Derechos humanosDictaduraViolencia

De vida o muerte: ¡liberación incondicional de las personas presas políticas, ya!

De acuerdo al Mecanismo para el reconocimiento de Personas Presas Políticas, al día de hoy en Nicaragua hay al menos 170 personas presas políticas. Son hombres y mujeres a quienes el corrupto sistema jurídico de la dictadura quiere achacarles crímenes penados con pesadas condenas, basándose en absurdas y espurias leyes promulgadas recientemente al efecto por la igualmente corrupta Asamblea Nacional. Sabemos, de muchas fuentes, que estas personas son sometidas a diario a tratos crueles e inhumanos y son metódicamente torturadas en las mazmorras de la dictadura.

Que ya bien entrado el siglo XXI en nuestro país todavía se asesine, aprese y torture a la gente por pensar diferente del grupo en el gobierno, indica claramente la barbarie a la que hemos descendido y cuán lejos estamos de llamarnos nación civilizada. Es evidencia de la espantosa crueldad de la dictadura de Daniel Ortega y es una señal de cuán urgente es derrocarla para empezar a construir la democracia, para empezar a vivir en libertad, en paz y tranquilidad.

La liberación de las personas presas políticas es una necesidad impostergable. No puede esperarse a la caída de la dictadura para liberarlas. Es literalmente un asunto de vida y muerte. Rescatarlas es de una dolorosa urgencia pues en las mazmorras están siendo destruidas, física, moral, mental y espiritualmente. Es posible pensar, por lo que hemos escuchado, que los daños producidos en estas personas son en varios casos irreparables y que las secuelas de las torturas y del maltrato constante les acompañarán por toda la vida. Debemos evitar que se les siga dañando, que se les destruya.

Lo que la dictadura está haciendo con estas personas es inhumano y debe escandalizarnos a todos e impulsarnos a emprender de inmediato acciones para procurar su liberación, que debe ser hecha sin ninguna condición y a lo inmediato. Deben ser puestas en plena libertad, sin ataduras. Deben salir libres del mismo modo que lo eran antes de ser apresadas y no deben cargar condenas o acusaciones, ni ser liberadas bajo ninguna disposición especial ni bajo ninguna amnistía.

No deben las personas presas políticas ser utilizadas como monedas de cambio por la dictadura o por quienes fingiéndose oposición pretendan negociar con la dictadura su liberación, obteniendo así ganancias políticas. No es solo la dictadura quien al negociar su libertad las convierte en moneda de cambio, también lo hace quien acepta esa moneda, quien acepta negociar la libertad de estas personas y da algo a cambio, como la promesa de acudir a un diálogo, por ejemplo. No pueden ser tampoco utilizadas como monedas de cambio por gobiernos u organizaciones, para la reducción de sanciones a la dictadura a cambio de su libertad o algo por el estilo. No debemos permitir a nadie ir a negociar con la dictadura la liberación de los presos políticos.  La liberación de estas personas no admite ninguna negociación, no debe ser producto de una.

No podemos quedarnos de brazos cruzados ante la situación de estas personas, de nuestros compatriotas. Todas las organizaciones de nicaragüenses, dentro y fuera del país, todos los individuos, debemos juntarnos para una campaña permanente por su liberación. No hay tarea más urgente que esa. No hay tarea más prioritaria que esa.

Debemos empezar en Nicaragua una enorme gritería exigiendo su libertad. La gritería debe ser permanente, ensordecedora e incesante, como ese ruido que hacen en el verano las cigarras en el campo. Debe ser de una magnitud tal que no deje dormir al tirano y la tirana, que no les deje estar en paz, que se les meta en el cerebro y los torture, así como ellos mandan a torturar a los presos y presas políticas. En cada comarca, cada pueblo y cada ciudad, tenemos que hacer ruido a las 6 a las 12 y a las 6, por ejemplo, con chischiles, maracas, vuvuzelas, con el cucharón y la olla, con el pito de los vehículos, con nuestras voces y cualquier cosa que haga ruido. De ese modo les diremos, permanentemente “liberen a los presos, libérenlos, libérenlos, dejen salir a nuestra gente”.

No solo eso, la gritería tiene que ser llevada a los organismos de derechos humanos regionales y mundiales y a los gobiernos, para que exijan todos que cese esa injusticia, que cese el crimen que la dictadura comete contra las personas presas políticas, para que sean liberadas de inmediato.

 

 

Botón volver arriba