Gente y Sociedad

Batir su marca

 

Yulimar Rojas, esa gran compatriota que nos enorgullece con cada buena noticia que nos ha regalado cuando tanta falta nos hacen, acaba de batir su propio récord mundial en Salto Triple, disciplina donde también es suya la marca olímpica. Al saltar 15,74 en el Mundial de Belgrado, superó su registro de 15.67 en Tokio. Desde 2017 en Londres, nadie le ha quitado el oro y conste que ha competido en Birmingham, Lima, Doha, además de las dos últimas pruebas donde impuso récord.

No es el único caso. En el mismo torneo el sueco Duplantis lo hizo en salto con garrocha. En los cien metros planos, en Seúl 88 Florence Griffith Joyner se superó a sí misma y su marca resistió hasta 2021 y Usain Bolt hizo historia con similar hazaña en Londres 2013. En Río Katy Ledecky dejó atrás sus 8.06 en 800 metros de natación estilo libre como lo logró el equipo británico de ciclismo en pista.

Imponer una marca mundial es dificilísimo, que uno repita la proeza es histórico. Disciplina, talento, esfuerzo perseverante en el trabajo, aprendizaje de cada experiencia tanto en los aciertos como en los errores, el deporte es mucho más de lo que uno ve. Es un espectáculo espléndido, pero lo insuperable no nos es visible aunque sea profundamente real. Años de sacrificio personal, de entrega total. También superación de adversidades y claro, apoyo de equipos, técnicos, directivos, patrocinadores y público que con su cariño aporta el extra de adrenalina que todo atleta necesita.

En otros campos también hay marcas. Se dice que El Quijote es hasta el sol de hoy, el libro más vendido de todos los tiempos. Cervantes no pudo sobrepasar los quinientos millones. Lejos de esa cifra pero de todos modos con números más que impresionantes, J.R.R. Tolkien, con los ciento cincuenta millones de ejemplares de su obra de 1954 El Señor de los Anillos, dejó atrás a El Hobbit, su libro de 1937 que había pasado los cien millones.

Hay otras marcas en cambio que no son de éxitos, sino de todo lo contrario. Bárbara Tuchman en The March of Folly sobre la necedad de Troya a Vietnam, relata antológicas metidas de pata, sinrazones que cambiaron el curso de la historia. Nadie, sin embargo, superó su marca. Lectura recomendada para políticos de cualquier tendencia. Para asombro planetario he aquí las sentencias 81 y 83 de la Sala Constitucional del TSJ de este marzo, prueba de que una marca mundial de contumacia puede romperla el propio marquista. Reincidencia no es triunfo, es agravante.

 

 

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