DictaduraEconomía

La realidad contradice al ministro Alejandro Gil

Los precios de la bolsa negra en Cuba son peores que los de una economía donde se aplique una terapia de choque

LA HABANA, Cuba.- En una reciente conferencia de prensa, tras anunciar que la economía cubana no renuncia a crecer un 6% en el actual 2021 con respecto al año anterior -el cual fue desastroso, con una contracción del 11%-, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, dijo que el momento en que comenzó la Tarea Ordenamiento era el adecuado, no obstante, las críticas de la población hacia esa acción gubernamental.

Al referirse a la estrategia para enfrentar la actual crisis que padece el país, el alto funcionario canelista apuntó que “el Gobierno cubano no ha recurrido a medidas neoliberales, ni de choque, sino que trabaja en la adopción de estrategias que permitan incrementar la producción de alimentos, aumentar la eficiencia, y fortalecer la empresa estatal”.

Imaginamos que cuando el señor Gil dice que no habrá terapia de choque se refiere a que no se producirá una liberalización de precios que redunde en una disminución de la demanda debido a que muchas personas no podrán enfrentar la hiperinflación que sobrevendrá.

Sin embargo, el Ministro nada dice acerca de que la demanda ya ha sido cercenada por las propias autoridades. Porque, ¿habrá medida más demoledora para la demanda que las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), que han dejado fuera del consumo a buena parte de los cubanos que no poseen dólares?

El ministro Gil reconoció que, ante la negativa del gobierno a venderle dólares a la población -él prefiere disfrazar esa negativa argumentando la imposibilidad de hacerlo-, el valor del dólar en la economía sumergida se ha disparado. Ya se cotiza entre los 50 y 60 pesos cubanos. Mientras tanto, en la idílica economía oficial la cotización es de 24 pesos cubanos por cada dólar.

Pues bien, lo significativo de este reconocimiento es que tácitamente el Ministro está aceptando que en todas las transacciones de la economía cubana está presente la economía sumergida. Es decir que, ante la gran escasez de artículos y bienes que se observa en la isla, la economía oficial es prácticamente una ficción, ya que todos los productos tienen otro precio superior, el que las personas han de pagar -por supuesto, si el bolsillo lo permite- si desean adquirir los artículos de primera necesidad y otros de mayor confort. En otras palabras: la terapia de choque que el Ministro dice no aplicar, es una cotidianidad en la vida diaria del cubano de a pie.

El Ministro canelista aclaró que el citado crecimiento del 6% previsto para este año depende en gran medida de que se produzca una recuperación del sector turístico. Según las predicciones del señor Gil, se espera una llegada de 2,2 millones de turistas, una cifra esperanzadora en las actuales condiciones, pero muy inferior a los cuatro millones de visitantes que acudían a la isla antes de la pandemia de coronavirus.

Es de destacar que el ministro se refirió al níquel y los servicios de las telecomunicaciones como los rubros exportables que han mantenido un comportamiento positivo en el primer cuatrimestre del año. Pero nada dijo de los servicios médicos en el exterior, otra de las fuentes habituales de ingresos para el país. O no han aportado los ingresos esperados, u obedece a la práctica castrista de no dar muchos detalles de ellos. La maquinaria del poder prefiere resumirlo todo en el eslogan de “la solidaridad médica cubana con el resto del mundo”.

Y la peor de las noticias sobrevino cuando el ministro anunció que al cierre del primer trimestre más de 500 empresas reportan pérdidas en sus estados financieros. Claro, la peor noticia para los técnicos, administrativos y trabajadores de servicios de esas empresas, pues el señor Gil sugirió que esas pérdidas podrían disminuir si esas entidades rebajaban sus cifras de trabajadores indirectos. Una ola de desempleo se cierne sobre el sistema empresarial de la isla.

 

 

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