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La derecha tradicional francesa se consolida como primera fuerza en las regionales

Los Republicanos de Sarkozy, y Diversas Derechas (DD) obtienen casi el 30 por ciento de los sufragios

Según las primeras estimaciones, la primera vuelta de las elecciones regionales, el domingo, estuvo marcada por una amenazante abstención histórica, excepcional. La derecha se confirmó como la primera fuerza política nacional, seguida de la extrema derecha, confirmándose una derrota importante de todas las izquierdas y el partido de Emmanuel Macron.

Según las estimaciones de BFMTV, primera cadena audiovisual francesa, privada, la abstención pudo ser el domingo del 67,50%: la abstención más alta e inquietante de la historia de las elecciones regionales, y una de las más altas de la historia política nacional. El 2015, la abstención fue del 50,09% y el 2010 del 53,67%. Un aldabonazo de alcance inflamable.

Esa abstención refleja parcialmente un «cansancio», «rechazo» e «indiferencia» de la Francia profunda hacia las regiones, que tienen un poder político muy modesto, muy alejado de las regiones españolas.

Ante la segunda vuelta, el domingo que viene, día 27, los partidos políticos deberán intentar una movilización excepcional, para intentar influir de alguna manera en la evolución de un paisaje político conservador, muy conservador, incluso ultraconservador de la primera vuelta.

Según las primeras estimaciones de BFMT, estos pudieran ser los resultados provisionales de la primera vuelta: Los Republicanos (LR, derecha tradicional, el partido de Nicolas Sarkozy) y Diversas derechas (DD) habrían conseguido un 29,3 % de los votos, consolidándose como primera fuerza política nacional, controlando ocho de las regiones francesas. La derecha clásica se confirmaría como la fuerza política vencedora en Isla de Francia (región de París), la región más importante y emblemática, y Altos de Francia (norte). Valérie Pécresse, presidenta de la región parisina, y Xavier Bertrand, presidente de Altos de Francia, aspiran a jugar un papel político creciente entre los posibles líder del nuevo conservadurismo francés.

Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, habría conseguido un 19,1% de los votos nacionales. La extrema derecha no controla ninguna región. Pero pudiera estar en buena posición para conseguir una región, quizá, Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA). Se presta a Marine Le Pen la intención de «abandonar» la presidencia de su partido, AN, para presentarse como candidata a la presidencia de la República, esperando conquistar electores «más allá» del electorado ultra conservador tradicional.

Diversas derechas (DD) entre el conservadurismo tradicional y la extrema derecha, habría conseguido un 4,2 %. En su momento, esos electores deberán elegir entre Los Republicanos y Agrupación Nacional. En total, el centro, la derecha y la extrema derecha habrían conseguido entre el 42 y el 43% de los votos nacionales. Una mayoría sociológica importante.

La Fran

La República En Marcha (LREM), el partido de Emmanuel Macron, donde cohabitan personalidades conservadoras, centristas y reformistas, solo habría conseguido en la primera vuelta un 10,9% de los votos nacionales. Un resultado decepcionante y amenazante para el presidente de la República. A los cuatro años de ser elegido, a once meses de las próximas presidenciales, Macron no ha conseguido una implantación regional significativa. Se trata de una debilidad de cierto calado.

Las izquierdas por su parte, confirman una grave crisis de identidad. El Partido Socialista (PS), el primer partido de la izquierda, apenas habría conseguido un 16,5 % de votos nacionales. Los socialistas franceses controlan cinco regiones. Pero corren el riesgo de perder alguna, y, sobre todo, la Francia profunda parece alejadísima de un PS caído de hinojos en la crisis más grave de su historia. Sin líderes, sin ideas, sin aliados.

Europa Ecología Los Verdes (EELV) pudo conseguir un 13,2% de los votos nacionales. Un resultado modesto. Los ecologistas no controlan ninguna región. Y no parecen estar en situación de “imponer” candidatos ni programas, cara a la segunda vuelta.

La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el PCF e Izquierdas diversas, consiguieron, juntos, el 4,6 % de los votos nacionales. Un resultado que roza la insignificancia. El comunismo francés sigue hundido en su histórica agonía. La extrema izquierda no sale de un gueto gesticulante.

El 34,3 % de los votos del conjunto de las listas de izquierdas también es víctima de la división y fragmentación excepcionales. Socialistas y extrema izquierda no se entienden literalmente en nada. Y no está claro quién, cómo y cuándo pudieran presentar una “alternativa” creíble, cara las próximas elecciones presidenciales. La peor situación de las izquierdas francesas desde hace varias décadas.

Esos resultados provisionales deberán confirmarse o matizarse en la segunda vuelta, el domingo que viene, cuando la histórica abstención del 67,50 % es un reflejo fiel del cansancio, dudas y angustia social profunda: una mayoría creciente de franceses no se sienten bien representados por los partidos políticos tradicionales; y esperan la aparición de un candidato que evite un nuevo duelo entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen.

 

 

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