humanos, en el cual la CIDH alerta contra la escalada represiva de la Isla, especialmente contra el mundo de la cultura, con el Movimiento San Isidro y Luis Manuel Otero Alcántara como receptores principales de los ataques. Destaca Macky que “han llegado el extremo de acusar de propaganda enemiga a los creadores artísticos y literarios”.

Asimismo, el Departamento de Estado denuncia las violaciones rutinarias a la libertad religiosa por parte del régimen.

Un país en ruinas que cada día que pasa son más visibles; seguimos con el “Periscopio”:

“Sobre la energía eléctrica, aunque el oficialismo repite que los apagones no deben durar más de 4 horas, resulta que el sistema hidráulico les desobedece. Y lo que debía preocuparles más: Cuba ha cerrado la peor zafra en un siglo. Otra caída estrepitosa es la del Turismo y por segundo año consecutivo, a pesar de que juran haber invertido 7. 5 veces más en turismo que en agricultura durante el 2020.

Estemos claros: la llegada de Díaz Canel no puede ser vista en clave analítica exclusivamente generacional, económica, o de relaciones internacionales; la suya es una ejecutoria del poder donde predomina la persecución constante contra toda posibilidad de disidencia, así como la obsesiva y constante defensa del poder comunista, a pesar del desastre cada vez mayor en los servicios, en la infraestructura, en la lucha contra la pandemia. ¿Apertura? ¿Diálogo? ¿Negociación? Al igual que en Venezuela y Nicaragua son solo saludos a la bandera. La realidad es que los tiranos socialistas latinoamericanos no negocian ni ceden un ápice en sus pretensiones autoritarias.

Fidel Castro, Prime Minister of Cuba, smokes a cigar during his meeting with two U.S. senators, the first to visit Castro’s Cuba, in Havana, Cuba, Sept. 29, 1974. (AP Photo)

 

5. Ariel Hidalgo: ¿Socialismo a la inversa?

Ariel Hidalgo, en 14ymedio, hace una interesante reseña de todas las mentiras y falsedades han venido repitiendo, por décadas, los tiranos del castrismo, en especial la tantas veces anunciada “construcción del socialismo”. Veamos extractos:

 

El Octavo Congreso del Partido celebrado entre el 16 y el 19 de abril concluyó en una resolución que «la conceptualización actualizada ratifica que nos encontramos en el período histórico de construcción del socialismo». ¿Qué es «conceptualización»? Si vamos al diccionario, leemos: «la representación de una idea abstracta en un concepto«. No pudieron encontrar una palabra mejor.

Si buscamos un sinónimo, conceptualización es lo mismo que «definición». ¿Y qué se está definiendo? Pues «el período histórico de construcción del socialismo«. Eso, supuestamente, se empezó a construir hace 60 años, cuando se declaró el carácter socialista de la Revolución. Por tanto, se trata del mismo período histórico de hace más de medio siglo.

En 1987 se lanzó la consigna, publicada en grandes titulares por Granma, órgano oficial del Partido: «Ahora sí vamos a construir el socialismo«. Y muchos se preguntaron: «¿Entonces qué diablos se estaba construyendo hasta ahora?». En la reforma constitucional de 2003 se estableció que «Cuba es un Estado socialista de manera irrevocable». Y en su artículo 5 se dice que el Partido «orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo». Irrevocable es sinónimo de irreversible. O sea, que era irreversible algo que todavía no se había construido. La frase «construir el socialismo» se sigue repitiendo aún mientras la población continúa atravesando mil calamidades, y ya muchos se preguntan si las bondades de ese socialismo sólo podrán disfrutarlas los tataranietos de las generaciones más jóvenes.

Pero vamos a ver cuál es el verdadero significado de la palabra socialismo, cuál es su «conceptualización».

El ideal socialista es tan antiguo como el capitalismo, desde que Tomás Moro escribiera en el siglo XVI su famosa obra Utopía sobre una sociedad idílica. (…)

Carlos Marx, en el siglo XIX, fue uno de los primeros en elaborar una teoría donde trazaba un mapa de ruta para hacer realidad ese ideal: los obreros debían desarrollar una conciencia de clase y, como no podían por sí mismos apoderarse de los medios de producción, debían realizar una revolución que derrocara al Estado burgués y estableciera en su lugar un Estado obrero encargado de dos tareas: expropiar a capitalistas y terratenientes, y luego traspasar esos medios de producción a los trabajadores. Ese Estado, una vez cumplida esa misión, se iría extinguiendo gradualmente en la medida en que los ciudadanos fueran creando instituciones democráticas capaces de suplantarlo.

Pero un cubano de fines de ese siglo llamado José Martí, que conocía sobre las ideas de Marx y había leído un libro visionario del filósofo inglés Herbert Spencer titulado La futura esclavitud, advertía en carta a su amigo Fermín Valdés Domínguez de «los peligros de la idea socialista», sobre todo «la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en qué alzarse, frenéticos defensores de los desamparados». Eso no significaba abandonar el sueño de lo que él llamaba «excelsa justicia». Y agregaba en aquella carta: «Por lo noble se ha de juzgar una aspiración: y no por ésta o aquella verruga que le ponga la pasión humana». (…)

Entonces, ¿qué significa ese socialismo que existe en Cuba pero que a la vez no se ha construido?

De los dos pasos que según Marx el Estado revolucionario debía dar, o sea, expropiar a la burguesía y empoderar a los trabajadores, solo se dio el primero, y ese modelo de expropiar pero no empoderar, llamado luego «marxista-leninista», fue el que se impuso bajo el influjo de Moscú, en muchos países, entre ellos, Cuba. En otras palabras, el objetivo no era liberar al proletariado y al campesinado, sino fortalecer al nuevo Estado y convertirlo en un gigantesco monopolio absoluto, al cual tenían que someterse todos los trabajadores. (…)

Desde el principio todo fue una gran mentira. Todas las propiedades existentes, grandes y pequeñas, fueron expropiadas -es decir robadas a la fuerza-, los monopolios, entre ellos los grandes latifundios, no desaparecieron, fueron integrados en un monopolio único. Y como en ese sistema no hay estímulo productivo, ni en los trabajadores ni los burócratas que dirigen las empresas, sólo generan lo único que pueden generar: miseria. (…)

 

 

Llegamos al final de esta Bitácora de mayo en la esperanza de que los males producidos por la pandemia vayan cediendo, que poco a poco se pueda lograr a un retorno a nuestras actividades cotidianas sin temores ni aprensiones como las que hemos vivido/sufrido este casi año y medio transcurrido. Y, mientras tanto, ya saben que la meta del momento es ¡a vacunarse todos!  

Marcelino Miyares, 23 de mayo 2021

 

 

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