Mal de muchos
Aparte de que el mal de muchos es remedio de tontos, solo Pedro Sánchez mantiene el optimismo y la sonrisa
En lo único que tiene razón el Gobierno, o concretamente su presidente, es en que todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, tienen problemas, están preocupados, con el virus, la economía, la falta de salidas y la ausencia de soluciones. Aparte de que el mal de muchos es remedio de tontos, solo Pedro Sánchez mantiene el optimismo y la sonrisa. Pasemos lista:
Putin está decidido a que Rusia mantenga no sólo el estatuto de superpotencia, algo que le proporcionan los megatones en sus arsenales nucleares, sino también un colchón de países neutralizados en torno a modo de salvavidas. Sin que parezca que lo haya conseguido. Como durante la hégira del comunismo puro y duro Moscú facilitó a muchos rusos su
traslado a estos países satélites con buenos sueldos y cargos, existe en todos ellos una colonia rusa que teme perder su influencia y Moscú parece dispuesto a apoyarles, llegando al extremo de apoyar su incorporación a la Federación Rusa, como ha ocurrido en Crimea. La próxima crisis puede estallar en Ucrania, en cuya frontera con Rusia ambos ejércitos hacen maniobras inquietantes. Y Putin advirtiendo que no quiere tropas de la OTAN allí. A Biden le ocurre algo parecido. Su salida de Afganistán, sin igualar a la de Vietnam, fue bastante parecida y va a pasar bastante tiempo antes de que los países pequeños recobren su confianza en Estados Unidos. Si la recobran. Tampoco le ayuda que no cumpla su promesa de cerrar Guantánamo. O las explosiones de violencia racial en su país. Con un Trump amenazando con volver a buscar la presidencia y el núcleo duro de seguidores apoyándole.
Para terminar con las superpotencias, China. Los últimos dos años no han sido felices para un régimen embalado hacia la supremacía mundial. Haber sido la cuna de la mayor epidemia de los últimos tiempos pone un signo de interrogación sobre el modelo chino y su capacidad de elevar el nivel de vida de su pueblo. Su intento de controlar su parte del océano Pacífico ha alarmado a unos Estados Unidos que lo considera su ‘mare nostrum’, y aunque los chinos no buscan exportar su modelo sino sus productos, pueden chocar allí.
De Europa, ¿qué puedo decirles? Que después de haber dominado océanos y continentes, se encuentra invadida por gentes de todos ellos, que pueden aplastarla, al no tener capacidad para absorberlas. De nuestro país, saben ustedes tanto como yo. Llevamos más de un quinto del siglo XXI y aún no hemos conseguido ponernos de acuerdo no ya en qué queremos, sino en quiénes somos, que es lo peor que le puede ocurrir a un pueblo. Pero eso lo vamos a dejar para otro dìa y aceptamos la excusa presidencial de que todo el mundo anda mal. Menos él.