Historia

Beatriz Pineda Sansone: El secreto de Cristóbal Colón

Yo no soy el primer Almirante de mi familia

Christoval fue el nombre del introductor del linaje en Cerdeña. En la época se acostumbraba elegir el apellido de un miembro señalado de la familia, esto aseguró que se le impusiera a alguno de sus descendientes. Así encontramos que a dos nietos del almirante Colón se les llamó Cristóbal y Diego. Pero un detalle importante de la genealogía se basa en el hecho de que se tratara de la familia de los grandes Almirantes de Cerdeña. Es entonces cuando las palabras del descubridor adquieren todo su sentido: Yo no soy el primer Almirante de mi familia. 

Por aquel entonces, los almirantazgos eran hereditarios y recaían en familias nobles del círculo íntimo de los monarcas. Ostentaban el mando supremo de la milicia marítima.

El descubridor escribió a los Reyes Católicos: Yo vine a servir de veintiocho años y agora no tengo cabello en mi persona que no sea cano y el cuerpo enfermo…

Los biógrafos de Colón coinciden en señalarlo con el término ginovés. Pero ginovés, no solo, quiere decir genovés de Génova. También se llamaban genoveses a los súbditos del Ducado de Ginebra, que era el territorio más importante de la Saboya Oltramontana -extendido por el actual cantón de Ginebra, el Piamonte, la comuna de Niza y la región de Ventimiglia-. Además, eran considerados genoveses todos los habitantes de las colonias ultramarinas de la República de Génova, naturales de Córcega y Chíos.

En 1279, el papa Bonifacio VIII otorgó al rey Jaime II de Aragón el trono de Cerdeña a cambio de que sus estados rindieran pleito-homenaje al Santo Padre, lo apoyaran con sus ejércitos y echaran a los ginoveses de los señoríos que ocupaban en Nápoles y Sicilia. Así fue como los aragoneses iniciaron la conquista de Cerdeña. Se apoderaron del juzgado de Cagliari, al sur de la isla, que se hallaba en poder de los pisanos. Pisa había sido en el pasado una importante ciudad-estado del Mediterráneo, pero debilitada por los continuos enfrentamientos con los florentinos, no opuso resistencia. En aquellos tiempos convivían en la isla de Cerdeña tres poblaciones: los autóctonos sardos, los ginoveses y los catalanes.

Durante los siglos XV, XVI y XVII, según expresa Marisa Azuara (Christoval Colón más grande que la leyenda, España, 2017), un sardo que descendiera de linaje ginovés sería considerado de nación genovesa aun cuando se expresara en un castellano cargado de modismos y vocablos catalanes, de que no conociese la lengua italiana ni se comunicase en esta lengua con sus familiares más cercanos. Todas estas características, presentes en Cristóbal Colón, indican la probabilidad de que la cuna del Almirante de la Mar Océana estuviera en Cerdeña.

Y, en efecto, Colón nació en 1436 en Cerdeña. Era hijo de Salvador de Sena Piccolomini y de Isabella Alagón d’Arborea i Doria. Por parte de su padre procedía de los Piccolomini, los Colombini y los Sarrazini de Siena. Por parte de su madre, de Brancaleone Doria, de la jueza Eleonora d’Arborea y de las Casas aragonesas de Sástago y Luna.

En 1458, cuando Colón contaba veintiún años, fue elegido Sumo Pontífice de la Iglesia Romana su pariente paterno Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464), quien ascendió al trono pontificio con el nombre de Pío II (1458-1464). El papa Piccolomini, como fue conocido, tuvo una impecable formación humanista, destacó por su tardía vocación, por su obsesión de liderar una cruzada que devolviese Jerusalén y Bizancio a la Cristiandad, y por sus asombrosos conocimientos geográficos. Escribió la Historia Rerum Ubique Gestarum, obra que acompañó a Colón en todos sus viajes y en la que el navegante realizó muchas anotaciones relacionadas con sus descubrimientos.

Colón venía de una flota extranjera. Para la misma época en que su pariente Piccolomini ocupó el Papado (1458 y 1464), y según lo acostumbrado en el Vaticano, durante el Renacimiento –siglos XIV-XVI-, repartió los cargos de confianza entre sus parientes, así como el funcionamiento de los clanes familiares. El único lugar en que puede suponerse al navegante, siendo su abuelo el Grande Almirante de Cerdeña, es en la escuadra de su santidad el Sumo Pontífice.

Colón trabajó para Castilla a partir de 1485, cuando contaba 49 años. Se había enrolado en uno de los almirantazgos de la Corona de Aragón, donde sirvió dieciséis años, cuenta M. Azuara. Cerdeña estuvo bajo el dominio aragonés durante cuatrocientos años.

El almirantazgo de Cerdeña, igual que el de Castilla, tenía su sede oficial tierra adentro, en el centro de la isla, en el castillo de Sanluri, domicilio del almirante. Su posición estratégica le permitía atender todos los puertos por igual. Según indica su genealogía, la familia de Sena procedía de los ilustres Piccolomini de Siena.

Los Piccolomini en Cerdeña apoyaron al rey Alfonso el Magnánimotambién conocido como el sabio rey de Aragón entre 1416-1458, de Valencia, de Mallorca, de Sicilia, de Cerdeña, conde de Barcelona y rey de Nápoles (1442-1458)- en su proyecto de dominar la isla. De otro modo, jamás hubiesen alcanzado el Grande Almirantazgo, como tampoco hubiesen conseguido los títulos nobiliarios ni las propiedades que poseían.

