Xi Jinping se eleva al nivel de Mao y Deng para perpetuarse en el poder
En el Sexto Pleno de su Comité Central, el Partido Comunista aprueba una resolución «histórica» sobre los «logros» de sus cien años y encumbra aún más a Xi antes del Congreso del próximo otoño
Tras cuatro días de reuniones a puerta cerrada, como suele ser habitual en China, el presidente Xi Jinping se ha encumbrado este pasado jueves como el dirigente más poderoso del Partido Comunista junto a Mao Zedong, el fundador de la patria, y Deng Xiaoping, el padre de la apertura al capitalismo. Lo ha hecho a través de una «resolución histórica» sobre los «mayores logros» del partido en su siglo de vida, que ha sido aprobada por el Sexto Pleno de su XIX Comité Central.
Antes de él, solo Mao había patrocinado una declaración similar para marginar a sus rivales internos y afianzar su poder en 1945, mientras que Deng lo hizo en 1981, precisamente, para reconocer los errores del ‘Gran Timonel’ y confirmar la apertura al capitalismo.
Dicha autocrítica desaparece por completo en este nuevo comunicado, que proclama que «los esfuerzos del Partido y del pueblo durante el siglo pasado representan el capítulo más magnífico en la historia milenaria de la nación china». Así ha pasado de ser una atrasada sociedad semicolonial y semifeudal a erigirse en la segunda economía del mundo, cada vez más influyente y capaz de disputarle la hegemonía global a Estados Unidos.
Cuatro décadas después de que Deng Xiaoping abandonara el maoísmo, que tanta miseria había traído, Xi Jinping marca el rumbo del opulento ‘capicomunismo’ chino del siglo XXI y sigue cimentando tanto su liderazgo indiscutible como su culto a la personalidad. Con una propaganda cada vez más a la norcoreana, el tono laudatorio y rimbombante del comunicado del Pleno no deja lugar a dudas: «El camarada Xi, a través de meticulosas valoraciones y profundas reflexiones sobre numerosas cuestiones teóricas y prácticas sobre la causa del partido y el país en la nueva era, ha establecido una serie de nuevas ideas, pensamientos y estrategias sobre la gobernanza nacional que giran alrededor de las principales cuestiones de nuestros tiempos: qué tipo de socialismo con características chinas deberíamos defender, qué clase de gran y moderno país socialista deberíamos construir y qué tipo de gobernanza marxista deberíamos desarrollar».
Como fundador del ‘Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era’, la declaración proclama que «este es el marxismo de la China contemporánea y del siglo XXI». Y, como ‘núcleo’ del Comité Central, asegura que Xi «ha demostrado una gran iniciativa histórica, tremendo coraje político y un poderoso sentido de su misión», proporcionando «un liderazgo unificado para avanzar hacia nuestra gran lucha, gran proyecto, gran causa y gran sueño».
Para el profesor Jean-Pierre Cabestan, experto politólogo de la Universidad Baptista de Hong Kong, «el Partido Comunista de China sigue luchando porque tiene muchos enemigos. ¿Pero qué tipo de país organiza sus objetivos políticos en torno a una lucha?». A tenor de los ‘logros’ de estos cien años de los que se vanagloria el régimen, Cabestan cree que «ya no queda espacio para corregir los errores (y crímenes) pasados ni cuestionar las políticas equivocadas». Por ese motivo, y con el nacionalismo como principal motor del partido, cree que «su siglo ininterrumpido de vida lleva lógicamente a la nueva era, que es la dictadura de Xi».
Aunque el comunicado no llega a criticar a antecesores como Jiang Zemin y Hu Jintao y recoge sus logros, no duda en afirmar que Xi «ha resuelto muchos problemas difíciles que llevaban tiempo en la agenda y nunca se solucionaban y conseguido muchas cosas deseadas que nunca se lograban». Entre ellas destacan que «los sistemas de liderazgo del partido han mejorado» y «se ha conseguido una victoria aplastante en la lucha contra la corrupción», así como que el «desarrollo económico se ha vuelto más equilibrado, coordinado y sostenible».
En el terreno militar, la declaración anuncia de forma inquietante que «el Ejército del pueblo ha atravesado una reestructuración revolucionaria preparándose para la próxima fase», tomando «acciones concretas para salvaguardar la soberanía nacional y la seguridad con un indomable espíritu de lucha». En el plano internacional, elogia que «China ha abierto nuevos caminos en sus esfuerzos diplomáticos en medio de profundos cambios globales y ha tornado las crisis en oportunidades», lo que ha resultado en «un marcado aumento de la influencia en el exterior». En este sentido, reconoce que el «panorama externo se ha vuelto cada vez más complejo y grave durante el último año bajo el impacto combinado de unos cambios jamás vistos en un siglo y la pandemia del coronavirus», cuyo origen enfrenta a China con Occidente junto a la represión en Xinjiang, el Tíbet y Hong Kong.
Sin citar sus masivas protestas por la democracia de 2019, la resolución se ufana de «haber restaurado el orden en Hong Kong», justo el día en que uno de aquellos jóvenes manifestantes, que solía ir disfrazado del Capitán América, ha sido condenado a cinco años y nueve meses de cárcel por cantar proclamas por la independencia. Se trata del segundo sentenciado a penas de prisión por la draconiana Ley de Seguridad Nacional impuesta el año pasado por el régimen en la antigua colonia británica, que sigue perdiendo las libertades que la diferenciaban del resto de China.
En medio de la tensión creciente con Taiwán, la isla independiente de facto reclamada por Pekín, la declaración también se opone a las «actividades de los separatistas» y a las «injerencias extranjeras» cuando aumentan los contactos de su Gobierno, elegido democráticamente, con EE.UU. y la Unión Europea.
Para acabar con las desigualdades que ha traído el extraordinario crecimiento de las cuatro últimas décadas, el Pleno aboga por la «prosperidad común» que propugna Xi Jinping. Paradójicamente, su conclusión ha coincidido con el Día del Soltero en China, que se ha convertido en la mayor jornada mundial de ventas por internet y ha sido celebrada con menos ostentación que de costumbre por la campaña para controlar a las grandes empresas tecnológicas.
Tras convocar para el otoño del próximo año el XX Congreso del Partido Comunista chino, en el que Xi Jinping se perpetuará en el poder, el comunicado llama a sus cuadros, al pueblo y al Ejército a unirse a él para implementar su «socialismo con características chinas en la nueva era». Una vez cumplido su primer centenario, el Partido Comunista de China se prepara para otros cien años de ‘milagros’. Tomando al pie de la letra la entusiasta propaganda, entre ellos no se debería descartar que Xi Jinping siga al frente después de un siglo.