Berlín sigue siendo un nido de espías en el siglo XXI
La muerte del agente ruso Kiril Zhalo remite a los tiempos de la Guerra Fría, aunque en la capital alemana se mantiene una intensa actividad de los servicios de inteligencia
En Berlín hay un Museo del Espionaje, pero sobre esta materia y en esta ciudad se aprende más en los periódicos e incluso en las redes sociales, que en las fuentes históricas. Aquí el espionaje está a pie de calle y forma parte del día a día. «Otros países se centran más en el espionaje industrial, pero nosotros sobre todo vigilamos a nuestros propios nacionales en Alemania», confiesa la empleada de una Embajada muy cercana.
Frente a la idealizada visión de novelas como ‘El espía que surgió del frío’, de John le Carré, películas como el James Bond de ‘Octopussy’ y más recientemente series como ‘Homeland’ o ‘Berlin Station’, los espías reales llevan en esta ciudad una existencia bastante más prosaica y se dedican fundamentalmente a hacer el trabajo sucio de los intereses extranjeros.
El pasado mes de julio fue detenido un politólogo jubilado, Klaus L., que espiaba para China, proporcionando sobre todo redes de contactos, una especie de quién es quién de las universidades y fundaciones alemanas. Los servicios de contraespionaje alemán confirman que los académicos con trayectoria internacional y los funcionarios extranjeros recién jubilados figuran actualmente entre los más buscados por los reclutadores.
En junio, un empleado de la universidad de origen ruso, Ilnur N., fue acusado de facilitar información a cambio de dinero a agentes de su país. La Fiscalía Federal probó que al menos tres veces se reunió con el contacto ruso al que entregaba informaciones sobre «el dominio de la universidad» y del que recibía dinero en efectivo. En febrero, La Fiscalía presentó cargos contra el alemán Jens F., electricista que aprovechó un trabajo en la sede del parlamento y pasó en un PDF los planos del Bundestag al servicio de inteligencia militar rusa GRU.
Ha habido sonados casos, como el de Armin K., que se coló hasta el despacho del portavoz de Merkel, Steffen Seibert. El espía egipcio-alemán fue inculpado en noviembre de 2020 transmitir durante años información al Servicio de Inteligencia General Egipcio (GIS) y de intentar reclutar informantes entre los corresponsales. A cambio había pactado que su madre, en Egipto, recibiese una pensión. Tanto el GIS como su rama interior, el NSS, están activos en Alemania recolectando información sobre los opositores al régimen de Abdel Fatah al Sisi refugiados en el país.
Muerto al caer de la Embajada rusa
En esta ensalada de siglas del espionaje que se aliña en la capital alemana destaca sin embargo por su violencia la inteligencia rusa. El asesinato de un tiro en la cabeza y a plena luz del día del checheno Kahngoshvili, en un céntrico parque y junto a una heladería, junto a la reciente muerte de Kiril Zhalo al caer desde el complejo de la Embajada rusa, nos devuelven a los peores días de la Guerra Fría, ahora que pensábamos que el espionaje de más altos vuelos se realizaba ya a través de dispositivos electrónicos.
Desde 2015, el Bundestag ha sufrido reiterados ciberataques que han llevado a expertos como Markus Beckedahl, de Netzpolitik, a afirmar que «el Bundestag ha perdido el control sobre su propia estructura informática». Pero seguramente el mayor escándalo de espionaje desde la caída del Muro de Berlín hasta hoy lo ha protagonizado la agencia estadounidense NSA, que tuvo pinchado el teléfono móvil de Angela Merkel durante años, hasta que los papeles de Snowden desvelaron lo que la canciller alemana describió como «intolerable entre países amigos».
Seguramente sigue teniéndolo pinchado, porque Obama recortó sus tentáculos dentro de EE.UU., pero no en el exterior. Los berlineses lo tienen asumido y lo llevan con relativa normalidad. El servicio alemán de Inteligencia BND, por cierto, tiene canal en Instagram y en Youtube desde los que recluta potenciales agentes. «Nuestro principal objetivo es posicionarnos como empleador emocionante y moderno, atraer a jóvenes talentos», describe un portavoz sus intenciones.