DictaduraEconomía

La deuda con Rusia que no conocíamos

Se creía comúnmente que, desde 2014, Cuba no tenía deudas con Rusia, pero ahora sabemos que no es así.

Se pensaba que Cuba no tenía ninguna deuda con Rusia desde que Vladimir Putin, en 2014, dejó caducar la deuda de 30.000 millones de dólares que el país tenía de la época soviética. Pero resulta que desde entonces La Habana ha acumulado 2.300 millones de deuda, un 10% de la anterior, que claramente no puede pagar.

De repente, hemos sabido que la Duma rusa (cámara baja del Parlamento) ratificó el martes 22 de febrero una norma que concede a La Habana una prórroga en el pago de los préstamos gubernamentales rusos hasta 2027.

Es evidente que el régimen comunista de Cuba maneja con la mayor discreción todo lo que tiene que ver con sus relaciones económicas internacionales. Usa como excusa el embargo, o bloqueo, pero es difícil ver cómo esta deuda con Rusia podría verse afectada por la disputa con EEUU. Más bien parece lo contrario.

La realidad es que entre 2006 y 2019 el Gobierno ruso concedió préstamos a Cuba por valor de 2.300 millones de dólares, destinados a financiar proyectos ruso-cubanos en los ámbitos de la energía, la industria metalúrgica y el transporte, además del suministro de bienes necesarios para el desarrollo de la economía de la isla. Es necesario saber cómo terminaron esos proyectos y qué produjeron realmente. Por supuesto, al estar relacionados con la inversión en infraestructuras, no es de extrañar que se hayan evaporado, teniendo en cuenta que la participación en el PIB de estas inversiones rara vez supera el 10%… uno de los porcentajes más bajos de América Latina, donde suele superar el 25%.

A principios de 2020, Cuba suspendió los pagos de los préstamos rusos, aumentando sus deudas con los bancos comerciales y las entidades exportadoras rusas. A petición de la parte cubana, que solicitó una revisión de los plazos de pago de estos créditos, y de acuerdo con una decisión del Gobierno ruso, el 7 de agosto de 2021 se firmaron protocolos intergubernamentales destinados a ampliar el pago de los créditos. El documento aprobado el martes estipula que el último pago se transferirá el 15 de diciembre de 2027. Queda por ver si esto se confirma o también se evapora.

De acuerdo con el protocolo entre los dos países, los fondos que los rusos deberían recibir en 2020-2021 para el pago de la deuda, y los intereses de la misma, ascendían a 57 millones de dólares, que Cuba ha anunciado que no pagará. Se supone que esta cantidad se recuperará entre 2022 y 2027 gracias a la ampliación del plazo de pago, lo que supondrá el pago de 11 millones de dólares adicionales en concepto de intereses, aproximadamente. En ningún momento se ha hablado de cancelación de la deuda.

Un aspecto destacable es que el acuerdo se alcanzó en medio de la crisis entre Rusia y Ucrania, tras una reunión celebrada el pasado viernes entre el vicepresidente ruso Yuri Borisov, de visita en la isla, y varios dirigentes cubanos, con el objetivo de ampliar la colaboración bilateral; es decir, suspender los pagos de la deuda cubana. Las dos partes aprovecharon el encuentro para hacer propaganda y reiterar sus posiciones críticas comunes hacia EEUU.

Borisov fue recibido por el viceprimer ministro cubano Cabrisas y directivos de los sectores de Transporte, Energía, Industria y Banca, beneficiarios de las operaciones rusas financiadas con préstamos. La información sobre el estado de estos proyectos estaría considerada en orden.

Con anterioridad a esta reunión, el pasado mes de enero, en medio de las tensiones provocadas por la presencia de tropas rusas en la frontera ucraniana, y mientras EE.UU., la OTAN y la Unión Europea trataban de paliar la crisis por la vía diplomática, se supo que el presidente ruso Putin había mantenido una conversación telefónica con Miguel Díaz-Canel en la que, al parecer, se llegó a acuerdos de impago, lo que en lenguaje diplomático se traduce en una «reestructuración» de la deuda.

