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Raúl Ochoa Cuenca:  La policía y la protección de los derechos de los ciudadanos

                                

                     Con especial recuerdo al Capitán Acosta Arévalo y al Dr  Fernando Albán

 

Este artículo que hoy escribo, tiene como fuente primaria una nota publicada en el diario de Roma La Repubblica del día 11 de febrero y la cual es un análisis que hace el profesor Luigi Manconi, un italiano nacido en la isla de la Cerdeña y quien buena parte de su vida la ha dedicado a la defensa de los derechos humanos.

El artículo sobre el cual Manconi hace referencia lo considero de gran importancia para nosotros ciudadanos de países donde los derechos humanos en general vienen violados en forma constante. Basta recordar que en Venezuela los organismos especializados de la ONU en derechos humanos, han denunciado que en el año del 2020 fueron ejecutadas 3.034 personas. Esta cifra representa un incremento de 44,33% en el número de ejecuciones respecto al año 2019, cuando se registraron 2.102 casos.

En varios países como Venezuela, Cuba y ahora más recientemente Nicaragua, quienes deberían ser responsables del necesario respeto de los derechos humanos son delincuentes comunes con uniformes de policía. Son dos posiciones diametralmente opuestas, de una parte los países con gobiernos y sistemas democráticos y de otra parte aquellos de total inexistencia de normas de respeto al ser humano, como lo podemos ver diariamente en países como los arriba mencionados.

El 30 de enero de 2014, una circular de la Comandancia General del Cuerpo de Carabineros de la república italiana, recomendaba, en caso de detención de personas en la calle, evitar «los riesgos derivados de una inmovilización prolongada, especialmente si se encuentran en el suelo en decúbito prono». Y se aclaró que “la compresión torácica puede provocar asfixia postural”. Un mes después falleció un detenido con esa misma técnica de inmovilización. Esto en un país civilizado es inaceptable.

“Este episodio me parece sumamente instructivo para comprender lo que significa la discusión sobre la «formación», siempre recurrente cuando uno se encuentra con conductas ilícitas y abusos e irregularidades de diversa índole por parte de miembros del aparato represivo” nos dice el ex senador por el partido Democrático Luigi Manconi.

La formación profesional de agentes de los cuerpos de orden público y titulares del uso legítimo de la fuerza para tareas de control y represión, atañe a dos áreas decisivas, como es la formación profesional y en segundo lugar al mismo nivel la educación general como ciudadanos. Menester es recordar que aun con muchas limitaciones ese era uno de los distintos caminos hacia un desarrollo más equitativo por los cuales transitaba la sociedad venezolana hasta comienzos de los años 2000.

Se puede constatar que hoy esta necesidad de comportamiento de respeto a los derechos fundamentales de un sujeto sometido a la autoridad, en Venezuela está en total indefensión; una de las responsabilidades primarias de los miembros de todo cuerpo policial, es la protección de los derechos del ciudadano, quien no deja de ser un ciudadano de pleno derecho, aun cuando sea «sospechoso» o destinatario de una orden de detención. Recordemos que el indiciado es inocente hasta que no sea declarado lo contrario por la autoridad judicial. Dejando claro que incluso en esa condición jurídica, sus derechos no pueden en ningún momento ser ignorados por la autoridad competente. Lo fundamental es siempre tener presente que el detenido está bajo la guardia y custodia del Estado, que tiene el deber de velar por la seguridad de esas personas. La realidad es que especialmente en los países gobernados por mentes distorsionadas, estos principios básicos de derechos ciudadanos vienen totalmente ignorados.

“En cambio, generalmente -este es el drama en el origen de tantos errores e injusticias ya que el operador policial tiende a ver, en el individuo al que se acerca, un posible enemigo, una amenaza potencial, una amenaza para su propia seguridad y para la del público,  lo cual, en cierto modo es inevitable, considerando que un mismo operador (agente) puede tener tareas de represión y le corresponde, en consecuencia, producir una conducta determinada. Enorme es la responsabilidad y la dificultad del objetivo para hacer de los  agentes de policía y funcionarios de prisiones, “los guardianes de los derechos de las personas».

Cuando se trata de elementos o agentes de orden público investidos con la autoridad de mantener ese orden y resultan ser simplemente deshonestas personas que irrespetan los deberes los cuales les han sido conferidos, se entra en una inmensa contradicción. Los agentes encargados de mantener la paz y el orden establecido cuando no reúnen las condiciones tanto morales como de profesionalidad, pasan a ser potenciales delincuentes investidos de autoridad, y pueden cometer delitos de diverso tipo. Pero cuando se trata de maltrato o torturas a personas indefensas de manera continua  y bajo su custodia, entonces apreciados lectores, ahí es obligatorio referirnos a esos delitos como crímenes de lesa humanidad.

Manconi presenta este análisis como un mensaje de su insistencia sobre la necesidad de nunca olvidar los derechos de las personas cuando se encuentran bajo la custodia del Estado y para lo cual hace referencia al caso de Stefano Cucchi, un ciudadano arrestado hace 10 años por posesión de sustancias psicotrópicas y quien murió días después bajo custodia policial, con  evidentes signos de haber sido torturado y asesinado dentro de un calabozo del cuerpo de carabineros, cuerpo policial militarizado italiano, equivalente a la otrora Guardia Nacional de Venezuela.

La Corte Penal de Roma condenó a 12 años de prisión a los acusados por la muerte de este ciudadano. Este caso conmocionó a Italia y a buena parte de las sociedades europeas. La muerte por maltratos o tortura es algo totalmente inusual en una democracia. Aun tratándose de una minoría no se puede ignorar que en algunas democracias consideradas fuertes funcionarios traicionen los principios que deben inspirar sus delicadas responsabilidades. Manconi alerta de esta anomalía cuando afirma que pueda tratarse de un fenómeno en crecimiento. Es cuestión de sentido común y de una cultura que no sólo es tan tenaz como la mala hierba, sino que no parece destinada a agotarse.

Este hecho  ocurrió en una democracia, la italiana, pero así como también ocurrían en la       Venezuela democrática, donde con imperfecciones imperaba un sistema de convivencia pacífica, hasta el día que un manso pueblo y un grupo de aspirantes a titiriteros votó masivamente buscando  lo que no se nos había perdido. Y lo encontramos.

 

Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 13 de febrero del año 2022.

 

Video de Luigi Manconi: Propone recibir a los refugiados que deseen venir a Europa.

 

 

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