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Los dinosaurios van a desaparecer

 

El poder ilegítimo se perpetúa, pero también los himnos populares se cantan como si los hubiésemos compuesto hoy mismo. Cargado de agónica furia, «Los dinosaurios», de Charly García, es un manifiesto soberbio sobre la fragilidad del individuo en la hora del terror.

Compuesto para rescatar a los muertos y desaparecidos de la dictadura militar argentina, los músicos cubanos Pavel Urquiza, Yisel Duque y Boris Larramendi versionan esta pieza maestra de García que, alejada de cualquier engolamiento, abre en medio del dolor una ruta de escape; la posibilidad de un cierre de época y de un vuelta de tuerca a la historia a partir de una verdad geológica, es decir, una verdad poética y anterior. Ahí dice: «Pero los dinosaurios van a desaparecer». Antes, uno de los versos más felices de la lengua: «Cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada».

Los rostros son nuevos, pero el orden injusto es el mismo. El video, sobrio y estremecedor, y la melodía de unas voces de seda, que desde el exilio desgranan con íntimo enojo la rabia nacional, son el telón de fondo y la verdad profunda de los cubanos que empiezan a reconocerse en un escenario común y propio, destrozando los tiempos artríticos del poder.

 

 

 

 

 

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