La Cosmographia de Ptolomeo iluminada en Roma en 1478 para el cardenal Francesco Todeschini Piccolomini (1439—1503), según demuestra la pintura de sus armas en el folio, constituye una joya bibliográfica de gran trascendencia, que demuestra la relación de Colón con los Piccolomini, porque la obra estuvo en posesión de Colón, tal como lo autentifican el anagrama, la firma y la rúbrica en el primer folio recto del segundo ex libris. Este hecho demuestra las buenas relaciones que los unían, así como el profundo conocimiento del cardenal sobre las intenciones y los proyectos del descubridor.

Hernando Colon dice en Historia del Almirante (Madrid, 2006):  que prefirió que sus padres apenas fueran conocidos. De modo que cuanto y más apto y capacitado estaba para la gran empresa, tanto menos quiso que su patria y origen fuesen conocidos.

Por ese motivo, algunos que quieren oscurecer su fama dicen que procedía de Nervi, otros de Cugureo –o Cogoleto-… Otros que quieren ensalzarlo más dicen que era de Savona, o de Génova; los más exaltados lo hacen de Plasencia -o Piacenza, en Lombardía-, ciudad en la que viven algunas honradas personas de su familia, y donde hay sepulturas con armas y epitafios de Colombo, pues este era el apellido usado por sus mayores, si bien él, por adaptarse a la patria a la que fue a vivir y comenzar nuevo estado, limó el vocablo para que se conformase con el antiguo, diferenciando a los que de él procedían con respecto a todos los demás, que eran colaterales, y tomó el nombre de Colón.

En 1470Leonardo Alagón, hermano de la madre de Christoval, heredó el giudicato d’Arborea –Juzgado-, único territorio de Cerdeña que permanecía independiente. Al rey Juan II de Aragón, Sicilia y Navarra (1398-1479), le interesaba anexionar este pequeño estado que mantenía alianzas con los ginoveses e impedía que se asentase de forma oficial la donación de la isla, otorgada por el Papa Bonifacio VIII al rey Jaime II (1267-1327). En el camino, Nicolás Carroz, virrey de Cerdeña disputó la herencia a Leonardo Alagón y se lo hizo saber al rey, ya que descendía del anterior giudice por vía de varón. El rey lo apoyó sin reservas y se negó a investir a Don Leonardo Alagón. Un año más tarde, Nicolás Carroz inició la ofensiva y las batallas comenzaron. Don Leonardo venció las tropas del virrey Carroz. Fue así como el rey Juan II de Aragón simuló ceder y concedió la investidura a Don Leonardo. El rey pidió que el giudice le rindiese pleito homenaje como descendiente que era de la nobleza aragonesa. Finalmente, tras un año, el de Arbórea preparó la formalidad y Don Juan invistió a Don Leonardo Alagón como IV marqués de Oristán y VIII conde de Goceano. La paz no tardó en desaparecer, porque tres años más tarde, Don Leonardo se sublevó contra la Corona y se reiniciaron las discrepancias. Amparado por el juramento del pleito homenaje, Juan II exigió a los jueces de Cerdeña que emitiesen sentencia de ynfamia perpetua por crimen de felonía y lesa majestad contra Don Leonardo Alagón y todos los miembros de su familia, incluidos los hijos de sus hermanos y hermanas. La instrucción incluía la pérdida de títulos y privilegios, la enajenación de las haciendas y la inclusión de escusón de infamia en sus escudos de armas, lo que los convertía en traidores confesos ante todos. Las fuerzas de Arbórea desertaron en masa. Nadie admitía defender un pendón mancillado por el escusón de infamia. Para ese entonces, Christoval, uno de los hijos de Isabella Alagón, se encontraba navegando Ultra Tile, transportando un flete de sal procedente de las salinas familiares y no regresó a Cerdeña. Se dirigió, con los barcos de los Piccolomini, a Amalfi en busca del amparo de su primo, el corsario Colombini, el Mozo, que, desposado con una bastarda del rey de Nápoles, se había convertido en duque de Amalfi. Esta fue la razón por la cual Christoval dejó de llamarse Piccolomini, tallando el prefijo Pic  y el sufijo ini, para reemplazarlo por el nombre de otra estirpe de su familia: Colombo. Con este nuevo apelativo al que añadía el topónimo Terra Rubra firmaba los mapas que confeccionaba.

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

6 comentarios

  1. Muy interesante entender toda la maniobra política renacentista que estuvo detrás del cambio de apellido de Colombo. Maniobras que hoy en día siguen existiendo con el propósito de proteger los intereses políticos y económicos de la Iglesia y los soberanos de Estados.

  2. Excelente artículo Beatriz. Acabo de reenviárselo a Ricardo quien, creo que sabes, es profesor de Historia.
    Felicitaciones, como las que merecen todos tus trabajos y pocas veces te lo digo ya que la vida siempre me lleva a andar corriendo y dejar cosas para mañana.
    Un abrazo
    Viviana

  3. Interesantísima y originada investigación sobre uno de los hombres menos comprendidos de la Historia. Gracias por este tesoro del quehacer universal.

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