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Ricardo Bada: El primer ejemplar de Ulises

 

El jueves 2.2.1922 la propietaria de la librería parisina Shakespeare & Company, Sylvia Beach, entregó a James Joyce el primer ejemplar de su novela Ulises, que editó ella porque ninguna editorial establecida quiso correr ese riesgo. Entre otras la Hogarth Press, de Virginia y Leonard Woolf: doña Virginia abandonó la lectura del manuscrito luego de sobrevivir a sus primeras 200 páginas.

Metiéndome en el túnel del tiempo llego al 10.6.1904, el inolvidable día cuando en Dublín se conocieron James Joyce y Nora Barnacle. Sí, se llamaba Nora, como la señora Helmer, el ama de casa (de muñecas), la heroína de Ibsen. ¡Y era tan ibseniano Joyce! Nora y Jimmy se citaron para el 14, cerca de la casa del padre de Oscar Wilde, en la esquina de Clare Street con Lincoln Place. La cita fracasó y los jóvenes acordaron otrael jueves 16.6.1904. Ese día sería inmortalizado por Joyce en su Ulises, el meteorito que le cayó al planeta novelístico en 1922.

En 1979, a 75 años de la fecha entretanto mítica, mi cuñado Willy y yo decidimos recorrer los escenarios del libro, y al terminar nuestro peregrinaje nos prometimos regresar a Dublín, si aún vivíamos, el 16.6.2004, a festejar el centenario. Algo que hicimos a sabiendas de que habrían cambiado muchas cosas. Por ejemplo no pagamos en libras sino en euros y no se nos dejó fumar casi en ningún sitio, pero eso sí, pudimos enviar postales, no como en 1979, porque el correo estaba en huelga desde hacía largos meses: ¡había telarañas en los buzones callejeros! También distinto el entorno: en 1979 fuimos ciertamente muy pocos quienes hicimos el recorrido, a lo peor sólo Willy y yo, mientras que 25 años después el centenario fue un evento cultural y sobre todo turístico de primera magnitud,

A partir de las 8 p.m., la O’Connell Street se cerró al tráfico para un espectáculo

–más culo que espectá, diría el propio Joyce– con el que Dubh Linn (el pozo negro, topónimo gaélico de la ciudad) celebró la efeméride. Una de esas payasadas que los funcionarios inventan para querer demostrar manga ancha en afanes intelectuales. Al cabo de 10’ interminables le dije a Willy: “Recuerda que aquel 16.6.1904, entre las 8 y las 9 p.m., Leopold Bloom se masturba en la playa de Sandymount voyeureando en paños menores a la Nausica de Ulises, la renguita Gerty MacDowell. Lo que vemos aquí es un homenaje involuntario a esa masturbación, es eso que los ríoplatenses llamarían una paja mental. ¿Nos vamos?” Pero Willy ya estaba en marcha antes de que acabase mi razonamiento.

Por cierto que este año del centenario de la publicación, la efeméride ha coincidido con Día de la Marmota en Punxsutawney. Honni soit qui mal y pense!

 

 

 

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