¿Era Homero una mujer?
Un ensayo de Carmen Estrada sobre los personajes femeninos homéricos destaca la visión feminista de la ‘Odisea’, al contrario que la ‘Ilíada’
Penélope encarna la paciencia y la fidelidad, la mala cabeza de Helena desencadenó la guerra de Troya, Circe es una hechicera cruel, Nausícaa es ingenua y dulce, Odiseo resistió los cantos tentadores de las sirenas…
Pero tal vez las cosas no fueron así. Carmen Estrada (Sevilla, 1947) acaba de publicar el ensayo Odiseicas (Seix Barral), donde le da la vuelta a muchas de las imágenes que tenemos de los personajes femeninos, acudiendo al texto original homérico, que por cierto ella misma ha traducido y publicado una adaptación con ilustraciones de su hijo Miguel Brieva.
Todos atesoramos una idea de las mujeres de la Ilíada y la Odisea, incluso aunque no hayamos leído jamás a Homero. Los estereotipos han ido forjando un imaginario popular “a través de siglos de misoginia de la crítica y de la ficción”, afirma Estrada por videollamada desde Sevilla.
La autora es una destacada neurobióloga, catedrática de Fisiología, que, al jubilarse, se entregó a su pasión, el griego clásico, que se puso a estudiar desde abajo, matriculándose en Filología Clásica. “Pasé de profesora a alumna”, afirma, aunque ha aplicado a su objeto de estudio el mismo rigor con que se desempeñaba como científica en sus diversos destinos, entre ellos la UCLA.
Planteamiento revolucionario
La Odisea tiene “elementos feministas: inversión de los roles, puesta de relieve del trabajo oculto de las mujeres y reivindicaciones de género. Se distingue muy claramente de todos los textos de su época”
“La sociedad micénica, en la que transcurre la acción, alrededor del siglo XII a.C., era patriarcal –apunta–, así como la griega posterior que recogió el relato, entre los siglos VI y III a.C. Las mujeres eran consideradas parte de los bienes del hombre”. Por eso sorprende la perspectiva que ha encontrado en la Odisea, “con elementos feministas muy difíciles de entender en la época: inversión de los roles, puesta de relieve del trabajo oculto de las mujeres y reivindicaciones de género. La Odisea se distingue muy claramente de todos los otros textos de su época”. Se habla de muchas mujeres “sin hacer referencia a su belleza o a su relación con un hombre”. Al contrario, “en algunos momentos se describe la belleza de Odiseo, del varón”. Siempre a través de imágenes y comparaciones, «pues no existía una palabra equivalente a nuestra ‘belleza'».
“Ningún otro relato épico tiene a tantas mujeres individualizadas -prosigue-, ni tan complejas y variadas. Todas desafían el orden establecido. Y son ellas las que ayudan al héroe, en vez de los guerreros. Al contrario que el resto de la literatura de su época, la Odisea respeta a las mujeres y las hace protagonistas. Son sujetos, no objetos, y lo que se destaca de ellas es su inteligencia”.
En la Ilíada, “el valor más importante es la victoria en la lucha, mientras que en la Odisea es la armonía en el hogar”. Las diferencias se ven desde las primeras frases. La Ilíada arranca “Canta, diosa, la cólera de Aquiles”. Y la Odisea: “Háblame, musa, sobre el hombre de muchos caminos”.
La diosa Atenea odiseica “poco recuerda a la virgen guerrera de la imaginería popular, sino que aquí es sobre todo astuta, enseña a los hombres técnicas artesanales, le encantan los humanos, cotillea e intriga. Y es casi la coautora del libro, pues el narrador va contando lo que ella urde”.
Penélope
«Es uno de los personajes más tergiversados. En realidad, es una gestora o emprendedora: en ausencia del marido, consigue que las ganancias se incrementen como nunca”
Si en la Ilíada, la guerra de Troya aparece como consecuencia de la falta (adulterio) de Helena, en la Odisea “Penélope afirma que la guerra no se debió a Helena sino a la decisión de los aqueos de salir a rescatarla. Y el anciano Néstor, cuando habla de la expedición, dice que la hicieron ‘en busca de botín’, no por ninguna mujer”. La Helena odiseica “no está vista con ojos masculinos, no se hace referencia a su belleza, cuando, en la tradición, todavía hoy, es culpable de ser tan guapa, pues vuelve locos a los hombres”.
