CorrupciónDictaduraEleccionesPolítica

Oswaldo Páez-Pumar: Escoja usted el adjetivo que más le cuadre

 

Las circunstancias que rodean la elección de gobernador Freddy Superlano en el estado Barinas son tan increíbles, tan inauditas, tan insólitas y tan inexplicables que hacen que todo el proceso sea “altamente censurable” que es la forma como el diccionario define el término “vituperable”. Lo primero que está a la vista es que el estado donde nació Hugo Chávez Frías, el estado Barinas, está saturado de Chávez y el chavismo y por eso le ha negado apoyo al hermano menor, en quien debo reconocer un gesto de hombría, al renunciar al cargo de gobernador y negarse a participar en el nuevo sainete electoral, que el Poder Judicial y una parte del Poder Ciudadano de consuno, le imponen al Poder Electoral ordenándole incumplir la función para y por la cual existe que es, contar los votos.

La sentencia del TSJ ha impuesto al CNE lo que en el argot popular se expresa con la frase “borrón y cuenta nueva”. Ésta ha sido la forma como, en los casi 23 años transcurridos desde el 2 de febrero de 1999 cuando Chávez Frías tomó posesión de la presidencia se ha venido abordando el tema de la soberanía que reside “intransferiblemente” en el pueblo, por parte del Tribunal Supremo de Justicia, más bien de su “sala constitucional”, que siendo ella una parte del todo que es el TSJ, se ha colocado por encima de ese todo, desde que éste decidió que los sucesos de Abril del año 2002 fueron el resultado de un “vació de poder” y no como la historia fabulada, incluso hasta en películas financiadas con cargo al patrimonio público, que presenta la situación como un golpe de estado.

La segunda parte de esta historia la representa la puesta sobre el tapete de la inhabilitación del candidato ¿triunfador? para participar en las elecciones en las cuales participó porque estaba inhabilitado, asunto en el cual, porque me da la gana voy a excusar de responsabilidad a dos rectores, cuyos apellidos omito, también porque me da la gana, aunque particularmente por lo reciente de sus nombramientos por lo que pudo pasarles inadvertido la inhabilitación del candidato a gobernador del estado Barinas, entre tantísimos que había a las gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos de los estados y concejos municipales.

Desde luego esa inhabilitación no pudo pasarle inadvertida al inhabilitado, pero menos aún al inhabilitador que guardó silencio prácticamente toda una semana después de las elecciones, cuando comenzó a hacerse evidente el triunfo del inhabilitado. Pero ese silencio no ocupó una semana, sino mucho más tiempo, desde que el inhabilitado se propuso como candidato ante el CNE, porque si bien a éste correspondía verificar la licitud de la postulación, al ente “inhabilitador” corresponde realizar todo cuanto esté a su alcance para que sus decisiones sean cumplidas, acatadas; y aceptemos, porque errar es de humanos, que se le escape el nombre de un candidato de las listas de postulados al consejo legislativo de uno de los estados o al concejo municipal de uno de los innumerables municipios, pero a la gobernación de un estado ¿cuántos estados tenemos y cuantos postulados por cada estado?

Piensa mal y acertarás, es un viejo dicho, que me parece que todavía no ha alcanzado la categoría de “refrán” que es o son como verdades extraídas de la cotidianidad, por lo que me es dado pensar, que las “inhabilitaciones” suenan a un recurso construido al margen de la constitución que le ha permitido al gobierno desde los años de Chávez Frías hasta los insoportables del usurpador, poner obstáculos más bien impedimentos tanto a personas como a organizaciones para participar en las elecciones si sus nombres pueden comprometer el triunfo de un posible candidato del PSUV, del chavismo o ahora del madurismo. Eso ha tenido lugar en estas elecciones en el estado Barinas. No conozco al triunfador, pero si a los que lo inhabilitaron, desde luego a ninguno personalmente, sino por aquello de que “por sus obras los conoceréis”. Y sus obras, entre ellas esa inhabilitación, que desde luego no es un impedimento constitucional para postularse como candidato, que sería insuperable, sino obra de la pretensión de “haber llegado para quedarse” que ha sido derrotada, por la “arrogancia” de los diputados a la Asamblea Constituyente de 1999 dándoselas de innovadores, que establecieron el “intransferiblemente” que acompaña a la soberanía que reside en el pueblo, al que le dio la gana de elegir a un inhabilitado, precisamente para habilitarlo.

 

Caracas, 2 de diciembre de 2021

 

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba