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Josep Piqué: «Si Putin va a por las repúblicas bálticas la intervención será inevitable»

El exministro de Exteriores español cree que «Ucrania está condenada a ser un país desmembrado y un Estado fallido»

España es un país poco interesado en política exterior. Tenemos poca cultura de defensa y de seguridad. ¿Por qué?

La política exterior dejó de interesarnos cuando perdimos Cuba y Filipinas. El ensimismamiento. En ninguna de las dos guerras mundiales tuvimos una posición definida.

La Transición.

Empezamos a recuperar peso e interés internacional, pero en 2004 perdimos los consensos básicos y al final los debates sobre política exterior acaban siendo debates sobre política interna.

No nos enteramos de nada.

Pero no sólo el Estado, tampoco los líderes sociales, los intelectuales o las empresas. No podemos permitirnos este aislamiento.

El pacifismo.

No es un fenómeno exclusivamente español. Tras la devastación de la Segunda Guerra existe una aversión en toda Europa a hacer discursos sólidos de seguridad y defensa.

Putin se aprovecha de ello.

Nosotros somos regímenes de opinión pública y él se ha encargado de no tener ninguna opinión pública.

¿Por qué esta guerra?

Putin es un ultranacionalista que quiere recuperar el área de influencia histórica de Rusia. Además existe una histórica obsesión rusa por la seguridad. Más allá de los Urales son un país llano y guardan memoria de las invasiones que han sufrido.

La Emperatriz Catalina lo resume.

«La mejor manera de defender las fronteras rusas es expandirlas».

La geografía.

Siempre está, siempre manda, siempre te condena. Rusia –y ahora muy fervientemente Putin– quiere dominar el mar Báltico para tener acceso al Atlántico, el mar Negro para tener acceso al Mediterráneo. Y, por supuesto, dominar Asia Central. Es verdad que tiene competencia otomana y china. Pero después de lo de Kazajistán ha quedado claro que Asia es, sobre todo, tributaria de Rusia.

Europa.

Tanto la Unión Soviética como sus países satélites formaron una gran frontera de seguridad con Europa, hasta el punto de ocupar media Alemania.

El eterno sueño imperial.

La gran Rusia eslava. La Rusia blanca, Bielorrusia. La Rusia pequeña, Ucrania. Para Putin ambas forman parte de la Rusia de siempre. Bielorrusia es de facto como si fuera rusa y Moldavia está neutralizada.

Ucrania.

Primero intenta tener un gobierno afín. Cuando deja de serlo, lo desestabiliza e interviene militarmente. Todo empezó en 2014, con la anexión de Crimea. Ahora completa la faena. La invasión no se limitará, como asegura, a proteger a los rusófonos de Donetsk y Lugansk sino al conjunto del Donbass. Llegará a Mariupol, en el mar de Azov, para establecer la conexión terrestre entre las repúblicas bálticas y Crimea.

Más allá.

Como el costo será el mismo, se quedará la franja sur que da al mar Negro y llegará hasta Kiev, la frontera que Rusia ha visto siempre como propia.

Media Ucrania.

Control del mar Negro. Y control del Báltico, visto con gran preocupación por Estonia, Letonia y Lituania. Es muy significativo que las tres, cuando por fin se liberaron de la bota rusa, pidieran antes el ingreso a la OTAN que a la Unión Europea. Lo mismo que países satélites como Polonia o la entonces Checoslovaquia. Es el miedo.

¿Cómo afectará esta guerra a la vida de los españoles?

Ya lo estamos notando en los costes energéticos y otras materias primas. Y así será por tiempo, y complicará la recuperación económica después de la pandemia. A largo plazo, nos obliga a replantearnos cómo nos responsabilizamos de nuestra propia seguridad.

El gas.

Es cierto que Rusia tiene la llave del gas, pero lo vende a través de Europa. Fíjate que pese a la guerra no ha cortado el suministro. Las sanciones, y esto pasa en ambos bandos, hacen daño al sancionado, pero muchas veces también al sancionador.

La Unión Europea y Estados Unidos, como lord Chamberlain.

Los conflictos se tienen que afrontar, y no esperar que el tiempo los solucione o que tu contrincante se vuelva de repente respetuoso con las normas.

Biden es débil.

El Pentágono y la Casa Blanca están preocupados por si una respuesta que se limite a sanciones, aunque sean duras, manda a los agresores el mensaje de que pueden continuar usando la fuerza contra la legalidad internacional.

Taiwán.

Rusia quiere volver a ser percibida como una gran potencia, pero China quiere sustituir a los Estados Unidos como primera potencia mundial. Si no vamos a la guerra por Ucrania podrían tomarlo, efectivamente, como una invitación para invadir Taiwán.

Sería el principio del fin.

Sería la pérdida absoluta de credibilidad de los Estados Unidos entre los países del sudeste asiático, preocupados por el expansionismo chino.

La línea roja.

Es la agresión a un país miembro de la OTAN. Putin puede pensar que como Ucrania le ha salido barata, puede ir a por las repúblicas bálticas. Entonces la intervención militar sería inevitable.

¿Entonces Ucrania le saldrá gratis?

Gratis no, porque las sanciones serán caras y dolorosas, pero Ucrania, lamentablemente para los ucranianos, está condenada a ser un país desmembrado y un Estado fallido.

 

 

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