Ciencia y Tecnología

«Hay que fomentar el espíritu crítico y no caer en la era digital de los borregos»

8005120El individualismo más feroz, la ausencia de un espíritu crítico, el miedo y la alteración de prioridades y valores conforman un panorama social, según describe el filósofo José Antonio Marina, que ofrece hoy una conferencia sobre ‘La sociedad en busca de referentes’ en el Aula Magna de la Universidad de La Rioja a las 19.00 horas.

-Estamos en una época de crisis en la que la sociedad busca referentes.

-Hay una sociedad que busca unos valores de conducta buenos o malos. Unos valores han sido sustituidos por otros. Los valores son los que guían la conducta de la gente. Lo que hay que ver es si los valores de ahora guían la conducta, personal, política o social y si son, digamos, buenos o malos.

-¿Qué sucede hoy?

-En estos momentos están funcionando una serie de valores muy individualistas, muy escépticos respecto a la posibilidad de convertirlos en normas generales. Hay mucho miedo y la gente está muy a la defensiva. Y por lo tanto, cuando hay miedo se alteran las prioridades. Hoy se ha generalizado que el único valor importante es el económico.

-Ha mencionado usted cuatro grandes ‘enfermedades’ sociales de nuestro tiempo.

El individualismo. Una acción escéptica sobre normas generales. Hay un sentimiento de una sociedad amenazada y dependiente del aspecto económico.

-Y, ¿qué hacemos ahora?

-Lo primero que debemos hacer es reconstruir algunas certezas, útiles de comportamiento que se han perdido. El hecho de pensar que las cosas ya están consolidadas y que por tanto el régimen de derechos es algo que se puede exigir pero sin colaborar es un verdadero disparate. Todo es muy precario y lo que hay que hacer es tener bien presente que de la precariedad se sale siempre colaborando, que es la seguridad de todos. Y eso de todos se ha perdido.

-Bueno, ahí está la familia y su entorno.

-Sí. La familia siempre ha tenido una importancia grande porque es la que establece los primeros contactos del individuo con la realidad, con la seguridad básica. Lo que pasa es que las familias tampoco están aisladas. Están dentro de un sistema en el que ellas mismas son pasivas. Así que aunque la familia tiene mucha importancia, las salidas son muy poco autónomas. Dicen y repiten lo que están escuchando. Y aunque son grandes transmisoras de valores, van a transmitir lo que la sociedad está viviendo.

-Ahora lo que vemos es que hay es un gran mimetismo y un enorme interés de algunos por predicar el pensamiento único.

-Sí. Por eso, dentro de una visión de la sociedad, lo que debemos fomentar, tanto a nivel de las familias como de los individuos como del Estado, es que necesitamos un pensamiento crítico capaz de rebelarse en caso necesario para controlar las actitudes actuales. Pero eso es lo que no se ve porque todo el mundo toma posesión enseguida y todos dicen que las opiniones son respetables.

-Ya. Todo el mundo tiene derecho a opinar y todos tienen opinión.

-Ahora hay cosas establecidas que son un disparate. Es decir, que todas las opiniones son respetables. Pero hay gente que dice auténticos disparates.

-Pues ahí andamos. Todo el mundo tiene opinión…

-Todo el mundo tiene opinión, sí. Pero hay cuestiones en las que hay que plantear lo que se puede aceptar y lo que no se puede aceptar.

-Volvemos al pensamiento crítico, algo que es o parece absolutamente imprescindible.

-Debía ser así. Pero estamos fomentando una cultura muy borreguil. Ahí se han unido varias cosas y alguna de ellas es muy preocupante. Primero. Desde el año 2002 se cambió el sistema educativo. La Unión Europea marcó una serie de pautas educativas y competencias. Yo, ahí, protesté. La novena era la competencia filosófica y todas las ocho restantes no críticas. Necesitábamos una para reflexionar y no sólo para lo que estás aprendiendo. No hicieron ni caso.

-Pero es que no se enseña ni filosofía ni historia. Es el sistema utilitario.

-De historia se hace mal. De filosofía no funciona y no aparece en el plan hecho por la Unión Europea. Pero estamos en un momento de la glorificación personal que, aunque sea una tontería, parece que glorifica las redes sociales como si fueran una panacea. Y las redes sociales, las hay estúpidas y lúcidas. Pero no todas las redes sociales valen.

-Claro que no.

-Hay que tener un pensamiento crítico de todo y con las redes sociales lo mismo. Por ejemplo, la mayor parte de los ‘twitter’ son muy tontos; no aumentan el conocimiento ni la información ni el sentido crítico. Es una especie de glorificación de la primera tontería que se le ocurre a cualquiera. Hay una ausencia de crítica del pensamiento establecido y una glorificación del pensamiento general de las redes asociadas que produce un empobrecimiento general de las sociedades. Estamos en el tiempo de los borregos de la edad digital y no lo digo yo sino uno de los ideólogos de las nuevas tecnologías.

-La utilización de las nuevas tecnologías causa pavor. Y no digamos de la tele.

-Lo conozco muy bien. Muchas veces sirven para empobrecer. Los directivos de alguna cadena vienen de copiar el modelo italiano. Y dicen que no hay televisión basura. Dicen que el negocio no es hacer programas sino vender publicidad y que para vender publicidad hacen programas. Y aseguran que lo que hay es el espectador basura.

-Pasa lo mismo con los medios…

-No es verdad del todo, cierto, pero sí tiene una parte de verdad.

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