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Raúl Ochoa Cuenca:   Dos regímenes, dos dictadores

 

El mundo en general ha estado siguiendo en la  televisión el desarrollo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, oficialmente conocidos como los Juegos de la XXXII Olimpiada, los cuales se están desarrollando en el imperio del sol naciente desde el día  23 de julio hasta el 8 de agosto.

No obstante en este momento de paz entre los hombres de la tierra, inspirados en eso que llamamos deporte y que los griegos iniciaron oficialmente en el año 776 a.c,  les propongo que veamos,  aún muy  distantes geográficamente, pero,  muy cercanos en la forma de actuación, a los  gobiernos  de Venezuela y de Bielorrusia.

Comencemos con el país que en castellano su nombre significa la Rusia Blanca.  En Tokio   se presentó una situación la cual le enseñó al mundo una vez más el talón “democrático” de ese régimen,  al  cual algunos sociólogos lo catalogan de troglodita.

Ocurrió  con una atleta, la velocista Krystsina Tsimanouskaya, quien se permitió criticar a su entrenador, y la única respuesta que obtuvo fue la decisión de las autoridades deportivas de ordenar su retorno forzoso  a Minsk con las tristes consecuencias que ya podíamos imaginar para ella y su familia. Afortunadamente esta joven en el Aeropuerto Internacional de Narita y ya para ser reexpedida, igual que un paquete, se abalanzó en los brazos de un agente de policía  explicándole que estaba siendo obligada a regresar en contra de su voluntad y  que era prácticamente un secuestro, lo cual originó que las fuerzas de policía  aeroportuarias ordenaron detener el involuntario regreso de Krystsina.

El Comité Olímpico Internacional ordenó inmediatamente su traslado a un hospedaje bajo el cuidado de las fuerzas de orden japonesas, teniendo un resultado positivo  ya que un par de días después la atleta, quien como todo ser humano aspira  vivir en democracia y libertad,  le fue concedido el estatuto de refugiada política y ya está instalada en Varsovia,  la impresionante y más que bella capital de la  República de Polonia.

Un dicho universal dice que de tal palo tal astilla; el presidente del Comité Olímpico de Bielorussia es Viktor, el hijo mayor del presidente ilegítimo de Bielorrusia.

De Lukashenko el mundo aún recuerda con vergüenza ajena una triste historia, por tratarse de un niño  y a quien un padre irresponsable y megalómano, públicamente le ha inculcado el amor por las armas como un símbolo de poder.  El Lukashenko que deseaba secuestrar en Tokio a  Krystsina es el hermano mayor de aquel niño quien en el año 2012 visitó Caracas acompañando a su padre el dictador, el ya mencionado troglodita.

Sí, apreciados lectores,  fue en julio del 2012, desde esas  tierras con temperaturas casi todo el año con el termómetro que indica la fatídica cifra  bajo cero, pudimos conocer al sátrapa  bielorruso  en una   visita de Estado,  promovida por el siempre inefable  Hugo Chávez. Era  notorio que  Lukashenko estuvo siempre acompañado de un niño quien no se desprendía del lado del dictador.

El pequeño, de menos de diez años de edad, apareció de la mano del papá, muy trajeado con paltó y corbata, pero  ocurrió un hecho imprevisto: la brisa de la mañana caraqueña hizo que el paltó le dejara ver  al mundo algo insólito: una muy pequeña pistola  bañada en oro y que con gran orgullo el niño llevaba sujeta a la cintura. Regalo de su padre, dijeron los guardaespaldas del grandulón presidente.

Pero los Lukashenko no se detienen solo enseñando a sus niños a exhibirse con pistolas bañadas en oro o  reenviando a Minsk a la atleta que osó criticar a su entrenador. Hacen cosas mucho peores. Veamos un par de ejemplos muy recientes, tristes y vergonzosos, ya que  sus servicios de inteligencia  están muy activos en el extranjero golpeando a los opositores que han huido del régimen,  así mismo como actuaba  el terrible y malvado KGB soviético. Todo se hereda, decía doña Hilda.

