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Otro alguacil alguacilado

El mandatario argentino está acorralado tras organizar una fiesta donde se incumplían las normas anti-Covid fijadas por él mismo. Se ha hartado de balbucir excusas y ninguna era creíble

Recoge el artículo 205 del Código Penal argentino que será condenado a una pena de seis meses a dos años de cárcel quien «violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes para impedir la introducción o propagación de una epidemia». Lo curioso es que en Argentina «quien violare» y «la autoridad competente» es la misma persona, en este caso el presidente de la República que en lo más duro del confinamiento organizó una fiesta en la que no se respetaban ni el aforo ni la distancia de seguridad fijados por él mismo en un decreto y donde las mascarillas brillaban por su ausencia. Cogido en la infracción, primero trató de echar la culpa a su esposa, que estaba de cumpleaños.

Un valiente. Como no coló esgrimió entonces que «al no haber contagios, no hubo delito», con lo que indignó más a los ciudadanos y se ganó la candidatura a la sandez del año. Sin salida, ahora que es investigado por la Justicia, acaba de estropear un poco más todo al ofrecer como compensación para «reparar el daño» la mitad de su sueldo para que la cosa quede en nada. Redondea el despropósito su abogado, que acusó al fiscal del caso de recibir sobornos. Le queda a Fernández echar la culpa a los extraterrestres. A ver si por ahí evita ser el alguacil alguacilado…

 

 

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