La diosa Circe, por otra parte, “es uno de los personajes más tergiversados posteriormente por interpretaciones misóginas, como malvada hechicera. Transforma a los hombres en cerdos, cierto, pero el de metamorfosear es un poder no exclusivo suyo sino de todos los dioses, y ella, luego, cambiada por el amor de Odiseo, les restituye unas formas aún mejores que las que tenían, más altos y lozanos, y les ayuda mucho. No era un personaje negativo hasta que llegó Ovidio, que, como otros autores posteriores, dieron una versión de ella muy diferente, maligna, con los rasgos de la magia negra, y pintándola además como una ramera”.
Penélope es uno “de los personajes más tergiversados”. En realidad, “es lo que hoy diríamos una gestora”: en ausencia del marido, “ha atendido a los viejos, al hijo y a los esclavos; el taller ha seguido funcionando y ha llevado el ganado y las tierras. El resultado es que las ganancias se han incrementado como nunca”. Tiene el poder y no depende de ningún hombre, por ello no quiere escoger a ningún pretendiente. Para Estrada, asimismo, en la obra se deslizan pistas que indican que sí reconoció en el mendigo que se presenta en su casa a su marido Odiseo, aunque no pudo manifestarlo porque no estaban a solas. “Si piensas que lo reconoce, el texto encaja perfectamente”. “El estereotipo –prosigue– nos la pone como ejemplo de la paciencia, la fidelidad y la prudencia pero no es así. Al final de la obra, parece que Odiseo se va a marchar de nuevo y, por tanto, ella se va a quedar como reina de Ítaca”.
Los reyes feacios Alcínoo y Arete son, asimismo, un matrimonio “civilizado, él no la desmiente en público, ella es la que manda mientras que él aparenta mandar, es el pacto que tienen, en el que ganan los dos. Él es tremendamente sensible. Hay una complicidad armoniosa entre esposos que rompe tópicos”.
Las sirenas
«Es imposible oír su canto y sobrevivir. ¿Entonces? Kafka y Brecht escribieron que, en realidad, habrían permanecido en silencio al paso de Odiseo»
Su hija Nausícaa “tampoco está vista con ojos masculinos, pues en la obra original es una adolescente rebelde, una niña de 13 o 14 años, que apenas ha empezado a menstruar, no un objeto de deseo adulto como se la ha visto posteriormente. Se ha hecho de ella una heroína romántica, pero yo creo que no pasó nada con Odiseo, que solo fue un juego inocente”.
La diosa Calipso “retiene a Odiseo como esclavo sexual, lo que es una inversión de roles. Es reivindicativa, se ve obligada a dejar ir a Odiseo y se queja de que a las diosas no les permitan aventuras con humanos, las castigan por eso, mientras que los dioses sí pueden conquistar a humanas. Es una reivindicación feminista en toda regla”.
Las sirenas son otros de los personajes analizados. “Es imposible oír su canto y sobrevivir. ¿Y entonces?”. La autora recuerda las tesis de Franz Kafka y Bertolt Brecht: las sirenas habrían callado cuando Odiseo pasó atado al mástil. “¿Como es que alguien tan fanfarrón como Odiseo no cuenta nada del canto de las sirenas después? Es verosímil que guardaran silencio”.
Estrada rebate en un punto a su admirada Mary Beard, que cita cómo Telémaco envía a su madre al telar como quien conmina a alguien a irse a fregar platos: “Madre mía, vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca”. “Si vas al texto original –afirma–, Telémaco hace el ridículo en esa escena, es un inexperto joven que echa a su sabia madre y queda mal. Tal vez Beard habría podido citar ejemplos de la Ilíada, pero en la Odisea eso rechina”. Además, «los telares no eran un trabajo mecánico, sino creativo».
Telémaco envía a su madre al telar
«Si vas al texto original, Telémaco hace el ridículo en esa escena, es un inexperto joven que echa a su sabia madre y queda mal. Mary Beard no acertó con ese ejemplo»
Además del ensayo, Odiseicas incluye hacia el final una parte de ficción, de más de 70 páginas, en la que Estrada hace hablar en primera persona a varios de sus personajes, que ofrecen su visión de los hechos. «El formato literario me permitía llegar más allá».
¿Y Estrada qué piensa? ¿Pudo haber sido el Homero de la Odisea una mujer? “Prefiero no responderle, sería como hacer un spoiler del libro. Digamos, si quiere, que en el siglo XVIII el teólogo Richard Bentley dijo que Homero ‘había compuesto la Ilíada para deleite de los hombres y la Odisea para el otro sexo’”.