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Oswaldo Páez-Pumar: El llamado de Coronel

 

Gustavo Coronel que desde luego por su edad no está en condiciones de empuñar las armas, como tampoco lo estoy yo aunque apenas cuento con 80 años y no he disparado un tiro en mi vida, ha hecho un llamado a la insurgencia. Tiene razón. Yo, como abogado que soy,  aprendí muy tempranamente que la diferencia entre la norma del derecho y la de la ética es que mientras la primera debe contar con la fuerza para imponerse, si no es acatada y cumplida voluntariamente, la norma moral no admite su imposición por la fuerza, es el propio ser humano que reconociendo el valor de la norma le da cumplimiento.

Es por eso que la consigna mil veces voceada por algunos líderes opositores señalando que la salida o la solución es “pacífica, electoral” y otro adjetivo adicional que mi memoria no encontró al momento de escribir, se me antoja no solo desacertada, sino engañosa, como si la proclamación de la salida de un régimen que se caracteriza por el uso indiscriminado de la fuerza, pueda efectivamente producirse prescindiendo de ésta, porque sentados en una mesa de negociación, el usurpador Maduro y la camarilla que lo acompaña, tocados por un rayo luminoso tomen conciencia del daño causado al país en estos 22 años, 6 meses y 8 días que se están cumpliendo hoy, que se iniciaron con un juramento que presagiaba que el nuevo mandatario no respetaría ni la constitución, ni las leyes de la República, sino que actuaría conforme le diera la gana; y que ahora arrepentidos de todo el daño causado decidan partir.

Son muchas las abismales diferencias que se pueden observar entre una democracia y este barato remedo de la dictadura cubana que lleva 62 años, 7 meses y 10 días, que también se están cumpliendo hoy, pero las similitudes son patéticas. Bastaría contemplar la represión de las manifestaciones; no solo las que ha practicado el régimen de Maduro, sino también el difunto Chávez Frías con las llevadas a cabo por Díaz-Canel a partir del 11 de julio próximo-pasado. La intensidad de las represiones marca la intensidad del miedo a la libertad.

Porque nuestra memoria es frágil  puede resultar difícil a los lectores evocar los hechos ocurridos en las manifestaciones a las cuales le salió al paso el usurpador Maduro, y ni hablar de las que enfrentó Chávez Frías. Sin embargo, quizá quienes me lean podrán recordar lo que yo llamaría una respuesta débil del gobierno chileno ante manifestantes de la izquierda chilena que destruyeron estaciones del metro y quemaron iglesias como forma de hacer patente su descontento por las precarias condiciones de vida que sufren, que los estudiosos de “índices económicos” juzgan como mejores que las del resto de los países hispanoamericanos, incluida desde luego Cuba.

Mi opinión es que si las manifestaciones en Venezuela frente al usurpador o frente a Chávez Frías y desde luego las que tuvieron lugar en Cuba a partir del 11 de julio, hubiesen tenido la mitad de la intensidad que revistieron las manifestaciones en Chile, los oradores del partido de gobierno hubieran incitado al pueblo para que solicitara el restablecimiento del paredón, en el caso de Venezuela para que se lo instituyera.

Yo no acompaño a Coronel en su manifestación, aunque vista en una perspectiva mundial e histórica habría que convenir en que si los comunistas se han apoderado del gobierno por la fuerza de las armas en todas partes, quizá con la única excepción de Chile, donde no habiendo salido victoriosos se apoderaron del gobierno de Salvador Allende con el acompañamiento que le hizo Castro mudando su residencia de La Habana a Santiago; y quizá advertido de su error, porque pendejo nunca fue, se abstuvo de instalarse en Caracas e hizo que tanto Chávez Frías, como el usurpador, fueran los que viajaran a La Habana para coger línea.

 

 

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