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Entrañable Pilar

Pilar Romero

 

Dedicarte unas líneas es hoy una necesidad. Aclaro que no lo hago por compromiso ni tampoco me nace de una deuda moral. Sin embargo, sí tengo una presión y viene desde el lugar del pecho de donde dicen que están los más profundos y hermosos sentimientos.

En el corazón, querida Pilar, brotan sensaciones generosas. Tú muy bien las conoces, en el camino se te hizo costumbre presenciarlo, interpretarlo, escribirlo. Los maestros José Ignacio Cabruja, Román Chalbaud, Salvador Garmendia, Julio César Mármol y Clemente de la Cerda te alimentaron, con su talento, lo que ya tenías inherente, lo que venía en tu sangre. El amor por el arte.

PILAR ROMERO, JOSÉ SIMÓN ESCALONA Y JAVIER VIDAL – AÑO 1976

Esa expresión, dicen que comenzó como un sueño en las tablas junto con tus hermanos de oficio Carlos Jiménez, Javier Vidal y José Simón Escalona. Aquella inquietud más tarde se convirtió en pasión para luego apoderarse en definitiva y para siempre de una generación irrepetible.

El Estado venezolano ratificó tus capacidades artísticas otorgándote el máximo galardón en materia escénica, el Premio Nacional de Teatro. Si algo te caracterizó en esos años de entrega fue disfrutar y defender una profesión estigmatizada.

Tu compromiso te hizo merecedora de un profundo respeto y esa gran responsabilidad te llevó a trabajar incesablemente por la cultura del país. La búsqueda de espacios para el arte encabezó tus prioridades y así contribuiste a desarrollar proyectos que cambiaron la vida de muchos.

El sistema de Teatros Nacionales Juveniles de Venezuela (TNJV), Niños Actores de Venezuela (NAVE), y el Instituto Universitario de Teatro (IUDET) conocido hoy en día como UNEARTE están relacionados a tu nombre.

Es propicio en nuestros tiempos recordarlo, no solo en honor a ti sino también para incentivar, con la misma fuerza que te definió, los lugares para la formación y el encuentro a través de cualquier disciplina.

Llegaste a la televisión escribiendo exitosas producciones dramáticas. Fuiste pionera de la novela juvenil. Los adolescentes encontraron en tus textos poesías que se convirtieron en cotidianidad. Una muestra de ello la frase “mi vido y mi ciela”,  fórmula que conquisto a los venezolanos en la telenovela Elizabeth y logró extenderse hasta nuestra generación con la recordada Mi Prima Ciela.

Por esos tiempos, en los pasillos de RCTV, las circunstancias me llevaron a coincidir con tu único hijo, Cesar Román. Una cara común para el televidente de la época. Desde pequeño sus genes hicieron lo propio y el talentoso muchacho se volvió una carta rentable para los canales más populares del país.

Ambos estuvimos compartiendo créditos en la que seria mi primera novela, Por Todo lo Alto. Recuerdo verlo sentado junto a su guitarra y con afinada voz te dedicaba un tema que hacía referencia a tus ojos. Los de él estaban completamente aguarapados, con una emoción notoria todos los presentes nos vinimos en llanto.

No recuerdo con exactitud la letra de aquella canción, pero en ella hacía referencia a tu pérdida de visión debido a tu enfermedad. Él en cambio no perdía la concentración y entre estrofas coreaba que sería para siempre tus ojos, tu guía, tu compañía.

A los pocos días Pilar, por primera vez te vi de frente, ciertamente tu mirada estaba perdida pero tu sonrisa era tan amplia que todo se concretaba allí. Me presenté y con un abrazo me dijiste: “Yo se quién eres Olavarrieta, esa voz es inconfundible”. Desde allí no hubo momento en que no me conectara contigo. Era imposible no mirarte, abrazarte.

Tu muchacho y yo somos panas de verdad. El destino nos ha juntado en muchas ocasiones personales y laborales, pero sin duda un momento mágico fue el nacimiento para todos de Cristian Samuel, tu primer y único nieto.

Hace 5 años decidí hacer mi primera obra de teatro infantil, con una de tus piezas consentidas. Escrita por Carlos Jiménez y que fue protagonizada hace mucho por ti, Alegría y Mapulin. Allí compartí roles con tu hijo y quiero decirte que también con tu nieto.

Un enano que no llegaba a los 4 años de edad se sabía a la perfección todos los diálogos. Conmigo, y con pena lo digo, nunca se llevó bien, más tarde entendí que para él era poco digerible que nunca respetara los parlamentos. Le dañé muchas veces a su personaje favorito.

Querida Pilar, quiero cerrar estas líneas para decirte que tu mejor trabajo es uno de los seres que más respeto y quiero del medio artístico, tu hijo. Que para mí significa mucho porque su nobleza es escasa en tiempos donde los valores no son la regla.

Querida Pilar, estás clara que tu nieto es otra gran herencia. Lleva en tu sangre el teatro, y como va la cosa la formación y el respeto también harán efecto muy pronto en él. Descansa tranquila, tu trabajo está intacto, llegó el momento de abrir tus ojos a la vida eterna. Aquí en la tierra, y en tu Venezuela, serás pilar para siempre.

 

Luis Olavarrieta
Twitter: @LuisOlavarrieta
Instagram: OlavarrietaLuis
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