DictaduraEconomía

Elías Amor: ¿Podrá crecer un 6% la economía de Cuba en 2021?

El ministro Alejandro Gil se muestra muy optimista con los resultados para este año. Pero hay cifras que calla.

Muy optimista se muestra el ministro de Economía, Alejandro Gil, en sus previsiones para el crecimiento de la economía cubana en 2021. Nada más y nada menos que un 6%. Llegar a ese ritmo de crecimiento no es fácil. Y exige saber dónde se encuentra la economía cubana, y más importante aun, a dónde puede llegar.

Como siempre, estos diagnósticos del régimen pecan de «voluntarismo». El título del artículo de Granma dice mucho de ello: «Economía cubana no renuncia a crecer alrededor de un 6%». Como si la economía pudiera renunciar a algo, con lo poco que le queda. Está, además, la cuestión relativa a los datos fragmentarios que empiezan a conocerse en la Oficina Nacional de Estadística, relativos a inversiones, transportes o turismo, todos ellos de 2020. De momento, de 2021 solo se cuenta con algunas indicaciones de turismo, mercado laboral, y poco más. Y con esos mimbres es muy difícil construir una cesta que aguante.

El ministro Gil dijo que a partir de la «actualización del comportamiento en los primeros cuatro meses del año», se proyecta el crecimiento del 6%, teniendo en cuenta la contracción de 2020, que fue del 11%.

Para estar de acuerdo, el ministro debería haber incluido el dato de 2019, que también fue negativo, con una caída del 0,2%, más intensa en el segundo semestre del año. Combinando los dos ejercicios, la economía cubana registró una caída acumulada del 12%; de modo que, si se aspira a un 6% de crecimiento en 2021, se está a la mitad del resultado de 2020.  Lo cual quiere decir que a finales de 2021 la economía cubana no habrá recuperado el nivel de 2018. La actividad productiva y la oferta seguirán ancladas en los niveles de hace tres años. De modo que las necesidades de la población, de la industria y del Estado deberían ajustarse al escenario de aquella fecha y olvidarse de grandes estipendios.

¿En qué confía el ministro su previsión del 6% de la economía en 2021? Veamos. En primer lugar, en el turismo, cuya recuperación debería llevar a una cifra de unos 2,2 millones. Aun suponiendo que la pandemia quede atrás, lo que parece necesario para que el turismo reaccione, la temporada alta en Cuba comienza en noviembre, de modo que solo afectaría a dos meses de este año, y difícil será que se alcancen 2,2 millones para el conjunto de 2021 si se tiene en cuenta una entrada media de 300.000 a 400.000 turistas en temporada alta. En todo caso, la mejoría, de consolidarse, llegaría en los primeros meses de 2022, que es cuando se debe esperar un resultado más positivo del turismo. Mientras tanto, hay que aguantar.

Además del turismo, el ministro hizo referencia a las exportaciones de níquel, muy beneficiadas por el precio del mineral en los mercados mundiales, y de los servicios de telecomunicaciones, una cuestión que merece especial atención. El ministro debería explicar cómo influyen las telecomunicaciones en el crecimiento económico. ¿Tal vez en la venta de teléfonos a los cubanos? ¿Quizás en las elevadas tarifas por el servicio que cobra el monopolio ETECSA? ¿O se refiere al aumento de internet y algunas aplicaciones, como la venta online?

A falta de explicaciones, el impacto de las telecomunicaciones en la economía es un asunto limitado al hecho de que esta actividad no se encuentra definida en la contabilidad nacional, como educación, sanidad o azúcar, y por tanto, es difícil saber su contribución al crecimiento económico. En todo caso, Cuba con 109 ordenadores personales por cada 1.000 habitantes y 643 usuarios de internet por cada 1.000 habitantes (2019) no se encuentra entre los países que muestren un perfil más dinámico con relación a las nuevas tecnologías o la digitalización.

Según el ministro, si la economía no crece más es por culpa del «bloqueo», que ha afectado a la economía en unos 5.500 millones de dólares, una cuantía que a lo largo de un lustro llega a 17.000 millones, con especial incidencia en ámbitos como la salud, el transporte público, la infraestructura hidráulica y la inversión extranjera.

Es difícil entender esta obsesión con el «bloqueo» cuando Cuba realmente comercia y realiza inversiones con absoluta libertad con todos los países del mundo, e incluso con el país que supuestamente la bloquea realiza intercambios de alimentación y productos médicos, como revelan las estadísticas. Algo no sale correcto en las cuentas del supuesto bloqueo. ¿No será que, al no pagar las deudas, los mercados financieros internacionales dan la espalda al régimen?

También el ministro aludió al esfuerzo presupuestario realizado por el país para hacer frente al Covid-19. Tampoco nada extraño, porque todos los países han tenido que aumentar el gasto público para el mismo problema. Cuba no es ninguna excepción. Citó como cifra 300 millones de dólares en gastos asociados en PCR e instrumentos, y unos 2.000 millones de pesos del presupuesto, para acabar señalando que el costo indirecto, vinculado a la paralización de actividades productivas y de servicios, ha sido mucho mayor. Nada que diferencie a la economía cubana del resto del mundo.

Hizo referencia a los problemas de diseño e implementación de la Tarea Ordenamiento, y que se «había escuchado al pueblo, rectificado decisiones», para señalar que ya se apreciaban algunos aspectos positivos que deberían hacerse más visibles en lo adelante. En ese sentido mencionó el crecimiento de las exportaciones de bienes respecto a igual periodo de 2020 (de lo que no facilitó datos), la creación de 150.000 nuevos empleos y el hecho de contar con un sistema más efectivo y transparente para medir los costos. No deja de ser curioso que estos tres resultados positivos de la Tarea Ordenamiento se hayan producido sin necesidad de «rectificación». Deberían tomar buena nota.

Incluso destacó que unas 1.300 empresas estaban obteniendo beneficios al cierre del periodo (debe ser el cuarto mes) al tiempo que solamente poco más de 500 mostraban pérdidas, una consecuencia directa del ordenamiento que a muchas entidades les provocó un aumento de la insolvencia al no poder trasladar los aumentos de costes a los precios.

El ministro se felicita, pero debería tener en cuenta que está diciendo que una de cada tres empresas es insolvente, la mayoría estatales. No obstante, a pesar de los efectos adversos, reivindicó la pertinencia de la medida del ordenamiento y sostuvo que «retrasarla o aplicarla por partes hubiera sido más traumático y desestabilizador», para acabar señalando algo con lo que estamos de acuerdo, y es el hecho de que los problemas de escasez de oferta no deben achacarse al ordenamiento.

Reconoció la decisión de mantener la tasa oficial de cambio del dólar respecto al peso cubano de 1×24, aunque en el mercado informal, ante la imposibilidad del país de vender divisas a la población, la tasa oscile entre 50 y 60 pesos. Y dijo que las fuertes limitaciones financieras del país no habían permitido resolver las restricciones de ofertas que sufre el mercado.

En la eterna obsesión ideológica, el ministro acabó diciendo que, a pesar de la situación, el Gobierno cubano no había recurrido a medidas neoliberales, ni de choque, y en su lugar había desplegado una serie de actuaciones dirigidas a incrementar la producción de alimentos, aumentar la eficiencia y fortalecer la empresa estatal, así como el encadenamiento de esta con todos los actores económicos. Justo lo que no debe hacerse.

 

 

Botón volver arriba