DictaduraPolítica

Negociación: Fortalezas y debilidades

    Si aplicáramos la socorrida matriz FODA a la necesaria negociación actual del sector democrático, con el régimen del agente cubano Nicolás Maduro, podríamos intentar especular sobre nuestras fortalezas y debilidades.

Algunas fortalezas:

Tenemos el gobierno legal y genuinamente democrático (con legitimidad de origen y desempeño), de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional auténtica.

La negociación es inevitable para salir de la tragedia perpetrada por la narcodictadura, sobre todo en estos tiempos de “empate catástrofico” entre nosotros y el castrochavismo.

          La situación de nuestros hermanos en Venezuela y de muchos en la diáspora es espantosa, lo que nos obliga a no retardar una salida lo menos traumática posible.

Las exigencias nuestras son razonables y justas: facilidades para que le llegue la ayuda humanitaria a la gente y, también, que se reparta sin corrupción ni odiosas discriminaciones. Y un cronograma electoral que incluya elecciones presidenciales sin ventajismos, verificables y con supervisión internacional confiable.

Los principales  gobiernos y figuras democráticas del planeta, respaldan a Guaidó y la causa democrática venezolana.

Al frente de nuestra comisión negociadora está un compañero competente y patriótico, Gerardo Blyde.

Algunas debilidades:

          Compañeros valiosos de los sectores democráticos crean dudas y sospechas contra la negociación.

Los “alacranes” y otros entregados a la narcodictadura operan a favor de esta en la negociación.

El empeño de algunos compañeros en participar en las elecciones ilegales y fraudulentas, regionales y municipales, potencia a Maduro y su pandilla y lastima el esfuerzo de Guaidó y la Asamblea.

Además facilita el interés de la narcodictadura en retrasar cualquier acuerdo, que no les sea absolutamente favorable.

En el sector democrático en general, incluido el G4, pareciera existir disparidad de criterios con respecto al proceso negociador.

El tiempo juega contra nosotros porque estamos obligados a detener el sufrimiento de la gente, mientras que para el castrochavismo lo único importante,  es seguir en el poder para abusar.

 

 

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