Hay que demostrar que se tiene un hijo para comprar pañales en Cuba
Solamente se podían comprar los culeros con tarjeta del menor y demostrando que el bebé destinatario del artículo era el hijo del comprador, o estando embarazada
El tumulto este viernes a las puertas de La Borla, en Galiano entre Salud y Reina, en Centro Habana, era considerable. El comercio estatal, que vende en pesos, sacó a la venta pañales, un artículo desaparecido en moneda nacional, pero no todos los que acudieron a la tienda podían comprarlos.
Solamente con tarjeta del menor, y demostrando, además, con los apellidos, que el bebé destinatario del artículo era el hijo del comprador, o estando embarazada, se podía acceder a comprar los culeros , de segunda etapa (de 5 a 7,5 kg) y a un precio de 265 pesos cada paquete.
Ello provocó la disputa entre el medio centenar de personas que aguardaban en la entrada y las administradoras de la tienda.
Algunos de los clientes en la fila argumentaban que viven en el interior, que no llevaban consigo la identificación del menor. Ante ello, una de las mujeres que custodiaban la puerta le respondía que «eso mismo dicen todos» y, después, «revenden» el paquete a 500 pesos.
Este diario constató que frente a La Borla, en el parque de El Curita sí había un hombre comerciando con los paquetes de pañales recién comprados
Pero la empleada era inflexible, y sentenciaba a voces: «Me da lo mismo que sea del campo o que sea de Matanzas, si no trae la tarjeta del menor, no va a pasar. Lo dijeron en televisión: culeros desechables con la tarjeta del menor, no voy a discutir con nadie».
Este diario constató que frente a La Borla, en el parque de El Curita sí había un hombre comerciando con los paquetes de pañales recién comprados. «Yo no digo que no pase, compañera», protestaba otro cliente, que intentaba explicar que es de Pinar del Río, que trabaja en La Habana en la construcción, que no cargaba con la tarjeta de su hijo y que necesitaba comprar los pañales. «¿Qué hago ahora?», imploraba.
«Y aunque usted no tuviera hijo o fuera de otro», le decía otra compradora. «Por qué no podemos comprar los culeros que queramos».
Los pañales para niños y adultos han sido por años un producto que fluctúa en el mercado cubano. De ahí que las familias apelen a soluciones como el lavado y posterior rellenado de los culeros desechables ya usados, la compra de relleno para hacer sus propias versiones de estos necesarios protectores o la reconversión de tallas grandes en pequeñas y viceversa, a partir del uso de cinta adhesiva y otros trucos.
Los primeros culeros de celulosa y polímeros que se vendieron en Cuba llegaron con la apertura económica de los años 90 y la dolarización de la economía. Hasta ese momento, en los hogares de la Isla solo se conocían los de tela que debían ser lavados después de cada uso. Con la comercialización de los pañales desechables, muchas mujeres cubanas pudieron invertir menos tiempo frente a las lavadoras y los lavaderos.
Sin embargo, al principio, la venta de estos accesorios era solo en dólares o en pesos convertibles, lo que los volvió un símbolo de estatus que solamente podían permitirse las familias que recibían remesas o tenían entradas económicas en moneda extranjera.