Las fuerzas democráticas  de Bielorrusia agrupadas en torno a  Svetlana Tijanovskaya,  líder de la oposición y exiliada en Vilnius, acusan a las autoridades represivas de Minsk como responsables de la muerte del  activista opositor, Vitali Chichov, de 26 años, quien  fue hallado inexplicablemente ahorcado en un parque de Kiev.

El joven fallecido estaba a cargo de acoger a los refugiados bielorrusos en Ucrania, donde ahora serían decenas de miles. Se sospecha que fue asesinado  por  agentes de la  KGB bielorrusa,  durante una oscura noche de la capital ucraniana.

En mayo,  los servicios de inteligencia del régimen secuestraron  un avión de Ryanair,  el cual efectuaba  un vuelo regular entre Atenas y Vilnius, la capital de Lituania,  obligándolo a aterrizar en  Minsk  al ser amenazado por  aviones de guerra con el objeto de arrestar  a un periodista de la oposición,  Román Protosevich y su compañera Sofía Sapega, ambos  exiliados en Vilnius (Lituania) y que viajaban en el vuelo 4978.  Burda excusa:  llamada anónima alertando de una bomba a bordo.

Ante este  brutal acto de piratería aérea el cual  el gobierno  de Lukashenko ejecutó  el 21 de junio,  la Unión Europea, así como los Estados Unidos de América, el Canadá y el Reino Unido sancionaron  a un total de 166 personas y quince empresas relacionadas con la crisis política en Bielorrusia. El Departamento de Estado americano  anunció restricciones de viaje a funcionarios bielorrusos, mientras que el Departamento del Tesoro anunció el bloqueo de los activos de 16 individuos y cinco entidades vinculadas con Lukashenko.

Por su parte, Canadá impuso sanciones contra 17 individuos y cinco entidades en respuesta a las flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos en Bielorrusia.

“El régimen de Alexander Lukashenko es responsable de una serie de violaciones de derechos humanos contra figuras de la oposición, los medios de comunicación y el pueblo de Bielorrusia a raíz de elecciones amañadas. A pesar de los numerosos llamamientos de la comunidad internacional, se ha negado a entablar un diálogo con la oposición y ha optado por redoblar su violenta represión”. Expresa indignado el premier britanico Boris Johnson.

Esa actitud de mafioso, criminal, ladrón, represivo  y amañador de elecciones de la cual acusa Johnson al régimen de Lukashenko, al pueblo de Venezuela le es muy familiar desde hace ya más de 20 años. Chavismo dixit.

Ahora bien después de haber visto las características de este régimen, el gobierno de Maduro desde hace unos 8 años envía a egresados de la Academia Militar a estudiar en esa fría nación,  después de haber  mancillado nuestros centros de educación,  los cuales eran considerados de punta en América Latina, tanto civiles como militares.

Efectivamente,  le anuncian al mundo con gran orgullo,  que luego de seis años de estudios, el pasado 23 de junio 33 cadetes venezolanos de los diferentes componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), junto con su oficial supervisor, el Capitán Othoniel José Arrieche Antequero, alcanzaron y recibieron el título de ingenieros  en sus respectivas especialidades militares como  Medios Artilleros y de Cohete, Complejos Aéreos no Tripulados, Medios Artilleros de Campaña, Técnicas Blindadas, Medios de Defensa Aérea Antey S300 y Medios de Defensa Aérea Buk.

Y de qué  diablos  le sirven a ese pueblo que  muere de mengua los  Ingenieros  en cohetes y misiles?  ¿Y los muertos de hambre de ayer  Maduro ? ¿Para qué sirven  los ingenieros graduados en Bielorrusia en tanques de guerra Maduro ?  ¿ Y los niños que mueren esperando un trasplante Maduro ?  ¿ Y por qué  diablos le pagas a ese régimen millones de dólares para graduar a  8 Tenientes de Navío en un país que no tiene salida al mar y nunca han tenido ni una lancha rápida ?

¿ Hasta cuándo Maduro ?

Dos regímenes, dos dictadores, mismas conductas,  mismos intereses y cuantas similitudes. Dos bandas delincuenciales de Palacio: la  de Miraflores y la del Palacio de la Independencia. Distinto nombre pero significan lo mismo, ladronismo, corrupción y represión criminal.

 

Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 9 de agosto del 2021.

 

 

 

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