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Oswaldo Páez-Pumar: ¿Por qué las llaman sanciones?

 

Las llaman así porque es la manera de ejercer poder sobre los seguidores y aun sobre los adversarios. Se trata de una estafa en el manejo del lenguaje que fue puesta de manifiesto por George Orwell en 1948, cuando publicó su visionaria novela 1984. En lo único que erró Orwell fue en lo innecesario del transcurso de 36 años (de 1948 a 1984) para que se hiciera realidad lo que mostraba como novela, es decir, como fantasía. Se hizo realidad mucho antes.

Hoy la palabra que se emplea es la que figura en el título, bastantes años atrás se empleó el término bloqueo, aprovechando el espectáculo del despliegue de la armada norteamericana en derredor de Cuba, para impedir la llegada de una no despreciable flota  para instalar en la isla misiles capaces de disparar cargas de  proyectiles nucleares, cuando entonces Nikita Jrushchov era el emperador de la U.R. S. S. Pero salvo en ese preciso momento, ni en el resto de la vida de Castro, ni aún hoy después de muerto ha existido bloqueo alguno sobre Cuba.

Tampoco han existido, ni existen sanciones contra Cuba y su capacidad de negociar con el mundo entero está intacta. Existen sí, para los ciudadanos americanos, para los extranjeros residentes en los EEUU, para las empresas americanas y para las empresas extranjeras con sede en alguno de los estados de los EEUU prohibiciones, o restricciones para comerciar con Cuba o con empresas u organismos cubanos; y es sobre éstos sobre los que recaería el peso de las sanciones y no sobre Cuba, ni sobre sus instituciones, ni sobre los cubanos, ni sobre extranjeros residentes en Cuba.

¿Por qué se emplea ese término y por qué Cuba y los cubanos se muestran como víctimas de las “sanciones” impuesta por los Estados Unidos? ¿Por qué también el gobierno (desgobierno) de Venezuela al referirse a esas medidas las llama “sanciones”?

En primer lugar, porque como sancionar es un verbo transitivo, cuya acción recae sobre una persona diferente a la del sujeto que la ejecuta, se nos quiere vender que los Estados Unidos sanciona a Cuba o a los cubanos, lo cual desde luego sería un atropello repudiable, porque “¿a cuenta de qué?” podría los Estados Unidos venir a sancionar a Cuba, o a Venezuela como tan bien lo pretende el usurpador, como émulo o imitador de los cubanos.

Lo que quiso vender Castro desde 1959 y el Chavo-madurismo desde 1999 es que teníamos una guerra no a sangre y fuego, sino económica contra “el imperio”; y ahora lo que les molesta es que “el imperio” sin ningún esfuerzo de nuestra parte nos conceda la victoria, al prohibirles (más bien restringirles porque no es absoluta ni total) a sus ciudadanos, sus residentes, sus empresas y las allá domiciliadas, que comercien con Cuba y tampoco con Venezuela.

Desde luego, lo más paradójico de esta batalla que acabamos no sé si de ganar o de perder tanto Cuba como nosotros está en el orden monetario; aunque lo nuestro sea de mayor pesar que lo ocurrido en Cuba. Allá perdieron los cubanos “el peso” que es un nombre común con el que se designa la moneda de curso legal en distintos países, pero nosotros (nosotros no ellos) destruimos, la moneda llamada “bolívar” de exclusivo curso legal en Venezuela, mientras le cambiábamos el nombre a la república, que paso a ser “bolivariana” sin Bolívar, perdón por el lapsus, quise decir sin “bolívares”.

No, no debo pedir perdón, porque aunque el chavismo o el madurismo invoquen permanentemente  el nombre de Bolívar y pretendan ser los depositarios o herederos de su legado, están muy lejos de serlo. Son herederos de Castro y ¡Dios mío! lo que se me acaba de  revelar, cuando ya terminaba este artículo, son herederos de “ORTEGA”, desde luego no de su fortuna, ni tampoco de sus ideas de las cuales carece, sino de su satrapía.

Caracas, 15 de noviembre de 2021

 

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