Según un comunicado del Kremlin, entre Díaz-Canel y Putin hubo «un profundo intercambio de puntos de vista sobre el tema de la cooperación comercial, económica y de inversiones bilaterales», como si no hubieran hablado lo suficiente de estos temas en el pasado.

Días antes de la conversación telefónica entre ambos mandatarios, el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, dijo que Rusia podría desplegar recursos militares en Cuba y Venezuela, lo que desató una ola de críticas y reacciones tanto de la disidencia cubana dentro y fuera de la isla, como de los gobiernos democráticos.

Prueba de ello es también la visita oficial a Cuba, horas antes de la invasión rusa de Ucrania, de Viacheslav Volodin, presidente de la Duma y hombre de absoluta confianza de Putin. En La Habana discutió la «cooperación» bilateral con los líderes cubanos y luego viajó a Nicaragua, otro aliado de Moscú en la región.

El régimen comunista de Cuba, aliado de Putin, atraviesa una grave crisis económica y el pago de su deuda es inviable. Así, ha aprovechado la situación de Rusia en Ucrania para sacar provecho de la ocasión y no pagar, mientras que Rusia se aprovecha de la situación para proyectar una ilusión de cooperación, que en realidad no existe, ya que, como hemos visto, las supuestas ayudas multilaterales de Putin a los países pobres se acabarán pagando, tarde o temprano, aunque sea en 2027.

Junto con el impago a Rusia, hay que señalar que el régimen comunista hizo lo mismo con el Club de París cuando el pasado mes de junio reestructuró los términos del acuerdo de 2015 para el pago de su deuda con sus acreedores del Club, asegurando una condonación de 8.500 millones de dólares sobre los 11.100 millones de dólares adeudados. Todo un regalo.

A la luz de lo anterior, parece que ya es hora de que el régimen comunista de Cuba ofrezca transparencia y credibilidad con respecto a su deuda internacional. Los acreedores de dicha deuda, los medios de comunicación y, sobre todo, los gobiernos implicados, deberían exigir al régimen castrista información sobre sus obligaciones financieras, como la que ofrecen otros países, y condicionar cualquier préstamo a corto o largo plazo a esta revelación. Ya no basta con justificar esta ocultación con la cuestión del embargo o del bloqueo.

Sólo con transparencia y rendición de cuentas será posible conocer la magnitud de la insolvencia de una economía que, al menos internamente, ha hipotecado el 20% de su PIB en un déficit que no puede controlar, y un nivel de deuda acumulada que asciende al 120% de su PIB. Los números no cuadran.

 

 

 

Traducción: Marcos Villasmil

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NOTA ORIGINAL:

Diario de Cuba

The debt to Russia that we did not know about

Elías Amor

It was commonly believed that, since 2014, Cuba had no debts with Russia, but we now know that this is not the case.

 

It was thought that Cuba had no debt with Russia since Vladimir Putin, in 2014, let the country’s $30 billion debt from the Soviet era lapse. However, it turns out that since then Havana has accumulated 2.3 billion in debt, 10% of the previous one, which it clearly cannot pay.

Suddenly, we have learned that Russia’s Duma (lower house of Parliament) ratified on Tuesday, February 22 a regulation granting Havana an extension on the payments of Russian governmental loans until 2027.

It is evident that Cuba’s Communist regime handles everything that has to do with its international economic relations with the utmost discretion. As an excuse, it cites the embargo, or blockade, but it is hard to see how this debt with Russia could be affected by the dispute with the US. Rather, the opposite seems to be the case.

The fact is that between 2006 and 2019 the Russian Government granted loans to Cuba worth 2.3 billion dollars, earmarked to finance Russian-Cuban projects in the fields of Energy, the Metallurgical Industry and Transportation, as well as for the provisioning of goods necessary for the development of the island’s economy. It is necessary to know how those projects ended up and what they actually produced. Of course, since they are related to investment in infrastructure, it is hardly surprising that they have evaporated, considering that the share in GDP of these investments rarely exceeds 10% ? one of the lowest percentages in Latin America, where it usually exceeds 25%.

