Oswaldo Álvarez Paz / Desde el puente: En memoria de mi hermano
Hace algo más de una semana falleció en Maracaibo mi hermano Fernando Álvarez Paz. No tuve tiempo de escribir el artículo correspondiente. Ahora lo intento pero confieso que me cuesta mucho concentrarme. Fernando fue, además de hermano, mi mejor amigo. Sólo nos diferenciaba un año y medio de edad. Crecimos juntos, desarrollamos nuestras aficiones y tendencias de manera simultánea aunque no coincidentes, pero siempre dentro de una formación común tanto familiar como educativa. El respeto nos distinguía.
El golpe ha sido muy duro. Algo compensado con la extraordinaria solidaridad de amigos, conocidos y muchos ciudadanos comunes que aquí en Maracaibo, desde donde escribo, fueron testigos de la ejemplar vida de Fernando. Desde Caracas, otras ciudades de Venezuela y de buena parte del mundo, siguen llegando manifestaciones de solidaridad y de pesar. No encuentro palabras para expresar todo el sentimiento que nos arropa. El vacío es enorme, pero esta es la vida y tenemos que asimilar los golpes, respirar hondo y seguir pa´lante como él quisiera que actuemos.
Fernando se inició políticamente en Acción Democrática como dirigente juvenil. Luego acompañando a nuestro tío, Jesús Ángel Paz Galarraga, cerró filas en el Movimiento Electoral del Pueblo, MEP, hasta que decidió formar tienda aparte hasta crear el movimiento nacional Gente Emergente. Se graduó de economista en la Universidad del Zulia con la cual estuvo vinculado hasta el final ya como Profesor Emeritus. En cuanto a ideología, podemos decir que era un socialista auténtico, reforzado por principios y valores cristianos que lo alejaban de los extremismos fuera de tiempo.
Ambos fuimos dirigentes estudiantiles y, en ocasiones, tuvimos que enfrentarnos públicamente. Hacia el final de nuestros estudios, por decisión del estudiantado, nos correspondió ocupar a mí la Presidencia de la Federación de Centros Universitarios y a Fernando la Secretaría General. Hubo debates públicos y campaña abierta. Dormíamos en el mismo cuarto. Allí en el silencio de las noches tardías intercambiábamos información y arreglábamos cualquier cosa que estuviera pendiente.
Fernando fue también fanático del béisbol. Lo seguía de cerca. Durante su juventud se destacó mucho en todas las jerarquías del béisbol aficionado. Hasta llegó a tener ofertas concretas. Una del famoso Gavilanes y hasta de los Indios de Cleveland para reportarse a los entrenamientos primaverales del equipo con un jugoso bono, en dólares de la época. Nuestros padres, especialmente Mamá, se opusieron y allí murió el sueño del Grande Liga que él hubiera sido. Se graduó y se fue a hacer su Post Grado en Teoría Económica en la Universidad de Michigan, sin olvidar su fanatismo por los Yankees de New York y seguir de cerca las actuaciones de los venezolanos en la gran carpa. Especialmente de Luis Aparicio, uno de sus grandes amigos.
No hay espacio para mucho más. Pero Fernando fue hijo, hermano, esposo y padre ejemplar. Me hará mucha falta su presencia física, pero gracias a sus enseñanzas y a su ejemplo todo será superado.
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