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La guerra interna del PP frena en seco su crecimiento y enciende las alarmas

Malestar entre diputados y dirigentes populares por una pelea en Madrid «que nadie entiende»

La guerra interna en el Partido Popular por la presidencia regional de esta formación política en Madrid está empezando a pasarle factura. Las últimas encuestas publicadas de institutos independientes reflejan un frenazo y marcha atrás del PP, después de varios meses en los que parecía consolidado en primera posición, con posibilidades ciertas de gobernar en cuanto Sánchez convocase elecciones generales. Diputados y dirigentes del PP no ocultan su preocupación ante un enfrentamiento público entre Isabel Díaz Ayuso y la dirección nacional del partido, que si bien se ha calmado en los últimos días sigue latente y lejos de resolverse. En el PP se ha asistido a la pelea con «tristeza interna», según confiesan en el Congreso.

Los comicios de Madrid del 4-M fueron el bálsamo que necesitaba un partido herido desde la moción de censura de 2018. La campaña y la posterior victoria de Ayuso produjo un efecto de movilización en todo el PP, que adelantó al PSOE en las encuestas, excepto la del CIS, por encima del 30 por ciento en estimación de voto, y una ventaja suficiente sobre los socialistas para poder alcanzar la mayoría absoluta junto a Vox. En ese contexto, la convención nacional del PP, que empezará el próximo lunes en Santiago de Compostela y acabará el domingo siguiente en Valencia, debía servir para impulsar de manera definitiva el proyecto nacional de Casado.

Por eso, en el PP casi nadie –la excepción está en Génova– entiende que con el inicio del curso político se permitiera una guerra, pública y abierta, con Isabel Díaz Ayuso después de que esta anunciara su candidatura a la Presidencia del PP de Madrid en un congreso que no se convocará hasta el primer semestre de 2022. Muchos en el PP no salieron de su asombro al ver cómo desde Génova se entraba en combate con una persona que arrasa allá donde va, y no solo entre el electorado de la derecha. Es ese liderazgo fuerte y creciente de Ayuso, de alcance nacional, lo que ha podido despertar algún recelo en el equipo de Pablo Casado.

Las peleas internas son siempre penalizadas por el electorado, sobre todo en un momento con graves problemas nacionales, como la pandemia o la crisis económica, pero también cuando se comprueba que el principal partido de la oposición, en vez de hacer frente al ‘sanchismo’, está ensimismado en sus propias rencillas. «Los afiliados de Madrid están perplejos por la división que se ha visto», comenta una dirigente del PP. Pero esa perplejidad sobrepasa los límites madrileños, según precisan otras fuentes populares.

En los últimos días, una encuesta de GAD3, publicada en ‘Nius’, encoge la ventaja del PP sobre el PSOE a solo 2,3 puntos. «Es empate técnico, con la que está cayendo y con todo lo que habíamos conseguido, es muy preocupante», reconocen fuentes parlamentarias del PP. En el Grupo Popular no se oculta la alarma que están produciendo los efectos del enfrentamiento entre Génova y Ayuso. En otra encuesta, en ‘Ok Diario’, la distancia entre el PP y el PSOE se reduce en cinco escaños en solo 15 días.

«Lo de Madrid es un tiro en el pie que nos hace sangrar y nos debilita, nadie lo entiende», lamentan en el Congreso de los Diputados. Las opiniones están divididas. Unos creen que Génova tiene razón al tratar de frenar a Ayuso porque «no toca» hablar de un congreso que ni siquiera está convocado, y solo ha conseguido eclipsar la convención nacional de Casado. Otros, sin embargo, no comprenden que la dirección nacional haya entrado en el combate con alguien como Ayuso, en línea ascendente, y que encima se meta en la pelea al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. «Es una batalla perdida porque Ayuso tiene todas las de ganar; si quiere ser presidenta, lo será», aseguran. Este ‘bando’ cree que Génova no debería haberse pronunciado de forma pública, y tendría que haberse sentado con Ayuso de forma privada para frenar el debate en cuanto nació.

Elección traumática

Mientras, el electorado del PP arde en las redes sociales ante una división que los obliga a elegir entre Ayuso o Almeida. «Es una elección traumática», señalan. En esa situación, a nadie extraña ahora mismo que las encuestas empiecen a reflejar ese retroceso del PP frente al resultado de los últimos meses. «No somos un partido con voto estabilizado», señalan fuentes parlamentarias. El PP había recuperado buena parte del voto de Ciudadanos, pero solo de forma prestada, y la mejor forma de volverlo a perder es enfadar al votante en un momento crítico.

Con las primeras luces de alarma encendidas, Casado llamó a todos al orden la semana pasada, y uno detrás de otro empezaron a rebajar el tono y a abrir una tregua. El primero fue Almeida, quien se retiró del debate interno hasta que se convoque el congreso. Desde la dirección nacional se cortaron de raíz las declaraciones. Se evitó la rueda de prensa habitual de los lunes en Génova y las preguntas se esquivaron sin entrar en el fondo. Y el lunes pasado, Ayuso confirmó que estaría presente en la convención nacional, y así rebajó algo más la tensión.

El daño a esa convención, preparada por Casado hasta en el mínimo detalle, está hecho. El mensaje de unidad y fortaleza interna que se quería lanzar ha quedado también tocado. Desde el Comité de Dirección del PP se quita hierro a lo que llaman «foto fija» de las últimas encuestas, porque lo importante, dicen, «es la tendencia, y está claramente consolidada al alza porque se está recuperando el suelo».

 

 

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