In early 2020 Cuba stopped payments on Russian loans, increasing its debts with Russian commercial banks and exporting entities. At the request of the Cuban side, which asked for a revision the payment terms on these credits, in accordance with a decision by the Russian Government, on August 7, 2021, intergovernmental protocols aimed at extending the payment of credits were signed. The document approved on Tuesday stipulates that the last payment is to be transferred on December 15, 2027. It remains to be seen whether this is confirmed or also evaporates.

According to the basis of the protocol between the two countries, the funds that the Russians should receive in 2020-2021 for payment of the debt, and interest on it, amounted to 57 million dollars, which Cuba has announced it will not pay. This amount is supposed to be recovered between 2022 and 2027 thanks to the extension of the payment term, which will entail the payment of an additional 11 million dollars in interest, approximately. At no time has there been any talk of debt cancellation.

A noteworthy aspect is that the agreement was reached in the midst of the Russia-Ukraine crisis, after a meeting held last Friday between Russian Vice-President Yuri Borisov, visiting the island, and several Cuban leaders, with the aim of expanding bilateral collaboration; that is, to suspend Cuba’s debt payments. The two parties took advantage of the meeting to issue propaganda and reiterate their common critical positions towards the US.

Borisov was received by Cuba’s Deputy Prime Minister Cabrisas and executives of the Transport, Energy, Industry and Banking sectors, beneficiaries of the Russian operations financed with loans. Information on the status of these projects would be in order.

Prior to this meeting, last January, in the midst of the tensions caused by the presence of Russian troops on the Ukrainian border, and while the US, NATO and the European Union were trying to alleviate the crisis by diplomatic means, it was learned that Russian President Putin had had a telephone conversation with Miguel Díaz-Canel in which, apparently, the default agreements were reach, which, in diplomatic language translates into «restructuring» of the debt.

According to a Kremlin statement, between Diaz-Canel and Putin there was «a profound exchange of views on the issue of bilateral trade, economic and investment cooperation,» as if they had not talked enough about these issues in the past.

Days before the telephone conversation between the two leaders, Russian Deputy Foreign Minister Sergei Ryabkov said that Russia could deploy military resources in Cuba and Venezuela, which sparked a wave of criticism and reactions both from Cuban dissidents on and off the island, as well as from democratic governments.

Proof of this is also the official visit to Cuba, hours before the Russian invasion of Ukraine, of Vyacheslav Volodin, president of the Duma and a man who enjoys Putin’s absolute confidence. In Havana he discussed bilateral «cooperation» with Cuban leaders and then traveled to Nicaragua, another ally of Moscow in the region.

Cuba’s Communist regime, Putin’s ally, is weathering a serious economic crisis, and settling its debt is unfeasible. Thus it has taken advantage of Russia’s situation in Ukraine to take advantage of the occasion and not pay, while Russia is exploiting the situation to project an illusion of cooperation, which does not really exist, since, as we have seen, Putin’s supposed multilateral aid to poor countries will end up being paid, sooner or later, even if it is in 2027.

Along with the non-payment to Russia, it should be noted that the Communist regime did the same thing with the Paris Club when last June it restructured the terms of the 2015 agreement for the payment of its debt with its Club creditors, securing an 8.5 billion dollar write-off on the 11.1 billion dollars owed. A gift.

In light of the above, it seems that it is high time for Cuba’s Communist regime to offer transparency and credibility with respect to its international debt. The creditors of the international debt, the media and, in particular, the governments involved, should demand from the Castro regime information regarding its financial obligations, like those offered by other countries, and make any short or long term loans conditional on this disclosure. It is no longer enough to justify this concealment with the question of the embargo or blockade.

Only with transparency and accountability will it be possible to ascertain the magnitude of the insolvency of an economy that, at least internally, has mortgaged 20% of its GDP on a deficit that it cannot control, and an accumulated debt level amounting to 120% of its GDP. The numbers do not add up.

 

 

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