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Maduro y los opositores marginaron a España durante el proceso de negociación

Prefirieron a Johnson, Putin o Merkel antes que a Sánchez pero Noruega forzó la participación de Madrid

Una gestión de Noruega, cuyo Centro de Resolución de Conflictos (Noref) es el principal mediador en el diálogo entre Nicolás Maduro y la oposición venezolana que se desarrolla en México, evitó que España quedara marginada del Grupo de Países Amigos del Proceso. Ni el líder bolivariano ni la oposición propusieron a Madrid entre sus ‘padrinos’ en lo que ha sido interpretado como una importante pérdida de autoridad e influencia de España en la región, según fuentes diplomáticas.

La estructura de la mesa de negociación contempla que el Gobierno venezolano y la oposición estarán acompañadas por representantes de los gobiernos de Rusia y Países Bajos, más el de Noruega en su papel de facilitador. Para integrar el Grupo de Países Amigos, compuesto por una decena de gobiernos que respaldarán el proceso desde sus capitales, cada parte propuso sus ‘padrinos’. Nicolás Maduro designó a Cuba, Nicaragua, Bolivia, Turquía y China. La plataforma unitaria de la oposición propuso a Alemania, Reino Unido, Canadá, EE.UU. y Colombia.

España no fue propuesta por ninguna de las partes, lo que puso de manifiesto que ninguna de ellas consideraba necesaria su participación. Sin embargo, una gestión de último minuto de Noruega logró incluir a España en el Grupo de Amigos, junto con México, país que es el anfitrión de las conversaciones. ABC requirió al Ministerio de Asuntos Exteriores una versión sobre lo ocurrido, pero al cierre de esta edición no había sido facilitada.

La intromisión de Zapatero

La participación española se convirtió en un problema debido a la insistencia del expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero de que en las conversaciones de México debía participar un grupo de políticos que en Venezuela llaman ‘los alacranes’, dirigentes de la oposición que han decidido apoyar a Maduro o participar en las instituciones controladas por éste a cambio de ciertas prebendas. Finalmente, la oposición consiguió que no fueran incluidos entre los delegados de la Plataforma Unitaria que agrupa a la oposición genuina y que dirige Gerardo Blyde.

Pero las intromisiones de Zapatero no han sido el único factor que ha situado a España al margen del proceso; otro elemento ha sido la progresiva pérdida de confianza en el Gobierno de Pedro Sánchez. Diplomáticos iberoamericanos consultados por este diario consideran que «hay una crisis de convicción» en la política exterior de España hacia Venezuela. Esta crisis se manifestaría en una actitud ambivalente hacia el Gobierno venezolano, mostrando favoritismo hacia ciertos sectores que rodean a Maduro, pero también hacia la oposición, donde se habría privilegiado a Henrique Capriles y minusvalorado a Juan Guaidó.

«Existe la impresión de que el gobierno de coalición español ha acordado no convertir a Venezuela en un motivo de discordia. El mismo gobierno tiene ministros de Podemos que se llevan de maravilla con Maduro y ministros socialistas que conceden asilo en Madrid a Leopoldo López. Esta inconsistencia se nota en la poca dedicación que están brindando al asunto», dijo un diplomático iberoamericano situado en la capital venezolana.

España se encuentra sin representante diplomático en Caracas. Juan Fernández Trigo, exembajador en Cuba y hombre con fama de gestionar bien las relaciones con la dictadura caribeña, fue designado encargado de negocios en Caracas en noviembre de 2020, una señal de que Madrid no nombraría un nuevo embajador, ya que la Unión Europea no reconoce al Gobierno de Maduro, y mantendría la representación al nivel de un encargado de negocios. Sin embargo, Fernández Trigo fue nombrado secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en El Mundo en julio pasado y actualmente está de vacaciones.

Esta ambigüedad española también ha contaminado al representante europeo, Josep Borrell, que hasta 2019 fue jefe de la diplomacia española.

Confianza de EE.UU.

Algo parecido a lo ocurrido con España le ha sucedido a Argentina. Aunque Alberto Fernández retiró la denuncia que su antecesor, Mauricio Macri, había presentado en la Corte Penal Internacional contra Maduro y sus adláteres por crímenes de lesa humanidad y se alejó del Grupo de Lima que reúne a gobiernos antibolivarianos, Buenos Aires no despierta la suficiente confianza ni al gobierno ni a la oposición venezolana.

Los diplomáticos destacan el papel pragmático asumido por Washington. El Gobierno de Joe Biden ha optado por trabajar con Noruega y con La Haya, y participar como ‘padrino’ de la oposición. A EE.UU. le interesan un par de asuntos clave que estarán sobre la mesa: la devolución de activos venezolanos congelados en su territorio y el levantamiento de las sanciones a los jerarcas del régimen. El Gobierno norteamericano ha prescindido hasta tal punto de España que ya ni se molesta en consultar a los gobiernos iberoamericanos para escudriñar la política de Madrid. «Antes nos pedían que les interpretáramos las intenciones de España, pero ya no les interesa», confesó un diplomático de la región.

 

 

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